La primera vez te quedas quieto, casi inmóvil, casi en estado vegetativo. Entre vivo y muerto. Tratas de procesar cada pequeña cosa como procurando no pasar nada por inadvertido, pretendiendo notar cada movimiento de lo que te rodea. Es imposible. Pero he estado ahí durante mucho tiempo y aun así jamás he conseguido hacer que algo cambie. Me he quedado días en el mismo momento, observando, estando perdido.
La segunda vez te llenas de un deshabitado espacio, queriendo ver por otra perspectiva y las cosas serán las mismas. Te dejas llevar por el dolor, te dejas arrastrar entre las temibles penumbras de la oscuridad de alguna habitación o incluso de tu propia mente. Te dejas desgarrar, te dejas simplemente.
La tercera vez sientes la ira quemándote por dentro, recorriendo las venas y acelerando tu corazón con una aceleración estrepitosa. Te hace pensar cosas indebidas: culpa, arrepentimiento y pánico.
La cuarta vez quedas de alguna forma obsesiinado, la escena se repite más y más veces frente a ti, te mueves más de las veces que puedes contar pero aún así siguen siendo pocas e inútiles.
La quinta vez es como volver a la primera, de nuevo te encuentras quieto. Casi muerto. Casi vivo.
La sexta vez empiezas a ver más claras las cosas, empiezas a perderte de nuevo en todo lo que esa persona tenía para ti, todas esas cosas que esa persona esperaba de ti y de ella. Empiezas a pensar —involuntariamente— en sueños e ilusiones, en metas y deseos. Y de nuevo te pierdes en ellos, empiezas a desear cosas imposibles.
La séptima vez te rompes de nuevo en lagrimas, en dolor, en desolación. Otros quieren ayudarte y tú los alejas: ¿por qué?
La octava vez te das cuenta que todo fue real, tan real como para saber que lo que antes vivías ahora ya jamas podrá suceder, ni siquiera en sueños lo podrás sentir así de real. Te hace saber que con el tiempo todas aquellas pequeñas cosas se desvanecerán, y todas aquellas llamadas "pequeñas cosas" serán más que todo aquello que te hacia feliz y que lo único que te quedará será el dolor.
La novena vez empiezas a pensar como sí fueras esa persona, te rematas. Una, otra y otra vez, hasta que no puedas más. Te dejas llevar por los sentimientos está vez y dejás de pensar en ello, en todas esas pequeñas cosas que formaban todo a tu alrededor como un rompecabezas, que hacían que cada cosa tuviera su rumbo y su camino. Entonces es ahí, ahí mismo donde llegas a la última vez.
La última vez te destrozas. Es como verte a ti mismo derrumbado. Finalmente aún sientes ese vació, aún sientes ese dolor y aún sientes la ausencia. Tal vez soy demasiado malo describiendo lo que sentirás la última vez, pero te aseguro que cuando lo sientas por ti mismo, sabrás que lo ha sido.
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Another Me: Destroyed | l.h
Novela JuvenilLa primera vez que la vio jamás imagino que tendría una vida junta con ella, la última vez que la vio jamás imagino que podría vivir sin ella.