"Azufre y Perfume"

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Despertar en aquel lugar cada día era más fácil, ya su cuerpo se había amoldado a la cama, e incluso, tenía un lugar favorito en esta.

El recuento de las últimas semanas, Law había tenido que quedarse en la casa de seguridad para cuidar de Kid hasta su entera recuperación. Cada día iba a la habitación de Kid, ya hasta habían cambiado al pelirrojo a una habitación diferente, donde había una enorme cama, cubierto por sabanas y un edredón color vino; la mejor habitación de la casa por supuesto.

Al principio era fácil lidiar con él, a veces molestarlo o incluso "tratarlo mal" siempre acompañado de Monet.

Las cosas se pusieron un poco más difíciles cuando Kid empezó a recuperar fuerza y sus reflejos se hicieron más ágiles.

— ¡Eusstas tienes que tomártelas maldita sea!

— ¡¿Qué parte de que no quiero no entiendes?!

Monet observaba muy divertida aquella escena donde Law intentaba meter las pastillas a la boca de Kid, sin poder tener éxito, ya que poco a poco iba perdiendo fuerza.

— Eres peor que un niño. — Resopló molesto el moreno.

— Ya no necesito esas cosas, ya estoy mucho mejor.

Un simple toque en cierta zona del brazo del pelirrojo hizo que se arqueara y aullara del dolor.

— ¡Trafalgar hijo de puta!

El ojigris dio media vuelta para salir de la habitación, encargando a Monet de que le diera las pastillas.

— Señor Kid, debería de dejar de ser tan terco, entre más pronto acabe con el tratamiento. Más rápido se irá Trafalgar.

Un extraño sentimiento embargó al chico, por las noches, pensaba que era esa sensación de "no odio" como él lo llamaba.

Sin embargo, las noches eran abrumadas por sus viejos recuerdos, algunos llenos de buenos momentos y otros no tanto.

— Killer...





Flashback


— Kid, ya estoy convencido de que ya no me amas, y por el amor que te tengo voy a dejarte ir y no pondré más peros a esto...

— Killer no me estas entendiendo... no... no es eso...

— ¿Entonces qué es? Quiero que me mires a los ojos y me digas que me amas aún.

El rubio le encaró, enfocando sus ojos azules a los de color ámbar del pelirrojo; no estaba ahí; el Kid que conoció hace tiempo, ni el amor que con tanta pasión se profesaban el uno al otro, ese fuego intenso que bastaba con mirarse para lograr avivarlo.

Ahora solo estaban aquellas piedras preciosas que para Killer eran los ojos del pelirrojo, estaban ahí pero sin brillo, tan lejanos que parecían estrellas.

— Tienes razón, yo... ya no te amo.

El rubio sonrió expresando así su roto y devastado corazón, una parte de él necesitaba escucharle decir eso, pero otra, deseaba que fuera mentira, un mal sueño.

— Está bien Kid, y mi lealtad hacía ti no se desvanecerá, eso no tiene por qué cambiar.

Hubo un último encuentro de miradas, Killer aún no podía dejar de sonreír destrozado por dentro, mientras que en Kid una indescifrable expresión se marcaba en todo su rostro; no podía mantener la mirada fija en el otro, mirando a la ventana, no sabía si llorar o tratar de abrazar a Killer, besarlo y así saber que estaba equivocado, pero tampoco quería hacerlo, sentía el deseo de dejar ir a Killer, no de una forma dolorosa y triste, si no, por el impulso que muy adentro de su corazón sentía, era como raro y extraño presentimiento.

Plomo negro y carmesí.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora