Capítulo 7

425 29 0
                                    

Llevaba unos minutos quieto, sin moverse, solo mirando la casa. Por fin se atrevió a acercarse, pensaba entrar sin llamar y encontrar a su esposa. Pedirle también una explicación de todo eso, porque lo que había hecho no estaba bien. Entró y vio a la criada en el pasillo, la cual conforme iba entrando en la casa, revisándola. Le instaba que se fuera que allí no había nadie, pero en la última habitación encontró a su esposa de pie al lado de la ventana.

Mina había escuchado la voz de su sirvienta, intuyó que probablemente su hermano ya se hubiese enterado de que estaba allí y la hubiese ido a llevar a rastras de vuelta a su casa en Londres.

—Mina – susurró Kunzite, haciendo que enseguida Mina se pusiese un poco tensa-.

Ella no se dio la vuelta para mirarlo, sabía quién era con solo escucharlo. Podía oír también a su compañía en aquella casa, diciéndole que dejase sola a su señora. En ese momento, Kunzite era la única persona a la que Mina no quería ver, él se sentiría decepcionado con ella por todo lo que había pasado.

—Lita, déjanos solos y por favor ve a la casa principal. Lleva lo necesario para dormir esta noche allí – la voz de Mina sonó tan fría y sin vida que hasta Kunzite se sorprendió-.

La joven se marchó de la casa tal y como Mina le había pedido. Durante todo ese rato habían permanecido en la misma posición en la que estaban antes, pero todo cambió cuando la muchacha se marchó de la casa, ya que lo sabían por el sonido de la puerta principal cerrarse.

—¿En qué demonios pensabas cuando te marchaste de casa? – Preguntó Kunzite mirando a Mina enfadado.

—En dejarte libre, en unos meses me habrían dado por muerta y tu podrías casarte con Esmeralda, ¿cuál es el problema? -Su tono de voz seguía igual.

—El problema está que es contigo con quién me casé Mina. Además, sé que Esmeralda me mintió. Durante este tiempo me arrepentí de la manera en la que te hablé y pensaba disculparme contigo en cuanto te viese en casa, pero aquello no ocurrió.

—Kunzite, no soy buena para ti. Haz como si no me hubieses encontrado, cásate con una buena mujer y sé feliz – su voz seguía carente de vida-.

—¿Te estás oyendo? – Preguntó Kunzite cabreado acercándose a ella.

Al llegar la cogió del brazo y le dio la vuelta. Los ojos de Mina estaban cubiertos en lágrimas, sus ojos estaban rojos por el llanto y estaba más pálida y delgada que la última vez que la vio. Llevó ambas manos a las mejillas de su esposa, limpiando las lágrimas que emanaban de los ojos de su esposa. Mina refugió su rostro en aquellas manos relativamente callosas que sostenían su rostro.

—Me sentí muy dolida cuando me dijiste todo aquello. Quise explicártelo, decirte la verdad, pero no me dejaste hablar. Me trataste como si no fuese nada – el nudo en la garganta le impidió seguir hablando, sus lágrimas seguían corriendo por su rostro, haciéndola sentir vulnerable delante de aquel hombre-.

Kunzite la acercó contra él, tenía que hacer todo lo posible para que ella se sintiese mejor y volviese a casa. Ella era la única candidata aceptable en toda la sociedad para ser su esposa y tener el próximo heredero, tenía que hacer lo posible por que ella volviese a la casa de Londres. Mina lo rodeó con sus brazos y continuó llorando hasta que sus lágrimas se acabaron y por fin pudo separarse de él.

Cogió la mano de su esposo y lo guio hasta el sofá que había en aquel salón y se sentó aun agarrada de sus manos. Para tranquilizarse aún más le pidió que le contase lo que había pasado en su viaje, así ella se tranquilizaría para decirle aquello que sólo sabían la sirvienta y ella. El conde sabía lo que su esposa quería y el simplemente le estaba dando la manera de calmarse. Kunzite le contó su viaje con todo lujo de detalles mientras que sentía las dos manos de su esposa en la suya.

Cadena Del Amor (Adaptación Mina/Kunzite) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora