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—¿Estas seguro de que no quieres venir conmigo?— como por décima vez en menos de veinte minutos, su abuelo le dio una mirada algo irritada y asintió.

—Estoy seguro de querer quedarme, Thomas — se acomodo las gafas sobre el puente de la nariz —Prefiero quedarme y terminar de leer mi libro— señalo el libro que descansaba sobre su regazo. Una novela de Charles Bukowsky. —Estaré bien si me dejas solo  mientras trabajas, prometo no hacer travesuras.

—No es eso y lo sabes— Tommy se acercó al anciano y le depositó un beso en la frente— Solo no me gusta que te quedes solo y te aburras.

—Sie eso sucede iré a buscarte a la estética ¿te parece?

—Okey, me parece— dudo un momento y luego hizo una última oferta— ¿Quieres que te deje el auto?

—No y ya vete que no es bien visto que el jefe llegue después de sus empleados. Debes dar el ejemplo de la puntualidad.

—Tienes razón— hizo un puchero— te veo para el almuerzo... y antes de que digas nada, vendré a buscarte aunque me digas mil veces que no.

Su abuelo soltó un bufido y volvió a concentrar su atención en el libro. Tommy sonrio y al fin dejó la casa para irse a trabajar. Subió a su aunto, un mini cooper en el clásico color rojo. Conectó su teléfono al reproductor y le dio a su playlist para animar su viaje hasta el trabajo. La primera canción en sonar fue  Ain't my fault de zara Larson. El castaño no dudo en cantar la letra y menear la cabeza al ritmo de la música.

Estaba feliz de tener a su abuelo cerca. También estaba feliz de tener un nuevo teléfono y ya no sentirse incomunicado como se había sentido hasta el medio del día anterior que fue cuando por fin logro hacerse con otro móvil, claro, conservando su antiguo número.

Había arrastrado a su abuelo al centro comercial para comprar el móvil, luego habían paseado un largo rato, habían almorzado fuera y luego pasearon un rato más poniéndose al día sobre lo que había ocurrido desde la última vez que habían charlado. Fue un día muy agradable.

No le tomó demasiado tiempo llegar a Kiss & Make up, estacionó en su plaza habitual y luego se encamino al interior mientras aun tarareaba la última canción que había estado sonando en su playlist. Al nada más pasar por la recepción, unos delgados brazos se enrollaron alrededor de su cuello.

—¡Tommy! Te extrañe el sábado, mi fiesta no fue lo mismo sin ti — giró el rostro solo para toparse con el mohín de Ashley y sus tristes ojos miel.

—Ow, lo siento cariño pero mi abuelo llegó de improvisto y fuí a recogerlo al aeropueto. De otra manera no me hubiera perdido tu fiesta ni por un millón de años.

—Oh, bueno lo entiendo— ella sonrio ampliamente — ¿Tú abuelo también viene?— preguntó la chica echando una mirada más allá de él.

—No, trate de traerlo conmigo pero no quiso. Prefirió quedarse con un libro ¿puedes creerlo?— dramatizo.

—Pero que cosa más cruel— Ashley enganchó su brazo con el suyo y lo arrastró hacia el interior — asegurate de traerlo para poder saludarlo ¿de acuerdo?

—Por supuesto.

Ashley conocía muy bien a su abuelo puesto que llevaban varios años de amistad, por lo que la chica sabía mucho de su vida. Pero mientras iban al interior, la chica se encargo de preguntarle por que no había respondido las llamadas antes y no le quedó más que contarle la tragica manera en la que su bebé había sido asesinado por aquel inconsciete chico del aeropuerto. Aun le parecía escuchar el sonido que hizo su antiguo teléfono al impactar contra el suelo, aun era doloroso recordarlo. Llámenlo dramático.

Un Beso Real (Suerte # 5.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora