La primaria para los menores había transcurrido de manera sana, limpia, única; ya estaban en sexto, las últimas semanas Namjoon había crecido más para ese entonces, le seguía Taehyung, Yoongi y al final Jimin, quien conservaba aquella adorable estatura.
Ese día sería el festival, su último, así que la tutora les pregunto que proponían, unos votaron por café, casa del terror, e incluso competencia de baile, el rubio miro a su amigo quien jugaba con el lápiz en su boca.
-¿Tu que prefieres Namjoonie hyung?.
Kim miró al azabache tambalearse animado mientras esperaba la respuesta, en años anteriores había utilizado como excusa el haberse enfermado, ahora sabía que no podía escaparse de su pequeño amigo.
Pensó formando una pequeña mueca con sus labios, lo único que se le venía a la cabeza era comida y deportes.
La profesora comenzó a anotar sugerencias, la mayoría era sobre un café, otros casa del terror, competencia, al final, el mayor número de votos lo obtuvo la casa de terror, el rubio l mirar la pizarra abrió los ojos como plato.
Se giró a Namjoon que seguía pensando en que contestar, lo agitó levemente de los hombros despertando de su trance a Kim quien lo miró con una ceja arqueada.
-¡Hyung ganó la casa de los sustos! -se alarmó el menor, pues él le tenía miedo a los fantasmas y monstruos, cosa que sus amigos sabían.
Mientras tanto Taehyung, que se sentaba con Yoongi, le sonrío emocionado, el pálido lo miró sin alguna mueca, se mantenía serio.
-Espero que seas bueno en esto Yoongi, aunque si tienes miedo yo puedo abrazarte.
Yoongi no era ningún cobarde, pero sabía que Taehyung no desaprovecharía la oportunidad de poder estar con él, ya que desde el día que se conocieron, el avellana jamás dejaba solo a Min, sólo cuando iba al baño, pero de ahí en fuera nunca.
Cosa que lo hacía sentía extrañamente bien, pues la compañía de aquel menor sin duda le hacía sonreír, ya que Kim era demasiado ocurrente a todas horas, además de cariñoso, cosa que poco a poco conquistaba el corazón del pálido.
Pero no le ponía atención.
-Creo que estaré enfermo ese día -el timbre tocó en ese momento, rápidamente salió del aula dejando a Tae con las palabras en la boca.
La profesora se despidió para irse a almorzar también, el avellana fue con Jimin y Namjoon quienes sacaban su comida.
-¿Pasa algo TaeTae? -preguntó al ver que su amigo buscaba con la mirada al pálido.
-Yoongi se fue, tal vez debía ir al baño, bueno lo veremos después, ¿vamos a comer? -sonrió, aunque no tan feliz pues quería estar con Min.
Namjoon asintió, siguió a los menores quienes salían del aula, recorrieron los pasillos hasta llegar a una de las bancas de daba con las canchas donde había eufóricos gritos por parte de niños pequeños quienes corrían tras un balón.
Comenzaron a comer, Jimin reía con Namjoon sobre las mil y un cosas que podrían hacer en el festival, mientras que el avellana aún quería que Yoongi apareciera, suspiró inflando un poco sus mofletes al no tener rastro alguno.
Sus amigos notaron nuevamente su estado, él no era así, siempre estaba sonriente, contando algún que otro chiste o anécdota, Namjoon se metió una rebanada de salchicha en la boca también mirando a Kim extraño.
El receso terminó sin darle tiempo a sus amigos de preguntar el por qué de su cambio tan drástico de personalidad, las clases siguieron su curso, pero extrañamente Yoongi no volvió.
En la salida, Taehyung guardo sus cosas del pálido, quería esperarlo, verificar que todo estaba bien, Jimin insistió en quedarse pero su madre había llegado temprano por él, Namjoon se fue después de que el rubio se había ido, así que tampoco pudo apoyar al menor.
Con su mochila y la de Yoongi, salió de su aula para ir a la sala de maestros, pues sabía su mamá era profesora, cuando llegó miro el interior encontrando a la madre del pálido marcar incesantemente un número de su celular, maldecía cuando este le mandaba a buzón de voz.
La mujer en una de sus, ya muchas ganas de lanzar el artefacto por la ventana, alzó la mirada visualizando al avellana, este le miraba sonriente, guardó el celular para acercarse a él.
-¿Ocurre algo?
Asintió, mostró la mochila del pálido, la mujer cabeceo unos segundos hasta poder identificar que era de su hijo, la tomó, agradeció al menor en traerla. Antes de que este saliera de la habitación se frenó en seco en la puerta.
-Gatito Yoongi... ¿donde esta maestra? -aunque sonará como meta curiosidad, en realidad Taehyung estaba preocupado por el mayor.
La señora Min suspiro algo pesado, se arrodilló a la altura de Kim para poder explicarle, ahora su mirada era triste.
-Yoongi se sintió mal, ahora ya se fue a casa, gracias por preguntar -acaricio su cabello sonriéndole con dulzura.
El avellana asintió triste, agradeció a la profesora y se fue del aula, fue hasta la entrada encontrándose a su mamá buscándolo algo alarmada, cuando lo vio corrió hacia él abrazándolo.
-Bebé no me asustes, ¿donde estabas?
-Es que gatito Yoongi está enfermo -su puchero tembló-, yo quería que estuviera conmigo.
La señora Kim sonrió ante la ternura que si hijo emanaba, cálida tomo su pequeña mano para caminar juntos a casa, ese día decidió ir de pie a petición del avellana.
-Bueno, la próxima vez le enviaremos dulces a gatito, ¿de acuerdo? -miró a su hijo quien de inmediato levantó la cabeza con su brillo en los ojos.
La emoción era demasiada que no evitó soltar un grito eufórico, la mujer soltó una risita, sin duda Taehyung era todo un amor.
Cuando llegaron a casa, él corrió rápidamente a su habitación, dentro de esta busco su escritorio, sobre este habían dulces, una lámpara y unos colores esparcidos sobre una hoja blanca.
Miro el dibujo que había hecho, era él con Yoongi, ambos tomados de la mano, sólo que el pálido tenía aquel vestido de princesa y Taehyung ese traje de príncipe, alrededor de ellos había rosales, un castillo, animales.
Era un mundo en el cual vivir sería para siempre.
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