8. Nueva guitarra.

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Al llegar a México nos encontramos con varios fans en el aeropuerto esperando por nosotros, algo que se me hizo muy lindo.

Tobías se detuvo a dar autógrafos y fotos, al igual que los ghouls, yo me quedé a un lado pues aún no me conocen y para ellos no soy una ghoul.

Por otra parte, Sodo no ha parado de mirarme, cada vez puede me mira y yo le devuelvo la mirada con complicidad.

La verdad, me encantó lo que hicimos, espero que no levantemos sospechas.

•••

Ya acomodados en el hotel Tobías nos envió un mensaje de que descansemos que mañana nos espera un maravilloso día.

Yo no pude casi dormir de la emoción, voy a tocar delante de miles de personas. 

A la mañana siguiente me desperté súper temprano, puse un poco de música y me relaje en la tina. Pedí unas fresas y vino. Me encanta darme tiempo para mi.

Pasaron como unos veinte minutos y tocaron mi puerta. ¿Quien será? Fruncí mi ceño y salí de la tina, me coloqué una bata alrededor de mi cuerpo y fui a abrir la puerta.

Ahí estaba Sodo. Con una tierna sonrisa y su pero suelto. Sonreí.

—Hola —Me volvió a sonreír y con su mirada pregunto si podía pasar. Obviamente me hice a un lado para que él entre. —Disculpa que viniera así, es que escuche música y supuse que estabas des...

No lo dejé terminar cuando lo besé. Sus dulces labios me correspondieron y puse mis manos en su rostro.

Escuche un pequeño gemido de su parte y colocó sus manos en mi cintura. Segundos después comenzó a desatar mi bata que cayó al piso.

Nos separamos para tomar aire y luego hizo un camino de besos por mi cuello hasta llegar a mis pechos.

Sodo me dijo que me recostara en la cama pero al momento de acercarme, escuchamos tocar la puerta. Quien mierdas nos acaba de arruinar nuestro momento. Sodo abrió sus ojos asustado y le dije que se escondiera en el baño.

—¡Ya voy! —Grite a quien sea que esté ahí.

Termine de amarrarla y abrí la puerta. Los ojos distraídos de Tobías me recorrieron de pies a cabeza. Y no de una manera literal.

—Oh, Avery, buenos días —Me saludo.

—Buenos días Tobías —Trate de sonar lo más tranquila posible pero se que mi respiración aún está un poco agitada.

Él levantó una ceja y me miró muy serio. Por todos los santos que él no sospeche que estaba haciendo algo... fuera de lo normal.

Sonreí con naturalidad y el entro sin siquiera preguntar.

—Necesito que estes lista para las once, te llevaré a ver algo antes del concierto de esta tarde —Me dijo mientras revisaba con la mirada la habitación.

—Oh si, claro, ¿donde te espero? —Trate de que su atención este en mi. Tobías es una persona muy curiosa, pero muy. Y con tan solo sentir el olor de Sodo o algo fuera de lo normal estaremos en graves problemas.

Tardó unos segundos para responderme y luego hablo. —Yo vendré por ti, no te preocupes.

Asentí. Él continuó mirando la habitación y luego se dirigió a la puerta. Me dio una última mirada de pies a cabeza y se marchó.

Suspire. Que intenso eres Forge.
Sodo salió del baño y comenzamos a reír.

—Debemos ser muy discretos siempre —Me acerque a él y le deje un beso en sus labios.

—Lo sé, bueno, ya lo continuaremos en otro momento —Me devolvió el beso.

Se fue y yo terminé de comerme las fresas y el vino mientras me ponía la ropa. Una camiseta color negro con unos jeans oscuros y unas botas.

Y alas once en punto Tobías toco mi puerta. Muy puntual. Bajamos en el elevador hasta el parqueo. Al parecer ya Tobías había pedido un auto.

Nos subimos y la verdad no se a donde me lleva, solo me dispuse a ver el hermoso paisaje. México es tan hermoso, que ya se porque la banda le gusta tanto venir acá.

De vez en cuando Tobías volteaba a verme. Y yo me encargué de poner música.

—Te llevaré a comprar tu primera guitarra. —Soltó de la nada. Mientras estacionaba en una tienda.

—¿Enserio? —Lo mire con mucha felicidad. El asintió. No pude evitar abrazarlo y darle las gracias. Ya era tiempo de cambiarla, aunque la que tengo tiene muchos recuerdos y momentos especiales.

Bajamos del auto y yo estaba como una niña pequeña en una tienda de juguetes. Estaba tan feliz que tome a Tobías del brazo y entramos.

Duramos como dos horas mirando y probando guitarras. Habían de todos los colores y formas. Mi felicidad casi no cabía dentro de mi. Al final me decidí por una Memphis Les Paul Copy de 1970, y era la última que quedaba.

Tobías se río de la manera tan feliz que que salimos de la tienda.

Kiss the go-goat (ghost) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora