L o s t M a n | L S |

7

-Quédate aquí, por favor, quédate aquí está que vuelva por ti, no vayas por ninguna circunstancia a ese lugar, estaré bien.
Harry negó, prestando atención a los débiles susurros que salían de la garganta de Louis.
-No te voy a dejar solo.
Louis negó, tomando la mano de Harry entre la suya.
-No me dejarás solo, prometo que estaré aquí en cuanto me encargue de esos bastardos.
-Solo... solo dime una palabra, si gritas esa palabra yo iré.
El castaño agachó la cabeza, pensando en lo absurdo que esto era, en lo odioso o que hubiese sido si otra persona se le hubiera dicho, pero era Harry.
-Piedad.
Harry frunció el ceño, asintiendo mientras apretaba la mano de Louis.
-Cuídate, por favor.
Louis sonrió un poco, para después asentir y caminar con cautela hacia la luz que se veía, dedicándole una última mirada a los asustados ojos de Harry, que lo observaban con preocupación

Louis no sabía cuántos hombres había ahí, tal vez unos ocho o nueve, solo había tres refugios, dos de ellos alumbrados, con dos hombres en la hoguera y otro par más charlando en secreto detrás de los refugios.
Él sabía que hablar no resolvería las cosas, estaba más que consciente que tratar de razonar con ese tipo de personas no iba a salvar a Harry, así que, sin más opciones por escoger, cerró los ojos y tomó el mango de sus dos armas, suspirando un poco y concertándose en el objetivo: mantener a Harry con vida.

Harry tapaba sus oídos, hecho bolita sobre el piso y recargado contra el árbol, con los ojos cerrados y los labios secos. No soportaba escuchar todos esos disparos y lamentos a su alrededor.
-¡Piedad!.
Harry levantó la mirada en un santiamén, con la bilis en la garganta. No sabía que hacer, claramente esa había sido la palabra que habían acordado él y Louis, pero la voz no sonaba como el menor... aunque en realidad la voz puede cambiar cundo estas agonizando, ¿No?.

-¡Louis!, ¿Louis?.
Harry se acercaba a aquel lugar con pasos torpes, tocando con la palma de sus manos los ásperos árboles, tratando de encontrar el cuerpo de se compañero entre la sombra de las mismas hojas en la oscuridad de la noche.
-¿Louis estás bien?.
Harry tembló, abrazó su propio cuerpo al sentir que la piel se le helaba, viendo infinitos charcos de sangre en el suelo que pisaba, cuerpos tirados con balas en los cráneos o cuellos. Entonces vio la sombra de un hombre prado en medio del campamento, con una arma en la mano, viéndolo directo a los ojos.
-¿Louis?.
El llamado del rizado no fue contestado, en cambio un paso del castaño le bastó como respuesta. Ahora la débil luz de la luna alumbraba el aspecto ensangrentado del menor, sus manos cubiertas por sangre, al igual que toda su demás ropa.
-Te dije que te quedarás atrás...
Louis susurro, haciendo que Harry negara un poco mientras se acercaba.
-Alguien... alguien...
El rizado trataba de explicar el porqué estaba ahí, viendo lo que más le daba terror.
-¿Me tienes miedo, Harry?.
Louis susurro, bajando la cabeza y dejándose de caer de rodillas sobre el suelo, descansando su arma contra la fresca sangre de alguno de los soldados.
El rizado negó, abriendo y cerrando los puños, tratando de explicar lo que sentía, mas las palabras no eran suficientes. Corrió hasta dejar de caerse sobre rodillas frente el devastado cuerpo del castaño, rodeó con sus manos el cuello del menor, atrayéndolo hacia su cuello con desesperación.
-No, no te tengo miedo. Creo que eres increíble, es decir, nadie hubiese sido capaz de hacer todo esto solo... y con el único propósito de mantenerme con vida... eres... solo eres la persona más increíble de todas, Louis.
-Pero yo... yo asesiné a todos ellos Harry... cuando mi mano apretó el gatillo por primera vez... no me detuve ni un segundo a dudar sobre lo que estaba haciendo.
Las manos del rizado se movían suavemente sobre la espalda de Louis.
-Ellos no eran buenas personas Louis, si fueran buenas personas no hubieran ido a mi casa a tratar de asesinarnos a todos. Tal vez ellos no eran la cabeza de este plan, pero por él simple hecho de seguir órdenes tan estúpidas, son tan culpables como los jefes... Tu solo defendiste tu vida, tu solo sobreviviste, como siempre...
Harry respiraba agitado, sostenido el cuerpo de Louis entre sus brazos.
-Gracias por no pensar que soy alguien sin corazón...
El rizado río con desgano, apretando aún más el cálido cuerpo de Louis entre sus brazos.
-Jamás pensaría que no tienes un corazón, porque justo ahora lo estoy sintiendo latir, junto al mío... lentamente.
Las manos de Louis por fin subieron por la espalda de Harry, acariciando con lentitud su delicado cuerpo.
-Perdón por llenarte de sangre.
Louis susurro, moqueando sobre el hombro de Harry.
-Puedo cambiarme después, eso no importa justo ahora.