Parte 8

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Puede que no se lo hayan dicho textualmente, pero ellos notaban en el cambio en la atmósfera del hogar. Desde que habían vuelto de comprar las cosas necesarias para ver la película, solo escuchaban a su padre Steve iracundo. Peter, quien trató de distraerlos, cerró la puerta de la sala y puso la película lo mas rápido que pudo y a todo volumen. Sin embargo, ante esto, los niños se dieron cuenta de que algo sucedía entre sus padres. Al otro día, todos se levantaron tarde porque era sábado y encontraron a Steve sentado tomando un vaso de leche. Les preparó el desayuno, pero cuando preguntaron por Tony él solo frunció el ceño y respondió que estaba bien. El omega no bajó en todo el día.

Al día siguiente, todos los integrantes de la familia se encontraba almorzando. Hablaban como si nada hubiese pasado. Tony lucía igual de alegre y carismático como siempre. Sin embargo, la relación de los adultos se veía distante. La pequeña María se preguntaba por qué el castaño no miraba a los ojos a Steve cuando este le hablaba. O por qué Steve solo respondía con monosílabos cuando este le preguntaba algo. Los hijos mayores deseaban poder ayudar para que la relación entre sus padres mejorara, pero ellos no podían hacer nada contra ello. La relación de esposos les concierne únicamente a ellos. Y como buenos hijos, no debían intervenir. Cuando el almuerzo finalizó, Steve salió de la casa. Tony se le quedó mirando desde el marco de la cocina. Por un momento sintió miedo. El alfa salió sin dar ninguna explicación a nadie. Ni siquiera hacia dónde iba o con quien saldría. Aún así, con lo enojado que estaba, Tony no tenía fuerzas para reclamarle. Pero eso no le quitaba el miedo. De hecho, pensó en la pequeña posibilidad de que al rubio jamás volviera a pisar la casa. Negó con la cabeza al pensar esta estupidez, no podía ser tan derrotista. Además, él conocía a su esposo. Él jamás sería capaz de hacer algo como eso. 

Los ojos grandes de María observaban como el omega tenía la mirada perdida hacia el marco de la puerta principal de la casa.

-¿por qué están tan enojados pops y papá?-preguntó la pequeña- ¿será por que no me terminé todo el almuerzo?

-dudo que sea eso-dijo Harley. Luego miró a Peter buscando respuestas- ¿tú sabes algo?

-ese tema a mi no me concierne, y a ustedes tampoco- dijo el mayor susurrando- pero básicamente esto se trata de una pelea de egos.

-algo me dice que es papá el que tiene la culpa- dijo Harley mirando al castaño de reojo- siempre es muy llevado a sus ideas.

Peter también estuvo de acuerdo con él.

. . .

Tomó el bolígrafo que se encontraba sobre la mesa. Leyó como tres veces el contrato, verificando que todo se encontrara en orden. Los ojos castaños lo miraban con un poco de lastima. Entonces dijo:

-Punk ¿estás seguro de lo que vas a hacer?

Steve elevó los ojos mirando a su amigo de infancia. El alfa lo conocía a la perfección y sabía que a él no le gustaba este ambiente. Sin embargo, como había dicho antes, él era capaz de cruzar el mismísimo infierno por el bien de su familia. Y con esa idea en mente  firmó.

-estoy muy seguro.

-cuando me dijiste que querías volver, pensé que se trataba de una broma. Pero ahora que te veo aquí, ya no tengo porque dudar.

Steve solo atinó a sonreír levemente. En eso, James rodeó sus hombros con uno de sus brazos y lo acompañó hacia donde sería su nueva oficina. Desde mañana empezaría a trabajar en el lugar, así que era bueno conocerlo un poco.

. . .

Para cuando llegó el lunes, todo fue normal para la familia Rogers-Stark. Steve había decidido esperar un poco para contarle a Tony la nueva decisión que había tomado respecto a su nuevo empleo, así que por ahora, cuando se iba de la casa para ir a trabajar, se vestía con la misma ropa que solía usar para ir al gimnasio. Ninguno de los integrantes de la familia pareció notar el cambio. Sin embargo, cuando Tony llegaba de su trabajo y no veía en la casa a su esposo le entraban muchas dudas. Por lo general, era Steve quien llegaba primero y realizaba la cena. Sin embargo, la cosa ahora era distinta. Steve llegaba mucho más tarde que él y la cena la dejaba lista el día anterior.

Cuando menos se esperaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora