Cap. 14

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Caminó hasta ingresar en los cuarteles de Erudición. En menos de nada ya tenía más de tres guardias sobre ella, tomándola por la fuerza para evitar algún ataque.

Y en ningún momento sus lágrimas pararon de salir de sus ojos, no desde que había salido de la habitación que compartía con Cuatro, en la madrugada.

( . . . )

—Valentine se fue.

—¿Qué? ¿Cuándo?

—Anoche—, tomó un arma y se encaminó a la puerta. Bastante preocupado .

—Tobias. Espera. La gente te ve como un líder, no puedes abandonarla así.

—Las pláticas morales no son lo tuyo, madre—, escupió casi con odio y abriendo la puerta con agresividad, salió corriendo dispuesto a ir a los cuarteles de Erudición.

( . . . )

Llevaba ya unas horas sentada en esa insípida celda de paredes grises. Tiempo suficiente para controlar las lágrimas que llevaban saliendo desde la madrugada. Sin embargo, casi pensó que había sido inútil calmar su tristeza, pues hacía unos minutos había pasado una camilla. En ella yacía el cuerpo sin vida de Tris. Sus mejillas aún tenían color, dándole a entender que había muerto hacía unos minutos.

No la dejaron salir de la celda, sin embargo, habían acercado la camilla a la puerta de cristal.

Casi como una tortura. Mostrándole el cuerpo de su... amiga.

Miraba sus manos con una mueca triste, intentando contener sus ganas de desmoronarse y caerse a pedazos. Se fijaba en cómo la chaqueta de Cuatro cubría sus manos debido a la diferencia de tamaño. Una sonrisa melancólica se le escapó.

—Vaya... debo admitir que me impresionas—, Peter ingresó a la celda, usando un odioso uniforme de Erudición—. Quiero decir, sabía que eras tonta pero no tanto como para venir a entregarte tu sola.

—Las muertes tienen que parar.

—Vaya. Sacamos a la chica de Cordialidad pero no la cordialidad de la chica—, tomó con fuerza su brazo y tiró de ella, obligándola a caminar fuera de la celda—. Andando. Naciste Cordial y siempre lo serás.

Él la condujo por los pasillos, finalmente adentrándose en una gran sala, con paredes blancas impecables y un gran cristal que la dividía en dos. En la primera, donde se encontraban ellos, había únicamente una caja metálica, en ella estaban las facciones. Se fijó bien en el lugar, notando que en el centro de la sala había un círculo y que sobre éste el techo era nulo.

—¿Qué es esto?

—Es la única razón por la que estas viva. Adoro saber lo que tu ignoras—, sonrió triunfante—. Tienes que abrir es caja, Valentine, superando todas las simulaciones de las cinco facciones... pero todos lo que lo han intentado han muerto...- ups, no debí decir eso—, se burló y con un movimiento de hombros con desdén dijo—. Ya qué.

Entonces la voz de Jeanine resonó por algún parlante ubicado estratégicamente de modo que no era visible.

—Es notable... que al final de cuentas, entre tanta gente: fueras tu.

—Tan notable como la cantidad de gente que ha matado—, giró sobre su eje, encontrándose a Jeanine Matthews del otro lado del cristal.

—Estos tiempos requieren medidas extremas. Tal vez te cueste creerlo pero lo he hecho por un bien común.

Soltó una carcajada incrédula, llena de odio y rabia.

No vine aquí para escuchar estupideces. Vine para detener las muertes. Y me topo con un circo. Qué mal chiste.

—Párate en ese círculo, por favor—, dijo Jeanine antes de alejarse del cristal.

—Párate sobre el círculo, por favor—, señaló la zona con el arma, aún apuntándole. Se acercó a ella peligrosamente, esta vez ubicando el arma en su nuca.

El coraje y la ira la invadió nuevamente.

Se giró, con suma facilidad le arrebató el arma a Peter de las manos y con la misma lo golpeó en la cara. Pateó una de sus rodillas, haciéndolo tropezar, quedando él apoyado sobre el cristal que dividía la sala.

Ahora era ella quien tenía ventaja sobre el otro. Peter soltó un gemido de dolor, llamando la atención de los eruditos del otro lado.

—Oh...—, Jeanine miró interesada la escena.

—Que paren los suicidios o juro que lo mato—, amenazó, quitándole el seguro al arma.

—Oh... esta bien. Puedes matarlo, tenemos muchos guardias.

—¡¿Qué?!—, gritó Peter escandalizado.

No va a jugar conmigo. No. No hoy. Si juega con fuego se quemará. Ya verá.

Empujó a Peter lejos de su vista, apuntó con el arma en dirección a Jeanine. Disparó tres veces, notó entonces que el vidrio era a prueba de balas.

¡Ding!

Posó el arma en su sien. Retadora. Altanera.

—Tu me necesitas viva, para hacer esto.

—Valentine—, escuchó la voz de Edd a su lado.

—Edd...

—Yo...-

—No tienes que hablar con ella. Sólo empeoraría la situación.

Edd tomó el arma en sus manos y salió de la sala. Una gran puerta se cerró en su cara, dejándola a ella sola con la caja.

Maldito bastardo.

—Si hago esto: los suicidios pararán—, habló sintiendo un nudo formarse en su garganta, debido a la traición.

—No.

Una maldita facción de bastardos.

—Los suicidios continuarán hasta que hayas completado las simulaciones. Eso será suficiente incentivo.

Entonces se volvió a alejar del cristal, a su lado iba Edd, justo como lo haría una mascota.

Uriah...

—Mierda...

Entonces optó por obedecer. Pararse en el círculo y acabar con la tortura lo más pronto posible. Así, también, acabarían los suicidios. Y Zeke, Lynn, Marlene y Hector estarían a salvo. Pues sabía que ni Cuatro ni Uriah corrían el peligro de ser parte de los suicidas, al ser divergentes eran inmunes.

Y caminó hasta el círculo, ubicándose en la mitad de este, esperando a que algo pasara. Entonces varios cables que parecía tenían vida propia, la rodearon y se clavaron en su piel, dejando una sensación de quemazón en las zonas afectadas. Poco a poco fue cayendo en un sueño controlado; en una simulación.

( . . . )

—Tori halló la manera de extraerlos.

Uriah se acercó con una bandeja llena de chips en sus manos.

—Genial, ¿Cuántos faltan?

—Ya son todos—, dijo dejando la bandeja sobre una mesa.

Estaban listos.

-V

Lovely || Tobias Eaton (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora