Capítulo 1

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Londres, 1895

El baile otoñal de la Luna era uno de los acontecimientos del año que nadie se podía perder, porque era el principio de la temporada en Londres. En dicho baile se presentaba a las jóvenes nuevas en las fiestas de sociedad y las que ya estaban se exhibían para buscar maridos adecuados. Si no recibías una invitación para aquel baile era porque no eras importante en la sociedad y luego estaban las invitaciones de cortesía, como la expedida a la familia Aino, hijos del difunto conde Alfred Aino.

Los hermanos de Mina eran dos, hijos de padres distintos. El mayor Darien, de 25 años era hijo de un conde ingles que había muerto antes de poder casarse con su madre y reconocer a aquel retoño. El mediano Seiya de 23 años era hijo del mejor amigo del conde, también lo había aceptado como suyo, por el gran amor que le tenía a su esposa. Y, por último, Mina era la única hija legitima del conde de Aino. Había sido presentada en sociedad a los 16 años, pero aún a sus 20 no había encontrado ningún pretendiente. ¿La razón? En la alta sociedad se decía que ella era la heredera de la actitud lujuriosa y pecaminosa de su madre, por esa razón todos los "pretendientes" que se le acercaban pensaban que conseguirían el tesoro antes de casarse.

Darien estaba felizmente casado, con una bella joven en estado de buena esperanza. Él había sido el heredero del título de conde de Aino aunque su apellido verdadero sea Chiba, y por lo tanto también es el tutor legal de Mina, el cual decidiría quién era apto para su casamiento. Seiya aún no había decidido su casamiento con la joven a la que cortejaba. Este también opinaría sobre el casamiento de Mina, porque así lo habían decidido entre los hermanos. Mina tenía una dote de 800 mil libras, las cuales atraían a muchos falsos pretendientes que lo único que querrían era esa pequeña fortuna. La única condición era que Mina la recibiría cuando tuviese a su primer hijo, lo cual echaba hacía atrás a muchos de esos pretendientes.

Aquel baile estaba lleno de expectación porque el nuevo conde y comandante de la marina Kunzite Lexington aparecería después de muchos años sin ir a ningún baile de sociedad. Él era uno de los solteros mas codiciados ya que su riqueza y prestigio solo se podía comparar con la de la reina. Todas las jóvenes casaderas tenían orden de seducir al conde Lexington a como diese lugar, Mina incluida. Todo el mundo creía que era un mujeriego, pero nunca se había demostrado si así era.

Se podía ver a una joven rubia, de ojos azules y con un vestido de color naranja pastel, a un lado de la celebración pegada a uno de los grandes ventanales del salón de baile. Ciertamente, no le gustaban en esos bailes tan frívolos, pero su hermano la había obligado a asistir. Por lo visto la persona mas esperada de aquel evento había llegado, puesto que todo el mundo se agolpaba en la entrada. Mina se aburría muchísimo y quería irse de aquel lugar cuanto antes.

Mina comenzó a caminar, cruzando todo el salón, para llegar donde estaban su hermano y cuñada, los cuales parecían estar tan felices hablando entre ellos. Se cruzó con una antigua amiga, la cual la había dejado de lado al entrar en la sociedad. Aquella chica se había casado con un viejo conde que le había dejado toda su fortuna y tierras, por lo que ahora era una de las viudas más jóvenes de la sociedad.

Como siempre pudo oír los cuchicheos que existían a su alrededor mientras cruzaba aquel salón. Al llegar a la altura de su hermano, vio que hablaba con alguien alto con un extraño cabello blanco  grisáceo que llevaba repeinado hacía atrás, al mirarla aquellos ojos oscuros le traspasaron él alma.

—Conde Lexington, le presento a mi hermana Lady Mina Alice Aino– la nombrada formó una mueca de desagrado en su rostro, odiaba su nombre completo-. Hermana el es el conde Kunzite Lexington.

"Así que este es el sujeto del que todo el mundo ha estado hablando", pensó Mina mientras miraba lo costoso e impecable de su apariencia y vestimenta.

—Lord Lexington -pronunció haciendo una ligera reverencia en su dirección-.

—Lady Aino- pronunció mientras cogía la fina mano de Mina y se inclinaba a besarla-.

Mina sintió un escalofrío recorrerle la columna. Después del saludo, se quedó allí escuchando en silencio lo que aquel hombre hablaba con su hermano, parecía que se conocían hace mucho. Durante aquella conversación la rubia pudo darse cuenta del ego tan subido que tenía el conde, ella odiaba a la gente así. Su hermano y cuñada se disculparon alegando tener que ir a conversar con unos amigos, por lo que dejaron a los dos solos. Claramente era una estrategia para que hablasen a solas.

Kunzite examinó a Mina de arriba abajo, había visto muchas mujeres como ella, reservadas y que se mantenían pensativas la mayoría del tiempo. No era igual de dotada físicamente que su amante, pero sabía realzar y mantener oculto aquello que la distinguía como mujer. Después de todos los rumores que había escuchado de ella esperaba a una mujer claramente distinta a la que tenía delante.

—Lord Lexington le agradecería que no me estudiase como si fuese un pura sangre al que quiere comprar – comentó Mina mientras miraba a otro lugar, su tono de voz había sido bastante frío y cortante-.

—¿Quién dice que la estoy estudiando Lady Aino? – Preguntó retóricamente Kunzite para después dar un sorbo a su copa de coñac.

—Será su mirada puesta fijamente en mi persona, la que lo dice – contestó de manera mordaz-. Diría que su compañía a sido grata, pero estaría mintiendo descaradamente. Si me disculpa - pronunció mientras hacía una ligera reverencia-.

Ahora entendía una de las razones por las que a su edad aún no había encontrado un marido. Kunzite la vio alejarse, con su delicado y recatado porte al caminar. No le extrañaba que no consiguiese pretendientes, era fría e indomable. El peli-blanco desvió su mirada hacía su amante, la cual le hacía una leve seña para que fuese al área del jardín.

Mina había ido junto a su hermano y le había pedido que se marchasen de la fiesta que ya estaba cansada, pero tras una negativa de su hermano había decidido salir al jardín a tomar un poco el aire y alejarse de tanta frivolidad. Cruzó de nuevo el salón de baile hasta la gran puerta que daba al jardín, el cual tenía un balcón y escaleras a cada lado que daban acceso al jardín.

Posó sus manos en la gran barandilla de mármol de aquel balcón, mirando en un principio al frente y terminando por alzar su mirada al cielo nocturno, el cual estaba plagado de estrellas y la luna se veía hermosa aquella noche. Un sonido la sacó de su ensoñación. Volvió a escuchar otro sonido, por lo que para calmar su curiosidad se asomó y al mirad hacía abajo pudo ver a su antigua mejor amiga, Esmeralda, con el hombre con el que estuvo hablando hace solo unos minutos. Este parecía estar centrado en los pechos de la joven, cuando pareció que se alejaba de ellos Kunzite miró hacía arriba donde estaba Mina y los ojos de ambos hicieron contacto.

Cadena Del Amor (Adaptación Mina/Kunzite) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora