Nada. Desde que atravesaran el portal a través del Vórtice hace casi un día, los tripulantes a bordo del Jolly Roger permanecen rodeados de un extenso océano que no parece tener fin y un horizonte conformado por la línea divisoria que separa el cielo del agua.
Aunque ninguno de ellos lo reconoce, una extraña sensación de miedo y curiosidad los perturba interiormente.
Se supone que a estas alturas, ya deberían haber divisado un puerto o algún lugar de atraque.
El que más tranquilidad aparenta es Garfio, que ha dejado el timón manejarse sin rumbo y está de espaldas a la cubierta, mirando el horizonte.
Cora se acerca y se pone junto a él a mirar el océano en calma, de un intenso azul oscuro.
Ambos hablan sin mirarse, como si su conversación fuese un secreto del que el resto de habitantes del navío no debieran percatarse.
- Dime, Capitán, ¿falta mucho para tocar tierra?
- Lo siento, querida Cora, mas en estos momentos me es imposible determinarlo con exactitud.
Molesta por el devenir que promete la conversación, vuelve su cabeza en dirección al pirata, que la corresponde.
- Déjate de zarandajas, pirata, dime donde estamos exactamente.
Internamente sonriente por la considerable degradación jerárquica que acaba de sufrir en un momento por parte de su compañera, vuelve la vista al mar tratándola con indiferencia, aunque su voz suena más burlesca y socarrona que otra cosa.
- Sin zarandajas. No tengo ni idea.
- ¡¿QUÉ?!
- No os alarmeis, malvada Cora, desde que lanzasteis la maldición, la estructura de este mundo ha cambiado considerablemente.
De hecho, yo acabada de dejar el puerto cuando entré en el portal. Y mirad ahora. Estamos en mitad de un océano que parece interminable.- Tenemos que hacer algo. No podemos vagar eternamente.
- Es un buen plan. De hecho, si aceptais el consejo de un experimentado pirata, lo mejor es concentrarse en no perder la calma y dejar que la marea nos conduzca a placer, hasta que podamos establecer una ruta por nosotros mismos.
- ¡Pueden pasar años!
- O días. Incluso horas. Confiad en mi, Cora, nadie tiene más interés que yo en que toquemos tierra y todo esto se acabe.
Furiosa, golpea la baranda de madera y se marcha a la otra punta del barco.
Mientras tanto, en el camarote de la tripulación, Leopoldo, que exigió el del capitán, pero este se negó en redondo amenazando con hundir el navío si alguien osaba entrar en su despacho, duerme plácidamente en la cama baja de la litera donde una vez se alojara Emma Swan, cuando navegaban rumbo a Nunca Jamás.
Shayna, sin necesidad de esconder su auténtico aspecto, llora en silencio en la puerta del calabozo del barco.
Garfio construyó una pequeña que dividía el sótano en dos partes: Almacén de comida y calabozo.
Sabiendo que ninguno de los prisioneros sería capaz de acabar con todas las existencias del navío, aunque se lo propusiesen, al ingresar en el barco, Cora ordenó a Shayna que transportara todos los barriles, cajas y sacos de mercancía al espacio destinado para prisión.
Una vez estuvieron los prisioneros dentro y la puerta cerrada con llave y candado, Shayna quedó en el hueco vacío del almacén, cuya escalerilla conecta directamente al camarote de la tripulación.
La única luz del sótano viene del hueco de la verja de la escalerilla, por lo que el calabozo está prácticamente a oscuras.
Cuando llevaba algo más de una hora de vigilancia, supuso que ese sería su nuevo hogar temporal, así que se construyó un pequeño camastro con varios sacos de rafia y un saco de patatas a modo de almohada.
En el otro lado del sótano, Regina, abrazada a su hijo, ha preferido quedarse junto con Daniel en vez de quedarse en cubierta junto con Leopoldo y su madre.
Después de una buena sesión de llanto y palabras mutuas de consuelo, la pareja ha quedado dormida a duras penas con el inconveniente de las ataduras del hombre de por medio.
Y así, cada uno ensimismado en sus propios problemas y tribulaciones, el día dio paso a la noche, que los abrazó con una gran subida de temperatura que amenazaba con despertarlos de su sueño.
Aunque por una vez, el destino decidió no cebarse con los héroes y al menos para ellos, el calor no fue un problema que interrumpiese su descanso...
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El Ascenso de la Reina
Fiksi PenggemarEl Jolly Roger se dirige al Bosque Encantado y Cora tiene el control del navío, incluidos sus tripulantes. Arrasó a Storybrooke, viajó atrás en el tiempo y ha devastado todo lo que conocen... O lo que creen conocer... Regina, secuestrada junto con D...