Ch5: Guíeme, ¡Oh, su excelencia...!

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I

Alguien pensaba algo, pero más que una idea era el recuerdo de una aldea y unos guardias reales iban una pequeña choza, tocaron la puerta.

Un niño de unos siete años de edad estaba algo asustado, iba vivir con otras personas que no eran sus hermanos y madre.

En el exterior de la pequeña choza estaban esperando al chico, pero en el fondo no quiere ir con esos guardias.

—Mami, no quiero separarme de ustedes, por favor, imploro al todo poderoso, señor de la bendición, que por favor me deje quedarme con ustedes —habló muy pero muy triste.

—No temas, pequeño, alégrate hijo, el rey te ha premiado para ser digno de estar al lado de la corona, la hazaña de salvarla no lo hace cualquier persona y menos gente como nosotros —dándole una cálida sonrisa.

—Pero mami... —soltando lágrimas.

—Le doy gracias al cielo, por darme tan maravilloso regalo que en realidad no me pertenece, lo que hiciste no es de alguien común y corriente hijo, tu hazaña te ha valido ir al verdadero lugar de donde debiste nacer —con una sonrisa tierna y algunas lágrimas.

—Mamá... -estaba llorando mucho.

El muchachito estaba conmocionado por lo que hizo y querían hacer con él, sin embargo, sus hermanos le darían el valor faltante.

—Alégrate, hermanito. No todos los días el cielo premia tan valerosa acción —dándole una palmada en la espalda.

—Segundo hermano mayor, solo sé que tendrás una buena vida, es lo mínimo por salvar a la princesa —se lo decía con una sonrisa que ocultaba tristeza.

—Hermanito, solo te pedimos algo... no nos olvides, toma esto —con algunas lágrimas le extiende su mano.

Le da un trozo de una vestimenta que ellos usaban al jugar a los caballeros. Lo guardó en su pequeño bolsillo y miró a los ojos a su familia.

—Mamá... Hermanos... ¡Nunca los olvidaré! —lo expresó con muchas lágrimas.

Corre donde ellos y los abraza con un amor infinito, todos lloran, pero él más. Más adelante sabría que el destino le tenía deparado un largo sendero para tan corta edad.

Salió afuera de la casa, el guardia lo escoltó hasta el caballo, subió, miró al lado y moviendo la mano se despidió de su familia, la cual estaba triste por su partida y feliz porque eso demostraba que Dios los amaba a ellos por darles como hermano a tan valeroso chico...

II

Skipper estaba pensante, no dejaba de dar hipótesis sobre aquel secuestro que impactaría a los demás reinos fuera del país de las coníferas si es que lo supieran.

Winston se preguntaba si aquello que pasaba era algo cruel del destino, amaba a Lolanord como nadie se imaginaba. Desde que la conoció no deja de pensar un día en ella.

El rey Robert II estaba pensante en su trono, había mandado un buen grupo de búsqueda para encontrar a su cuñada, no quería imaginar si eso le pasara a su reina.

En el salón del rey Lynnser, todos se reunieron para conversar sobre ese dato dado por ese mensajero.

—Sus majestades, por favor, deberíamos ser más mesurados, un mal movimiento y podría causar muchos problemas —dijo Bernard con tranquilidad.

Como un cuento de hadas...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora