Parte 10

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En las paredes de la casa, se podía escuchar todo el bullicio que emitían los infantes mientras jugaban al corre que te pillo. Intentando salir de ese desorden que provocaban, Tony cerró la puerta y al fin pudo tener un poco de paz. El sótano era el mejor lugar para poder ordenar sus pensamientos cuando necesitaba un poco de paz y armonía. Sin embargo, el omega no se encontraba solo. En cuanto abrió los ojos se encontró con sus hijos mayores, quienes no se molestaron en su presencia.

Sintiéndose invadido por ellos, dijo:

-¿Y ustedes qué hacen aquí?

Los niños se hallaban jugando con el playstation que el hijo menor había recibido para navidad. Sin despegar la mirada del televisor, Harley dijo:

-Pues por la misma razón que tú estás aquí

-Queríamos solo un poco de paz, papá-comentó Peter fastidiado- con todo el alboroto que están armando los amigos de María es un poco difícil encontrar silencio.

María recientemente cumplió sus siete primaveras y había rogado por celebrar su cumpleaños con una fiesta en casa. Tanto Tony como Steve no pudieron negarse al pedido de la niña. Así que invitaron a todos los amigos que ella pudiera tener. Sin embargo, Tony nunca imaginó que su hijita pudiera tener tantos amigos. Bueno, no era algo de sorprenderse, ella había sacado el lado sociable de él. Era de esperarse que fueran muchos. Sin embargo, ahora se lamentaba. La casa estaba patas arriba y eso le estaba colmando los nervios.

-Malditos granujas- dijo el castaño- se supone que este sería mi refugio.

-Nuestro refugio- dijo Harley.

-Por cierto- dijo el omega mirando hacia todos lados- ¿Dónde está su padre?

-Está arriba- dijo el alfa jugando lo que parecía ser Mario Bross- le dijimos que viniera a esconderse con nosotros, pero insistió en mantener la vigilancia.

-Será mejor que vaya a verlo, de seguro necesitará ayuda- dijo Tony mientras subía las escaleras.

-¿Nos puedes traer comida?- preguntó Harley suplicante- estamos hambrientos.

-Vayan ustedes por ella –dijo el omega ignorando por completo el berrinche de sus hijos- para eso tienen piernas y brazos.

-¡Pero papá!

Sin embargo, el señor Rogers no se compadeció de sus hijos. Eso fue lo último que escuchó antes de cerrar la puerta. Respiró hondo para emprenderse hacia el campo de batalla. Entre medio de la búsqueda de su esposo, chocó con uno que otro niño. Se veían felices, de seguro por todo el azúcar que habían digerido. En parte era su culpa por proponer helado de chocolate y brownie como postre. Steve se lo advirtió, pero como buen esposo que es no le hizo caso en nada. Y eso que todavía faltaba cantar el cumpleaños feliz.

A medida que avanzaba, el ruido se hacía más y más intenso, estaba a punto de retroceder cuando por fin encontró lo que tanto buscaba. Steve se encontraba en el marco de la puerta mirando quién sabe qué. Se movió lentamente para asustarlo. Sin embargo, prefirió resistirse al ver cuán concentrado se hallaba.

-¿Qué es lo que tanto miras, Steve?

-Tony- dijo Steve volteándose para mirar a su marido- solo veía a los niños jugar. ¿No ves cuán adorables son?

El omega asomó su cabeza y observó cómo los niños corrían a lo largo de toda la sala, ensuciando todo lo que pillaban a su paso. Puso una mueca de disgusto y dijo con sarcasmo:

Cuando menos se esperaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora