Capitulo 4.

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Quedé boquiabierta. Agustín no había mentido, la gran casa colonial sí existía, y estaba justo en frente de nuestras narices, sólida como cualquier construcción contemporánea; pero emanaba magia por todas partes.

Me puse de pie y avancé con Harry sobre mi hombro sin mencionar palabra alguna. Supongo que teníamos miedo de que desapareciera si abríamos nuestras bocas, como si nuestro miedo quebrara la magia que se había esparcido por el lugar; hasta la lluvia completaba el cuadro perfecto.

Una vez en la puerta, tocamos tímidamente las paredes para asegurarnos de que eran reales. Y sí, todo estaba realmente ahí, era materia compuesta por átomos y por magia.

La puerta estaba a un costado, así que rodeamos las baldosas rojizas envejecidas, pero aún así mantenían un brillo opaco y particular. Los pilares de las esquinas eran de una madera añeja, pero firmes como en sus años mozos. No habían muebles, solo estaba la puerta verde entre toda esa pared pintada con blanca cal.

-¿Golpeamos?

-Si hay humo, alguien tuvo que haberlo encendido.

Pero no fue así. Tocamos tres veces y nadie se acercó a abrirnos, pensamos que estaban durmiendo o algo así, por lo que decidimos entrar sigilosamente –lo más sigiloso que se podía teniendo en cuenta que traía a cuestas a Harry don tobillo doblado “hago mucho ruido”-

-¿Podrías ser más cuidadoso? Ni siquiera con las cosas que no son tuyas tienes consideración.

Me miró de reojo con el ceño fruncido y no me dijo nada. Se limitó a lanzar gritos por la casa preguntando por el dueño

-Hey, ¡Señor de la chimenea! ¡Despierte, le llegaron visitas!

Pero nadie respondía. Lo solté al darme cuenta de que ya era capaz de dar pasos por sí solo; avancé por la casa, o por lo menos por su gran comedor.

Todos sus muebles estaban cubiertos por sábanas blancas, así que veía imposible que alguien viviera ahí. Sólo que tenía una cosa en mente…

-¡_____!  Aquí está la chimenea encendida

Eso era precisamente lo que quería encontrar. Me dirigí hacia donde provenía su voz, que era justo a espaldas de donde yo me encontraba.

Llegué a su lado y miré su rostro inmóvil, sus ojos habían adquirido un color ocre que no era natural. Y es que el reflejo del fuego hace que hasta los ojos más hermosos se vean despampanantes.

Me quedé sin aliento al ver su perfil, por lo que no me di cuenta de lo que tenía en frente hasta que Harry volteó su rostro y me miró directo a los ojos, llegando tan adentro como nunca nadie había llegado.

El dolor que sentí me llenó de nudos en la garganta y en el estómago, por lo que corrí rápidamente mi vista y me encontré con la habitación chispeante en fuego. Tampoco me había percatado de lo cálido que era aquel lugar comparado con el comedor de la casa. Las paredes, también de madera, adquirían un color ocre exquisito –no tanto como los ojos de Harry-; todo estaba amueblado lujosamente, los sillones tenían terminaciones perfectas y sus cojines eran de seda –lo primero que hice fue acercarme a tocarlos-, había una repisa con varias clases de pequeños adornos de vidrio, cristal y porcelana. Y en un extremo, se encontraba un escritorio de roble, de casi un metro de largo, con una silla enfrente y unos papeles sobre el.

Justo enfrente de la puerta principal, una chimenea enorme, hecha de ladrillos –no entendía por qué el material, si no iba acorde con la época de los muebles-, y mucho más desconcertante aún…

-¿Por qué está encendida?- Dije en un susurro

-No tengo las más mínima idea.

Y ahí nos quedamos, Harry estaba unos pasos más atrás y podía sentir su respiración entrecortada; el miedo también se estaba apoderando de él.

Storm {H.S} ×Terminada×Donde viven las historias. Descúbrelo ahora