10.

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Se había vuelto loca. No, estaba soñando. Todo debía ser un sueño. Seguro que se encontraba en su cama y estaba tan nerviosa por la graduación de su hermana que había tenido una pesadilla. Sí, debía ser eso.

-Eveline.- la voz de Embry en el asiento trasero la hizo volver a la realidad. - ya hemos llegado.- le avisó antes de salir del coche y abrir su puerta, tal y como lo había hecho Paul días antes. Paul. Paul era un lobo, no, era un jodido lobo gigante. Sí, debía estar soñando. - sé que es difícil, pero te acostumbrarás.- Embry volvió a hablar extendiendo su mano.

-¿Estoy soñando?- la chica preguntó en un susurro ganándose una mueca por parte del chico frente a ella. Él negó y suspiró, ambos comenzando a caminar hacia la casa.

- Me temo que no. Te explicaremos todo, lo prometo. Anda, entra. - dijo antes de entrar a la casa. La chica suspiró y entró, lo primero que vio fue a Emily y Sam sentados en la mesa. Ambos la miraron con simpatía, casi con pena.

-Hola, Eveline.- Emily saludó, dándole un abrazo.- Debe ser difícil para ti, pero ahora todo tendrá sentido.- la chica asintió, porque no sabía qué decir y se dejó caer en una silla. Se sentía tonta, una niña que no sabía nada de la vida. Su mente viajó por miles de respuestas posibles mientras sus manos jugaban en su regazo. Quizás era una broma y solo eran disfraces. Sí, eso tenía más sentido.

Un ruido en la puerta hizo que todos giraran sus cabezas. Jacob y Paul entraron por la puerta, seguidos por Adriel. Tan pronto como él entró, Sam se lo llevó afuera, no sin antes darle un asentimiento de cabeza a Paul.

-Eveline.- Paul la llamó desde el otro lado de la habitación y un escalofrío recorrió el cuerpo de la chica. Ahora venía la conversación, claro. Y parecía que de esta no podía escapar.- ¿Emily, podemos ir a tu habitación?- Paul preguntó aun mirando a la chica de ojos miel. Emily asintió con la cabeza y se apartó para que él pudiera pasar. Paul le hizo un gesto con la cabeza a la chica y desapareció por las estrechas escaleras hacia la planta alta. Eveline miró una última vez a todos en la sala. Lo odiaba, odiaba que todos la miraran como si fuera tonta. Como si fuera una niña indefensa. Con pena. ¿Es que acaso se iba a morir alguien?

Eveline se levantó de la silla y subió las pequeñas escaleras hasta llegar a la planta alta. No sabía dónde era la habitación. Es más, nunca había pasado del salón de la casa de Emily, pero no le resultó difícil encontrar su habitación al fondo del pasillo. Paul la esperaba, sentado en la cama, con sus codos apoyados en sus rodillas y su cara entre sus manos. Estaba cansado, Eveline pudo verlo y no pudo evitar querer ir y abrazarlo hasta que se quedara dormido. Pero no lo hizo, obviamente. La chica estaba demasiado confundida, lo único que quería eran respuestas. Alguna excusa con sentido que explicara todo lo que estaba pasando.

-Ey.- Paul saludó casi susurrando y palmeó la cama, invitándola a sentarse, aun sin mirarla. Eveline dudó, pero al final asintió con la cabeza y se sentó a su lado. Era Paul, seguía siendo el mismo Paul de hace unas horas. El mismo al que besó la otra noche.- Sé que tienes muchas preguntas, pero primero déjame explicarte todo ¿vale? Lo hará más fácil.- la chica asintió sin mirarlo y jugó con sus manos.

-Eveline, ¿te acuerdas de las leyendas que contó Billy en las hogueras?- Paul preguntó y Eveline asintió con la cabeza. Claro que se acordaba, siempre le habían gustado.- Vale, pues... son ciertas. Todo.- Eveline levantó su cabeza y lo miró a los ojos, buscando algo que le dijera que era mentira, que solo era una jodida broma pesada, pero no encontró nada más que sinceridad. Y eso la asustó.- Sé que cuesta creerlo, al principio a mí también me costó, pero es real. Nos convertimos en... lobos.-

-¿Lobos...? - la chica preguntó en un susurro a pesar de que ella misma lo vio en el bosque.

-Solo unos pocos de la tribu tenemos el gen. Cuando nos enfadamos... nos transformamos y tenemos que aprender a controlarnos.- Paul suspiró y miró hacia otro lado.

-¿Cómo Adriel?- Paul la miró unos segundos y asintió. - ¿Por qué se enfadó? Llegó de la nada y... - su voz se fue haciendo cada vez más pequeña y miró al suelo. La incomodidad que había al principio se había disipado un poco y, aunque la chica seguía sorprendida, tenía que admitir que no esperaba tomarlo tan bien. Al contrario, pensaba que en el momento en que viera al chico, saldría corriendo.

-Pues... no lo sé, supongo que estaba un poco agobiado, eso es todo.- el chico mintió intentando calmarse. Adriel estaba enamorado de Eveline. Lo había escuchado en su mente, pero no podía hacer nada, Sam se lo había ordenado.

-Entonces... ¿Embry y Jacob también son como ustedes? ¿Y todos los demás? ¿Es por eso que desaparecieron uno a uno? Porque se transformaron.- la chica afirmó por último, entendiendo todo.

-Vale, para, para. Te lo explicaré todo, pero las preguntas una a una. - el chico rio suavemente frente a ella. La tensión se esfumó entre ellos.

Eveline comenzó con sus preguntas y no paró hasta que estuvo segura de que sabía y comprendía todo.

- Espera, espera, ¿entonces Kim dejó de hablarme porque yo no sabía lo que eran?

-Así es. Si Kim hubiera estado contigo, eso significa que Jared también lo estaría y te hubiera puesto en peligro.- Paul explicó. Sus ojos no se apartaban de los suyos ni por un segundo y Eveline se sorprendió cuando no apartó la mirada. Si esto hubiera pasado unos días atrás, ella seguramente habría salido corriendo. Ah, pero si eso pasó ya. Se recordó a sí misma.

- ¿Y no pone en peligro a Kim también? Ellos están juntos todo el rato. Literalmente.- la chica se cruzó de brazos esperando una respuesta.

-Eso es... diferente. Algo que te tengo que explicar, pero no hoy. Es mejor que asimiles todo esto y después te diré... todo lo que falta, ¿vale?- preguntó y la chica asintió no muy convencida. ¿Es que había más que tenía que explicarle? ¿En qué mundo vivía?- Venga, será mejor que bajemos antes de que empiecen a pensar cosas equivocadas.- soltó una risita y salió por la puerta. Un rubor se instaló en las mejillas de la chica. ¿Desde cuándo Paul se había soltado tanto con ella? Aunque no se quejaba. Esta nueva faceta suya le encantaba.

Cuando la chica llegó al comedor, todos estaban sentados en la mesa. Y con todos se refería a todos, hasta Kim. Estaba la miró con una pequeña sonrisa de disculpa desde un lado de la mesa.

Eveline llegó a su lado y, antes de que pudiera decir o hacer nada, la chica envolvió sus brazos alrededor de su mejor amiga.

-Lo siento. Siento todo lo que te dije. Te puse entre la espada y la pared y fue egoísta por mi parte.- Eveline dijo en su cuello y Kim apretó más su agarre.

-No, perdóname a mí. Fui una tonta, debería haber estado contigo, pero me tomé muy a pecho eso de no ponerte en peligro. Fui una tonta, ¿me podrás perdonar?- Kim dijo separándose de ella y alargando su dedo meñique. Eveline sonrió y negó con la cabeza.

-No te perdono.- dijo y la expresión de alegría de Kim se desvaneció.- porque no hay nada que perdonar.- la chica envolvió sus brazos de nuevo en su mejor amiga.

-Te quiero. Te juro que no te dejaré más sola.- Kim susurró solo para que ella escuchara y se separaron. Ambas chicas se giraron, todos las estaban mirando con una pequeña sonrisa. Sobre todo Paul y Jared.

-Bueno, ahora que todo está arreglado, ¿queréis comer algo? Todavía quedan galletas de esta mañana, aunque ya están frías. - Emily habló y apareció por la puerta de la cocina con una bandeja de galletas en su mano.

Todos asintieron, contentos de poder llenar sus estómagos con algo y empezaron a comer. Paul no podía apartar la mirada de la chica frente a él mientras intentaba ocultar la pequeña sonrisa que aparecía en sus labios.

Sabía que a partir de ahora todo iba a cambiar y estaba esperanzado de que cambiaría para bien. 


𝐔𝐧𝐝𝐞𝐫𝐰𝐚𝐭𝐞𝐫 || 𝙿𝚊𝚞𝚕 𝙻𝚊𝚑𝚘𝚝𝚎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora