L o s t M a n | L S |

8

-Te lo digo en serio, no puedo dormir si tú no duermes.
Harry pateó el suelo en un pequeño berrinche.
-No puedo dormir porque me tengo que asegurar que tú estés a salvo.
El rizado negó.
-Todos necesitamos dormir.
Louis sonrió un poco, levantando su mano libre hacia la cara de Harry, para después acariciar con su dedo índice las ojeras del rizado.
-Son profundas y no te quedan bien.
Harry sintió las mejillas arder.
-No es justo que a ti casi no se te noten, pero estoy seguro que estás cansado porque tus ojos están rojos.
El castaño negó, tocando el rostro de Harry con dos de sus dedos, imitando unas piernas.
-No se trata de mi.
-¡Si, si se trata!.
Harry arrugó él entrecejo, que pronto fue acariciando por los dedos del castaño.
-También se trata de mi, digo, tengo que mantéenme con vida hasta dejarte en buenas manos.
Louis sonrió.
-¿Porque no solo seguimos caminando?.
Harry volteó a ver los azules ojos de Louis, sosteniendo su profunda mirada.
-No estoy seguro de que hora es, pero mira esos labios. Están secos, estoy seguro que tienes sed y hambre.
El rizado negó.
-Louis...
Louis sonrió, soltando la mano de Harry por un minuto, para después palmear sus piernas y trasero buscando la barra de cereal que había tomando del campamento que había... dejado atrás.
-Come.
Los ojos verdes de Harry brillaron viendo la pequeña barra de cereal en la mano de Louis.
-¿Podemos sentarnos un momento?.
Louis sonrió mientras asentía levemente con la cabeza.

El cielo estaba despejado, las copas de los árboles no lo cubrían por completo, mientras las hojas danzaban con el viento, las ramas chocaban entre sí creando un sonido relajante.
-Aquí tienes.
Louis extendió la barra hacia el cuerpo de Harry.
-Gracias...
Harry susurro, estirando su mano hasta encontrase con la de Louis. El castaño notó como los delicados dedos de Harry, teñidos de un rosa pálido temblaban levemente.
-¿Tienes frío?.
El castaño preguntó después de que la barra ya no estaba en su mano.
-Solo un poco, nada de que preocuparnos.
Louis rodó los ojos.
-No le tienes que restar importancia a eso, ven aquí.
Susurro, abriendo su brazo para que Harry se acercara a su cuerpo.
-Algo que e aprendido en estos años, es que el calor humano es aveces mejor que un grueso abrigo.
Harry sintió sus mejillas arder, pero no se opuso ante la propuesta del castaño. Tímidamente arrastró un poco su cuerpo hasta quedar bajo el brazo de Louis, el cual se envolvió a su alrededor, causado que sus mejillas se tiñeran de rojo.
Las manos temblorosas de Harry hacían crujir la envoltura de la barra, Louis mantenía su mirada fija en las acciones de Harry, sonriendo cada y que sus dedos resbalaban en la envoltura y fracasaba abriéndola.
-Debes calmarte un poco.
Louis susurro, apretando el cuerpo del rizado junto al de el, abrazando delicadamente la espalda del mayor.

Una pequeña y tímida mordida fue la que Harry le dio a la barra, masticando levemente, saboreando la gloria en su paladar.
El rizado subió un poco la barra, topado torpemente con la barbilla del menor.
-Lo siento, Louis...
Harry volteó hacia arriba, viendo como unos diminutos granos de cereal quedaban pegados en la barbilla de Louis.
-¿Quieres un poco?.
Harry volvió a levantar la barra, poniéndola frente los labios del menor.
-Gracias, caballero...
Susurro antes de darle un pequeño morisco a la barra, Harry sonrió.
-Tienes un poco...
Harry susurro, para después sacudir levemente la barbilla de su compañero, Louis sonrió, viendo hacia abajo como Harry hacia lo posible para quitar toda la cosa pegajosa de su cara.
-Déjame así.
El rizado negó, para después lamer un poco su dedo pulgar y pasarlo lentamente por la zona, Louis quedó un poco sorprendido.
-Lo siento...
Harry bajo la mirada hacia el suelo, sintiendo sus mejillas arder.
-Eres la persona más tierna del mundo.
Louis susurro, mientras abrazaba con fuerza el cuerpo del rizado, haciendo que la cabeza de Harry se recargara contra su cuello.
-¿Quieres más?.
El rizado preguntó tímidamente, antes de morderle una vez más, para después ofrecerla a Louis.
Louis no sabía porque estar en esta posición, compartiendo una barra de cereales, en medio de la oscuridad y expuestos a quien sabe que, hacía que se le derritiera el corazón un poco.