Viernes 19 de Abril, 2013
Siempre hay un momento en que la vida descarrila. Todos tienen un día como ese.
El mío había sido cuando Clementine murió.
Sentía como si todo mi cuerpo fuese a derretirse como mantequilla en cualquier momento. Decidí darme un baño y dejar que el agua me cubriese la cara. El agua me escoció los ojos cuando los abrí, envolviendo mi cuerpo por completo. Me imaginé una imagen de mí misma, desde arriba; una chica debajo del agua con cabello blanquecino rodeándola como haces de luz.
Me imaginé lo que Clementine podría haber sentido ese día, debajo del agua, resistiéndose a subir unos pocos centímetros fuera.
Los pulmones comenzaron a quemarme por falta del aire. Salí con brusquedad hacia afuera, jadeando por bocanadas de aire. «Tranquila, tranquila», me consolé. «Todo va a estar bien.»
Volteé mi cabeza hacia el teléfono celular apoyado en el lavamanos del baño. Me quedé en aquella posición por minutos, tal vez horas, con el agua tibia enfriándose hasta que el celular vibró.
Alargué mi brazo bruscamente y un chorro de agua salió volando. Vi la pantalla del móvil y aguanté la respiración. Estuvo a punto de resbalarse de mis manos hasta que caí en la cuenta de que Jonny estaba llamándome.
—¿Qué pasa? —dije intentando sonar tranquila. No pude.
Exhaló, enviando una ráfaga de estática a través del teléfono.
—Escucha —repuso Jonny entre jadeos, se me puso la piel de gallina—. No tengo tiempo, necesito que me confirmes algo.
—Dime.
—¿Tienes alguna idea de que Jake o alguno de sus secuaces sepan dónde se encuentra tu casa? —Jadeó.
Fruncí el ceño, en silencio. Analicé todos mis pensamientos y recuerdos. Apreté los dedos contra el borde de la bañera.
—Vamos, muñeca —insistió—. Tienes que pensar, no es muy difícil. Piensa, piensa.
—No creo...
—Esto es peligroso, de verdad. Clementine está en tu casa, ¿cierto?
—Cierto...
—Entonces, ¡piensa, por favor!
—¿Por qué me preguntas esto? —espeté—. No me estás diciendo algo. ¿Quieres decir que alguien está dirigiéndose hacia mi casa en este mismo momento?
—¡Puede que sí! —Se lo escuchaba tenso.
—¿Por qué alguien querría hacerle daño a Clementine, ahora? —escupí incrédula.
—¡Oh por dios, puede que Jake, maldita seas, Brenda! ¿Te estás escuchando?
Todo lo que necesitaba para comenzar a entrar en pánico fueron esas palabras y la tensa voz de Jonny. No podía hablar, porque oí con atención los sonidos desde el otro lado. Alguien estaba murmurando en el oído de Jonny.
—Acaban de decirme algo —dijo, todavía jadeante—. ¿Hay alguna posibilidad de que hayas conocido a alguien bastante atractivo?
—¡Detalles! —chillé histérica.
—Y hmmm... —Se oyeron murmullos—. ¿Y por casualidad un sujeto con ojos grises, cabello castaño, sonrisa socarrona?
Se me paró el corazón.
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Cuando los ángeles merecen morir
Novela JuvenilMi único propósito es informar sobre el trastorno bipolar, las pérdidas de personas muy cercanas y la depresión. Son temas muy delicados pero que muchas veces no se consideran tan importantes. A veces, la gente piensa que hay enfermedades que son pe...