Raoul: Infancia en Inglaterra

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¡Hola!

Aquí estamos una vez más en un nuevo OS de Colores.

En esta ocasión, descubriremos la infancia de Raoul en Inglaterra, con las notables diferencias y paralelismos con la infancia y juventud de Agoney. Este OS es mucho más largo, pues abarco desde que tenía siete años hasta el mismo día de 1607 en el que la expedición sale hasta las tierras de Agoney.

⚠️ 11k.

¡Espero que lo disfrutéis!

🏹🏹🏹

Portsmouth, Inglaterra.
1592.

Con los ojillos cansados, miraba a través de la ventana de la escuela sin ser capaz de poner ya atención a su profesor que, con varias fechas y datos escritos en la tosca pizarra, hablaba con un tono de voz grave y monótono sobre guerras, conquistas y Reyes pasados. Luego, posó su mirada en los perfectamente enrollados y ordenados mapas que había metidos en una caja de madera, en una esquina tras la mesa de su profesor, preguntándose si de verdad había personas tan aventureras como para haber recorrido todo ese mundo o si era una simple invención de alguien muy imaginativo.

- Vázquez

Se tensó al oír su apellido en voz de su profesor. Se puso en pie y, callado, le miró con cautela. El hombre, de mediana edad, delgado y bigote poblado que se unía a sus patillas, le devolvía la mirada sin notas de simpatía en ella.

- ¿Fray Thomas?

- ¿Podría repetirme lo que acabo de decir?

Uy.

Pues va a ser que no.

- Em... Estábamos hablando de... El fin de la guerra civil gracias a la unión de las casas de York y Lancaster —se quedó callado unos segundos mirando a su profesor— ¿No?

- Eso fue hace una hora Vázquez, ahora hablamos del legado de esa unión, la casa Tudor, preste más atención o la próxima vez sacaré el reglón

Instintivamente, Raoul llevó sus manitas a su espalda, escondiéndolas, pues no era la primera vez que su profesor usaba aquella enorme regla de madera para castigar su desatención.

- Sí, fray Thomas

- Que no vuelva a pasar

- No, lo lamento

Se sentó de nuevo en su silla y suspiró, dispuesto a fingir que esa vez sí que le echaba cuenta, intentando no caer en la tentación de mirar por la ventana de muevo para divisar el puerto de Portsmouth, donde su padre estaría trabajando en ese momento. "¿Para qué quiero yo saber todo eso? Que se lo aprenda el Rey, que para eso es su familia, no la mía".

Por suerte, las campanas que anunciaban el fin de las clases no tardó mucho más en sonar, haciendo que una sonrisa de ilusión se dibujase en cada rostro. El profesor, como si no hubiese tenido suficiente, suspiró con cierta rabia y cerró el libro que tenía en las manos, gordo, viejo y polvoriento, que usaba para dar las lecciones de historia. Aquel gesto fue la señal que los niños necesitaron para irse de aquel sitio.

A la carrera, Raoul salió corriendo, haciendo resonar sus zapatos por la madera envejecida y oscura del suelo del convento donde estaba la escuela para evitar cruzarse con cualquiera de los frailes pues, como a alguno le diese por pararle para hablar, no llegaría a su casa hasta por la tarde. Se sentó en los escalones de la entrada, cogió la manzana que se había llevado esa mañana para el camino y que no le apeteció y le dio un buen mordisco, sin importarle que su jugo saliese disparado por todos lados.

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