Capítulo 2

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Enseguida Mina se apartó del balcón y volvió a entrar en el salón rápidamente. No quería encontrarse con ellos y ser acusada de ser una mirona porque no era así. Así que era verdad que Kunzite tenía una amante y encima era su antigua mejor amiga. Si antes quería marcharse, ahora lo deseaba fervientemente y sin ningún deje de duda. Volvió a acercarse a su hermano, pidiéndole por favor que se fuesen que se encontraba mal.

Después de todas las despedidas y que preparasen el carruaje pudieron marcharse a casa. Cuando llegó a su habitación, la doncella la ayudó a quitarse el vestido y a deshacerse el peinado. Mientras que la doncella preparaba la cama, Mina se peinaba el cabello pensando detenidamente en lo sucedido con el conde Kunzite Lexington. Definitivamente no le caía bien, pensaba que podía tener loca a la mujer que quisiese. Por supuesto, Mina no estaba diciendo que no fuese apuesto, claramente tenía una belleza masculina poco vista en aquella sociedad.

Cuando terminó de peinar su cabello, lo trenzó para así evitar que se le enredase mientras dormía y caminó hasta la cama, acostándose boca arriba mirando al techo hasta que se quedó completamente dormida.

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Su hermano y cuñada habían salido a tomar el desayuno fuera, por lo que ella se encontraba en la terraza que daba al jardín tomando el té mientras leía uno de sus libros favoritos. La brisa otoñal, pese a ser fría la hacía sentir en paz y armonía. Pudo estar ahí como una hora en soledad hasta que llegó el ama de llaves anunciando la llegada del conde Lexington. Mina le dijo a la señora que lo hiciese pasar y que le preguntase si gustaba algo de tomar.

En cuanto salió de la casa, Mina se sintió ligeramente nerviosa porque no sabía cual era la razón por la que se encontraba allí. Mina como buena dama hizo una reverencia.

—Lord Kunzite Lexington, no esperaba su visita – comentó educadamente mientras hacía una seña con la mano ofreciéndole el asiento que había frente a ella-. Por favor siéntese, espero que le haya dicho a nuestra ama de llaves lo que desea tomar.

—Si, Lady Aino – contestó mientras tomaba asiento-.

No hablaban. El ama de llaves llevó una taza con café y la dejó en la mesa delante del conde. Cuando la señora se retiró cerró la puerta que daba acceso a la casa, para dejarles cierta intimidad a ambos. Mina dio un sorbo a su té volviéndolo a dejar encima de su taza. Sentía los ojos de él clavados en ella, aquella sensación la hacía sentir mal indirectamente.

—Anoche se fue pronto del baile – no era una pregunta, era una clara afirmación-.

—Comenzó a dolerme la cabeza – contestó tranquila mientras sonreía al joven-. ¿Usted se divirtió en la fiesta? Tengo entendido que era su primera después de mucho tiempo.

—Sabe que si la disfruté Lady Aino – comentó, diciéndole con aquello que si se acordaba de lo que había pasado en el jardín de aquella mansión-. Le pido que sea discreta, vivo mi vida personal de manera anónima en la sociedad.

—Lo raro es que Lady Esmeralda no lo haya comentado ya – comentó mordaz haciendo que él se atragantase con el sorbo de café-.

—Si quiere seguir más le vale que no lo diga. Usted debe de entenderla, ¿no es así? – le devolvió con un tono que podría cortar el mármol-.

—No sabía que ahora se creía todos los rumores que escuchase – contestó con una sonrisa cargada de enfado. Mina estaba intentando no perder los papeles-.

—La envidia es insana Lady Aino, debería controlarla – dijo fingiendo falsa preocupación-.

—Lord Lexington si no quiere que se rumoreé sobre usted debería evitar su lujuria en público y dedicarse a mantenerlo en privado. Le puedo asegurar que en cuanto se busque otra amante, claramente cuando se canse de ella, Lady Esmeralda contará que la sedujo. La conozco lo suficiente – comentó mientras volvía a llevar la taza a sus labios-.

Cadena Del Amor (Adaptación Mina/Kunzite) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora