Sus ojos se pasaron por todos los rincones de la habitación. Los y las omegas esperaban pacientes a que nombraran su turno. Tony se mordió el labio inferior y se cruzó de brazos con indignación. No podía creer que pasaría por esto de nuevo. Simplemente todavía no se hacia la idea. Durante bastante tiempo estuvo convencido con la idea de que su querida María sería el último bebé del matrimonio. La temperada de cambiar pañales, de estar despierto a las tantas de la madrugada intentando consolar a un pequeño era algo del pasado. Algo que no iba a volver a pasar al menos no en esta vida. Sin embargo, ahí estaba otra vez. Haciendo la espera de que Bruce lo recibiera en el consultorio. Volteo su mirada hacia su alfa, el cual miraba concentrado un tríptico médico. Podía observar cómo se dibuja en sonrisa en su rostro.
Maldito alfa hormonal, pensó Tony para sus adentros. Claro, como él no tenía que llevar el bebé consigo, ni sentir los dolores de espalda, ni hinchazón en los pies. Si fuera por el tendrían un equipo de futbol como familia.
Sus ojos se desviaron hacia la mujer que se encontraba frente suyo. La mujer joven de pelo negro, leía concentrada la revista de maternidad que tenía entre los dedos. Bajó los ojos hacia el vientre pronunciado de la dama. Cerró los ojos sintiendo frustración. No podía creer que nuevamente engordaría como ballena. Lo peor es que ya estaba pasando. La camisa que traía puesta le quedaba un poco justa. Y eso, que le había quedado suelta hace unas semanas atrás. También ya podía sentir el contenido de grasa acumularse en sus caderas. Era obvio que las donas que había comido durante las madrugadas le iban a pasar factura en su cuerpo en cualquier momento. Sin embargo, él no sabía que esa gordura no se trataría únicamente por la comida, sino, que era por otro cosa. Pensar que todo el esfuerzo por mantener la figura que había logrado obtener se iría al caño con otro bebé.
-¿señor Rogers? –escuchó una voz que lo distrajo de las maldiciones que le profesaba a su esposo.
-cariño, creo que nos toca.
Con desgano, Tony levantó su trasero de la incómoda silla de plástico. Steve tomó de la mano de Tony y ambos se adentraron al oscuro pasillo.
El castaño observó cómo su alfa lo tomaba firmemente entre sus dedos. Era increíble cuan seguro lo hacía sentir solo con su presencia. Si estuviera atravesando esto solo, lo más seguro es que estaría hecho un manojo de nervios.
El rubio tocó la puerta y escuchó un bajo adelante desde el interior de la sala. En cuanto cruzaron la puerta, Bruce los esperaba con una sonrisa un tanto nerviosa.
-Hola chicos, hace tiempo que no los veía.
-ohh, yo también te extrañe Bruce- dijo Tony de manera irónica- te extrañe tanto, ¿y sabes qué hice? Me embarace de nuevo con tal de verte de nuevo.
-Tony- dijo Steve entre dientes- también es un gusto verte, Bruce.
-es bueno saber que al menos uno de los dos no me odia- mencionó el doctor acomodándose los lentes-
-oh no, yo no te odio Bruce- dijo Tony sentándose en la silla que se encontraba frente al escritorio del doctor- Es solo que todo esto me toma por sorpresa.
-créeme que a mi igual. Bueno, pero por algo existen los milagros ¿no? -dijo Bruce levantadose del escritorio- ¿Por qué mejor no se acomodan para ver cómo está el pequeño?
Apenas el beta dio la instrucción, Steve se mostró dispuesto a proseguir con la revisión. Tony le siguió pero no con la misma vigorosidad que su esposo. Se acostó en la camilla con ayuda del alfa y se levantó camisa negra que traía puesta.
-el otro día me dijiste que tu celo fue hace tres meses, ¿no? –mencionó el doctor poniéndose los guantes quirúrgicos.
-si.
-lo más seguro es que ese sea tu tiempo de gestación.
El doctor aplicó un poco de gel sobre el vientre del castaño, quien se retorció ante lo frio que estaba el líquido.
-olvidaba lo extraño que se siente- comentó el omega un poco incómodo.
-lo siento. Por cierto, ¿has sentido nauseas o mareos?
-la verdad es que casi nada. Si no hubiera sido por Steve, créeme que no estaríamos aquí.
-solo fue su aroma lo que lo delató. Y también los refrigerios nocturnos.
-bueno, ahora lo confirmaremos.
Los tres enfocaron su vista en la pantalla que tenían en frente. Por el momento no se veía nada, de hecho unas circunferencias algo extrañas lograban distinguirse. Steve era el que más prestaba atención. Tony miraba la pantalla analítico, esperando a que algo apareciera. En eso, escuchó un extraño sonido que se presentó en la sala.
-¿Qué es ese ruido? –preguntó Tony.
-ahí esta- dijo el beta acentuando en aparato en una parte especifica del vientre del castaño- lo encontramos.
-¿ahí está?- preguntó Steve señalando el pequeña masa en el centro de la pantalla.
-así es, Steve. Ahí se encuentra tu retoño.
-entonces, lo que estamos escuchando es...
-es su corazón, Steve- dijo Tony con los ojos fijos en la extraña figura que se presentaba- es nuestro pequeño.
Tenia que admitir que se sentía emocionado. De hecho, el característico nudo se formó en su garganta. Era increíble como ese extraño sentimiento aparecía cada vez que se daba cuenta de la existencia de uno de sus hijos. El amor desinteresado e incondicional hacia alguien que ni siquiera conocía. Se mordió un costado de su boca. Otra vez, un pequeño angelito se estaba alojando dentro de su ser. Se sentía dichoso en saber que podría traer otro maravilloso ser a la vida. Las ganas de llorar se hicieron presentes. Sin embargo, se aguantó. No le gustaba llorar en público. En lugar de eso, apretó con suavidad la mano de su esposo.
-presenta un corazón bastante fuerte- dijo Bruce analizando lo que veía- y según las medidas, debe tener casi doce semanas.
Tony alzó la mirada encontrándose con los ojos cristalinos de su esposo, el cual hacia un gran esfuerzo por no derramar ni una sola lagrima. Al igual que él, su esposo estaba emocionado.
-los dejo para que hablen – dijo Bruce mirando a la pareja y se dirigió hacia la salida del cuarto- Regresaré con las copias de la ecografía. Por cierto, felicidades.
La pareja se quedó en silencio. Sentían el pecho hinchado de felicidad. En eso Tony habló:
-tenías razón. Vamos a tener un bebé, Steve.
El nombrado sonrió ante la respuesta de su esposo. Tomó una silla y se sentó quedando a su altura.
-ahora que lo pienso mejor- agregó Tony mirando fijamente los ojos brillantes de su esposo- puede que este bebé no sea algo malo después de todo.
-claro que no, amor- dijo Steve besando con cariño el dorso de la mano de Tony- te prometo que daré mi mejor esfuerzo.
-yo también, Steve-agregó Tony, lo cual hizo sonreír al rubio.
-es extraño- agregó el omega un tanto risueño- ni siquiera lo conozco pero ya siento que lo amo.
-me pasa lo mismo.
La ilusión llegó a ambos como si se trataran de padres primerizos. Al igual que con todos sus hijos, Steve ya fantaseaba con los rasgos de su futuro bebé. Siempre esperando que se pareciera lo más posible a su esposo.
* * *
Hola otra vez chicos,
encontré que este capitulo en especial fue muy cortito, de hecho, lo tuve que separar en dos partes, pero les prometo que el próximo sera mas largo. Ojala les haya gustado el capitulo y tal vez dentro de dos o tres días subiré el próximo. De igual forma quedo atenta a sus comentarios. Aunque no lo crean me dan diez años de vida cuando leo uno.
Nos leemos.
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Cuando menos se espera
Short StorySiempre dicen que un bebé es una bendición, ¿no? Sin embargo, para los ojos de algunos no siempre lo es.