Capítulo XXXIX

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*Narra Emily (Meyli)*

Me encontraba en el baño mojando mi rostro en el lavamanos, levante mi mirada, encontrándome con mi reflejo en el espejo, aún mantenía ligeramente el sonrojo, pero no era tan notable como antes. Lo de John me había tomado desprevenida, a pesar de perderme en su mirada, y el ver como se me acercaba. Cerré la llave del lavabo mientras me recargaba contra él, suspiré tranquilizándome, después de unos largos minutos dentro del baño decidí salir del lugar.

— Podría tomar mi hora del almuerzo y no regresar, pero eso sería faltar a mi trabajo — Negué para mí caminando a mi escritorio, una vez en el lugar continúe con mis trabajos. Pasado unos minutos abrí el pequeño cajón del escritorio buscando el pequeño libro que contenía dentro.

Rebusque entre sus páginas hasta encontrar una en blanco, tome el bolígrafo que tenía en mi escritorio para comenzar a escribir en él. Una vez terminada mi narración, guarde secretamente el libro en su lugar colocando la pluma en su lugar continuando con mi trabajo en el ordenador — Por fin — Sonreí estirando mis brazos y piernas en mi lugar retirándome de la computadora feliz, mire el reloj que contenía. Bien, termine antes de lo previsto, tome un pequeño papel escribiendo en el "Buenas noches, jefe John, quería informar que me ha surgido un imprevisto, por lo cual termine mi trabajo antes y paso a retirarme. Gracias por su compresión" Coloque la pluma sobre el papel, dejándolo a la vista.

Apague la computadora, acomode mis cosas para después tomar mi abrigo y bolso pasando a retirándome del lugar. Aun no era hora de que John saliera del trabajo, y estaba cometiendo un error al retirarme sin avisarle a John, pero, prefería que me descontara de mi sueldo a tener que verlo por lo que quedaba del día, por suerte después de lo ocurrido no me había llamado para nada a su oficina.

Pasadas las horas y de haber llegado a mi departamento me dirigí al refrigerador buscando que cenar — Nada — Suspire decepcionada, se me había olvidado surtir la despensa, mire el reloj que tenía mi muñeca sonriendo un poco — Bien, si corro, tal vez alcance abierto un súper mercado — Tome las llaves del automóvil, mi bolso y una pequeña chamarra. Después de unos minutos, estacione mi coche fuera del súper. Entre comenzando a comprar unos cuantos víveres.

— ¿Puedo ayudarla en algo? —

Mire distraída al sujeto que me sonreía amablemente — Si, ¿Podría decirme donde guardan los condimentos? —

— Por supuesto, están a dos pasillos de aquí —

— Gracias — Sonreí de la misma manera que él para dirigirme al lugar indicado — Los encontré —

— No pensaba encontrarte en un lugar así —

Dirigí mi mirada confundida a la persona parada a mi lado, apreté un poco lo que traía en brazos. Tenía que actuar normal — Yo no pensaba que un empresario viniera al súper con — Guarde silencio recorriendo su vestimenta con la mirada — ¿Pijama?, ¿Enserio? —

— Bueno, se me termino la leche, y tuve que venir a comprar una —

— ¿Y entonces que haces en este pasillo? — Crucé mis brazos mirándolo con una ceja levantada y confundida, el pasillo de lácteos estaba un poco lejos del que me encontraba.

— Simplemente seguí la hermosa luz que desprendes —

Me sonrojé levemente ante lo comentado mirando cómo se comenzaba a acercar lentamente — Se puede saber que planeas hacer — Cerré mis ojos para alejarme de él antes de ser acorralada para después mirarlo.

— Te has reído de un empresario por salir en pijama, ¿Crees que te dejare ir tan fácilmente? —

— ¡Oh! Pues discúlpeme su majestad — Reverencie ante él para poderlo alejar. Mire el lugar, casi estaba solo y tenía que irme, ya tenía lo que necesitaba. Comencé a caminar pasando por el lado de Williams manteniendo la calma — ¿Qué estás? — Parpadeé confundida mientras asimilaba la situación. Williams, tomándome de la muñeca, sus labios contra los míos. Estaba enojada e irritada ¿Quién se creía para besarme de la nada? Tire las cosas que traía al suelo para poder abofetear en la cara — ¡Eres un idiota Williams! — Junte mis cosas que había arrojado al suelo para poder alejarme de él. Me retire del lugar, pagando lo que llevaba para después entrar en el auto y tomar el volante entre mis manos apretándolo fuertemente sin controlar las lágrimas que recorrían mis mejillas silenciosamente.

Matrimonio ArregladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora