CAPITULO 3

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Cada año las familias de la calle de las flores hacían una kermes donde se hacían rifas y juegos.
Afuera de cada casa se vendían antojitos.

Adornaban todos los árboles y todas las casas con globos y serpentinas.
Y se cerraba la única entrada a la calle, con autos.

La mayoría  de los vecinos eran muy religiosos y todo lo que se recaudaba era para la fiesta de la virgen del sagrado corazón, la patrona de la iglesia de la colonia.

Toda la gente se ponía en movimiento desde días antes para el evento.
Los adolescentes chicos y chicas  ayudaban a sus papás a limpiar y a adornar.
Y después se iban por toda la colonia a pegar anuncios qué ellos mismos hacían con cartulinas.
Mucha gente de la colonia acudía a la kermes de la calle de las Flores, la fiesta se había hecho muy popular.

Estela esperaba con ansias ese día.
Porque los muchachos se la pasaban en la kermes todas las horas que durará desde en la mañana,
y aún después que terminaba,
ayudando a recoger y a limpiar.

Nadie notaba entre tanta gente que ella siempre se colocaba cerca del grupo de Carlos y José Luis.
A donde se movían ella los seguía.

Ivonne se desesperaba
¡ Oye, ven acá!
dijo.
pusieron la mesa para los niños,
¡ vamos a comer!

Los niños podían pedir lo que quisieran en cualquiera de los puestos de antojitos, sin tener que pagar.

No tengo hambre.
dijo Estela.

¡ Cómo que no tengo hambre!
órale vamos!
dijo Ivonne jalandola del brazo y llevándosela.

El grupo de chicos y chicas se movían constantemente y Estela atisbaba hacia todos lados buscándolos.

Pará su buena suerte el grupo llego al puesto que estaba junto a donde comían los niños.

Los muchachos  empezaron a comer,  ahí mismo de pie
platicando y riéndose como siempre.
y Estela observándolos sin perderlos de vista.

¿ Que era lo que esperaba?
¿ Que alguna vez repararan en ella?
Era una niña bonita, de cabello rubio y largo y vivaces ojos claros color café.
Pero la atención de ellos estaba puesta en las chicas de su edad.
Sobre todo ese día en que
había tantas chicas de otras calles de la colonia.

Carlos y José Luis se la pasaban solícitos y caballerosos atendiendo a todas las visitantes.
Lo que más les interesaba de la kermes era estar con las chicas.
Jamás voltearon a verla.

Se daba cuenta de eso, así que se conformaba con admirarlos de lejos y cuando se podía de cerca.
Y siempre podía verlos a los dos.
Los preparatorianos eran inseparables.

Algunas veces cuando pasaban cerca alcanzaba a escuchar su charla,  hablaban continuamente de sus amigas o de sus novias, los oia mencionarlas, oía como se gozaban hablando de ellas.

Otras veces eran otros los temas,
sobre las materias que estudiaban, cosas que ella no entendía, apenas estaba en cuarto año, no sabía nada de fórmulas de álgebra y de ecuaciones.
Le impresionaba oírlos en esas conversaciones de un nivel que a ella le faltaba mucho por alcanzar.
Todo en ellos le parecía admirable.

Cuando José Luis cumplió 18 años su papá le compro un auto seminuevo.
Estela lo resintió.

Dejaron de pasar caminando,
para pasar conduciendo con sus amigos y amigas divirtiéndose.

Estela los veía cuando se estacionaban junto al laurel y bajaban del auto.

El tiempo transcurria apaciblemente para los niños en la calle de las flores,
con esa tranquilidad de la niñez sin angustias ni preocupaciones.

Sentados en la orilla de la banqueta
Ivonne, Estela, Alonso y otros chiquillos deliberaban.

Se acaba nuestro tiempo en la primaria, ya nos vamos a la secu.
dijo Alonso.

Yo no.
dijo Estela.
me falta un año.

¿ Que piensan estudiar después?
pregunto Ivonne.

Yo quiero dedicarme a la construcción como mi papá.
dijo Daniel.

Quiero estudiar contabilidad.
Dijo Ernesto.

Yo quiero ir a la Universidad a estudiar arquitectura.
dijo Alonso.

Yo quisiera estudiar para Licenciada, me llama la atención eso de las leyes.
dijo Ivonne.
Pero no sé.
Todavía no lo tengo bien
decidido.

Yo seré profesora, como mi papá.
dijo Estela.

¡ Oh!
dijo Alonso.
¿ porque creen que deben ser lo mismo que sus papás!
hay muchas otras carreras para escoger!

¡ A ti que te importa que yo quiera ser profesora!
dijo Estela molesta.

Enojado Alonso se paró
y empezó a irse diciéndole:
¡ ultimadamente, puedes ser lo que se te antoje, profesora!  ¡ profesora!
¡ Y eso, si dejas de seguir enamorada de los héroes porque si no, no te va a dar el cerebro para estudiar nada!

¡ Pero qué odioso e insoportable eres!
le grito Estela.

Nanci, la hermana mayor de Estela que había escuchado desde la cerca, se acercó  a ellos  y dijo:
A ver, a ver cómo está eso?
eso de que estas enamorada?
¿ de quién?

¡ De los héroes!
Dijeron los chicos.

Estela los  fulminó con la mirada.

¿ De qué héroes?
dijo Nanci.

¡ de José Luis y Carlos!
contestó otro de los chicos.

¡ Estela!!!!
Dijo Nanci.
¡ Tienes 11 años!
¿ de qué se trata contigo?
Y luego de esos engreídos, pagados de sí mismos!
Al menos que te guste un chiquillo como tu!

¿ porque hablas así de ellos?
dijo Estela.
¡ no son eso que dices!

¡ Como no!
se lo que digo,
Dijo Nanci.
estuvimos juntos en tercer grado, me conocen de toda la vida y me ven y ni me saludan!
¿ Porque? 
porque yo no era tan inteligente como ellos?
Lo que pasa es que se creen mucho!

¡ No se creen mucho!
¡ Son mucho!
dijo Estela levantándose y corriendo para adentro de la casa.

¡¡ Disculpa!!
dijo Nanci sorprendida.

 El No. 95 de la calle de las floresWhere stories live. Discover now