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I'm sorry that I made you cry
Oh my I didn't want to hurt you
I'm just a jealous guy

Tres semanas habían pasado de la última discusión, Roger no había querido ver a Brian en aquel tiempo, se sentía bastante dolido.

No comprendía como Brian había podido olvidar aquella cena, simplemente esa, donde hablarían de algunos problemas y podrían volver a ser como antes.

Se sentía traicionado, puesto que Brian le mintió descaradamente.

Se sentía mal de quizás ser muy orgulloso, pero tampoco quería que Brian aprovechase de que lo perdonara tan fácil. Ya le había ocurrido con anterioridad.

Por más que quería perdonarlo y lanzarse a sus brazos para besarlo, no podía, debía ser más orgulloso para evitar futuros problemas con el rizado.

Por otro lado, Brian estaba desesperado sin saber qué hacer para que el rubio lo perdonara, lo extrañaba muchísimo y solo quería a que todo volviese a ser como antes.

A fin de cuentas, lo necesitaba.

Sin más se dirigió a la casa de Roger, ya no quería esperar otro segundo más sin verlo, sin sentir sus labios y sin abrazarlo.

Tocó la puerta y esperó nervioso tras ella.

— B-Brian —tartamudeó el contrario mirándolo con asombro.

— Rog, yo...

Se miraron un momento, en silencio sin saber qué decir.

— Lo siento —dijo Brian tras aquel silencio—. Por todo.

Roger suspiró.

— De verdad... no debí dejarte plantado en el restaurante...

— Brian... aún... —Roger suspiró—. Te amo.

Brian sonrió.

— Yo también, bebé.

Otro momento de silencio mirándose.

— Aún no estás listo para hablar, ¿verdad? —preguntó Brian. Roger asintió—. No te preocupes... podemos hablar después...

Roger asintió.

— Adiós, Brian.

— Adiós, Roger.

(...)

Brian almorzaba solo en el centro comercial. Se encontraba menesteroso de estar con Roger, pero no estaba seguro de qué decirle.

Sabía que el rubio aún no estaba listo para hablar y en cierta forma lo comprendía, no solo lo había dejado plantado cuando iban a solucionar problemas previos —es más, incluso Brian propuso la cena— si no que también le había mentido intentando justificar su error.

Sabía que Roger odiaba que le mintieran.

Se encontraba sumido en sus pensamientos, mirando la caja de papas fritas y jugando con una de estas pasándola en el ketchup.

No quería comer.

Se desconcertó al notar que alguien se sentaba delante suyo y dirigió la vista hacia quien era.

— Hola... —saludó el rubio con una media sonrisa, notoriamente nervioso.

— Hola —saludó Brian sonriendo por primera vez aquel día.

Y comenzaron a hablar nuevamente, riendo a veces, dedicándose sonrisas y miradas furtivas llenas de amor.

— Como cuando nos conocimos... —comentó Brian, Roger sonrió.

— Solo que cuando nos conocimos yo fui un antisocial de primera —respondió el rubio, Brian rió.

Sí, lograron resolver sus diferencias en aquel momento, con aquella simple merienda de un patio de comidas dentro de un centro comercial.

Lograron hablar realmente, sin necesidad de ir a un lugar elegante, sin necesidad de que Roger usara un traje en vez de su característica  de cuero de Leopard, ni que Brian hubiese llegado con miles de flores para el rubio o pagándole aquella costosa cena.

Con algo simple bastó, con algo pequeño, discreto.

No necesitaban ninguna excentricidad para mostrar cuánto se amaban. Simplemente no.

No.

Solo se necesitaban el uno a otro, con eso bastaba.

Y para beneficio de ellos, ambos se tenían.

Un primer ósculo.

Un segundo.

Un tercero, un cuarto y un quinto.

La nostalgia ya pasada de los labios del contrario provocaba aquellos besos fugaces que se daban. Aquellos besos que a fin de cuentas necesitaban.

Brian fue a dejar a Roger a su casa, y con un último ósculo supieron que todo estaría bien.

Por un tiempo, al menos.

Un tiempo que podía ser corto.

Danger [Maylor] [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora