I
... Casi tres años pasaron desde que aquel muchacho partió por la senda de la providencia y la justicia.
Recibió un entrenamiento estricto e intensivo junto a otros dos chicos de su edad, con los cuales, forjó unos fuertes lazos de amistad.
—No te distraigas, niño —blandían espadas ambos, maestro y alumno.
Faltaba una hora para que el atardecer culmine, el retiro del Sol daría el término de las prácticas de ese día, las cuales fueron muy arduas desde el primer día.
Los amigos del muchacho ya habían tenido un duelo amistoso de práctica con su maestro y salieron victoriosos, solo faltaba el muchachito.
Era como una fortaleza en lo alto de unas montañas, pero que al entrar no era más que parcelas y un cuartel que servía como residencia y hospedaje para el caballero y los aprendices.
—¡Venga! Este día no habrá valido por cada sudor puesto en la práctica si no me ganas —se notaba que se tomaba en serio el combate.
—¡Vamos! ¡Ganale a Sir Grant! —dijo el que sería su mejor amigo.
—Tú nos puedes vencer, ¿cómo no podrías vencer al maestro? —dijo su otro amigo dándole ánimos posibles.
El jovencito estaba acorralado en el dilema de si hacer todo por ganar o pelear con el debido respeto al oponente y a la batalla. Sin embargo, ese sentimiento de sobrevivir despertó.
Al estar en las parcelas cerca de las paredes de la fortaleza, aprovechó aquello para hacer que su maestro se confiara, lanzara un ataque directo, esquivar y seguido de eso dar una casi estocada.
Su maestro se dio cuenta de su plan, y procedió a acercarse lentamente, quería que pensara y no se confiara con una sola estrategia.
El plan del chico estaba a la perfección porque al mover con fuerza su espada, generó que la tierra se esparciera y dejara sin visión a ambos.
El maestro sintió que su alumno estaba detrás de él, pero al atacar, se dio cuenta que era la espada de su aprendiz con su vestimenta superior puesta como señuelo.
Pateó por detrás a su maestro e hizo que cayera, seguido de eso tomó su espada y la clavó al lado de la cabeza de él.
—Eres más listo de lo que pensé —expresó con orgullo al notar el uso de campo por parte de su alumno.
—¡Hey! ¿Están bien? —expresó el mejor amigo.
—¡Eso fue sucio! —dijo el otro amigo con molestia.
El muchacho se dio cuenta que no respetaba el código de peleas de caballeros, empezaba a sentirse mal.
—No siempre van a combatir con personas leales, en el campo de batalla existe de todo, no siempre debes seguir un protocolo —expresó el maestro.
En la noche, mientras el maestro y su hombre de confianza de tierras lejanas conversaban sobre unos problemas que estallarían, aquel muchacho estaba en su aposento leyendo algunos poemas.
—¡Hey! —dijo su amigo que estaba detrás de la puerta.
—Vamos a caminar un rato —le dijo en voz baja su mejor amigo que vigilaba que nadie pasara por allí.
—Pero debemos estudi... —fue interrumpido.
—Solo serán unos momentos, ¡vamos! —lo expresaban muy entusiasmados.
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Como un cuento de hadas...
Fiksi PenggemarEn en el país de las coniferas, en la imaginaria Woodsham, reina la familia de los Loudster, la doncella Lolanord, una de las tantas princesas, es raptada por unos hombres de capa negra con motivos desconocidos. La cual será ayudada por un muchacho...