Una nube cubrió mis ojos, aproveché que nadie tenía su vista fija en mí para darme media vuelta y salir a la cocina; estaba fría, pero era mejor derramar unas cuántas lágrimas ahí que en frente de todos. La música llegó a mis oídos y unos cuántos gritos también, Lizzie y Zayn habían optado por partir con algo de Elvis Presley; aún así, nada dentro de mí cambió, necesitaba a alguien... pero estaban ocupados y no quería molestarlos, se estaban divirtiendo. El hecho de que yo halla perdido esa capacidad no significa que ellos también.
Me apoyé en una de las mesas dejando que todo saliera tranquilamente, una lágrima calló dejando una pequeña mancha de dolor sobre un gastado paño de cocina, lo saqué y en ese instante otra lágrima calló sobre la mesa. No sé cuánto rato me quedé ahí, pero ya no era capaz de ver casi nada. La noche se estaba alojando ya.
Busqué entre los muebles y encontré las velas y los fósforos que Liam había dejado hace un rato por toda la casa. La encendí e iluminó tímidamente el lugar, seguí buscando y encontré la taza que buscaba. No tenía hambre así que decidí poner agua en la tetera para prepararme un té.
Me costó encender la leña de la cocinilla, pero lo logré. Mientras esperaba su hervor, fui a la despensa y saqué unas galletas dulces solo porque no me gustaba tomar el té caliente solo; encontré un tarro de café, hace meses no lo probaba… y esa tampoco sería la ocasión.
Cuando volví, la tetera estaba echando humo, por lo que apagué el fuego como pude –después de colocar unas cuantas brasas en el tarrito que me encontré para eso- y me serví el agua en el tazón, tomé las galletas y me dirigí a la habitación de la cama infantil, donde me quedaría esa noche y quién sabe cuántas más.
La lluvia había vuelto a ser torrencial, y si en algún momento paraba, teníamos que esperar que el barro se hiciera transitable.
No tenía ánimos de pasar por la chimenea, así que me di una larga vuelta para llegar a la habitación. Coloqué el brasero en la cama, y extrañamente todo el lugar se hizo más cálido, encendí otra vela y las coloqué en un lugar estratégico.
Antes de sentarme saqué las cartas que aún tenía en el bolsillo con un cuidado desmesurado. Tenían dos tipos de letra, como si fueran de preguntas y respuestas; todas tenían fechas, algunas cercanas entre sí, otras se saltaban por años, así que decidí ordenarlas temporalmente mientras me tomaba mi té y comía unas cuantas galleta cuando le agua quemaba mi garganta.
24 de febrero, 1822
Hoy en la tarde, mientras daba un paseo con Tránsito, una silueta en extremo brillante llamó mi atención, le pregunté a nana que quién era, y ella dijo su hermoso nombre, Agatha Ruiz, la hija más pequeña del gobernador. Mis ojos quedaron entumecidos y mi corazón dejó de latir por varios minutos. No lo tome como una atrevimiento, pero su belleza es deslumbrante. Déjeme por favor poder cortejarla y lograr que se enamore de mí como yo lo haré si usted me regala un sí.
Entregue su respuesta a mi nana, Tránsito, que visitará su hogar en un par de días más.
Entregándole su alma entera, Santiago.
28 de febrero, 1822
Le entrego mi alma sin pregunta alguna, sin condición y sin juicio. Yo conocía de su existencia mucho antes que viera mi brillante hermosura, pero por favor le pido, deje de halagarme así que me deja a mí sin palabras para halagarlo a usted, Santiago Calderón.
Le repito, le entrego mi alma, pero cuídela que está temerosa de ser dañada otra vez; no me quite el aliento que quiero vivir cada día que me queda junto a usted…
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Storm {H.S} ×Terminada×
FanfictionÉl había sido mi primer amor. Nuestras familias se conocían de algo así como... décadas. Lo conozco desde que se hizo pipí en sus pantalones en el kindergarden -tal vez desde mucho antes, pero ése es mi primer recuerdo que tengo de Harry. Siempre lo...