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Cuando llegaron al departamento de Barnes, y la puerta se cerró, Natasha avanzó un par de pasos y comenzó a desabotonar su abrigo, en un acto totalmente inocente. Y cuando él la ayudó a quitárselo y sin intención rozó sus dedos metálicos contra su cuello desnudo, le generó un delicioso escalofrío, que ella disimuló rápidamente girando hacia él. Levantó la mirada hacia sus ojos, que la miraban con una mezcla de duda y deseo.
Ella le sonrió y se acercó. Él no iba a dar el primer paso.
Lentamente se acercó a su rostro y depositó un suave y lento beso en su mejilla. Su barba le pinchó los labios pero eso no la detuvo. Siguió trazando un camino de besos por su mejilla, la línea de su mandíbula, hasta que llegó a la comisura de sus labios.
James la había sujetado de la cintura, con cuidado le quitó la pistola que ella traía en el pantalón y la dejó en la isla de la cocina.
Cuando Natasha llegó a su boca sólo se quedó ahí, quieta. Y movió su cabeza hacia un costado, sin besarlo, sólo rozando boca con boca. La respiración de ambos se mezclaba, un poco más agitada. 
Natasha tenía miedo, no sabía cómo seguir. Él no se había movido. Por su parte James estaba haciendo uso de su máximo autocontrol. 
En el suave roce de sus bocas, de pronto sus labios se acoplaron a la perfección y el delicioso beso que ambos necesitaban se inició. El ritmo, la lengua, la respiración. La sincronía era perfecta.
Pronto las manos entraron al juego y se perdieron bajo la ropa del otro. Natasha deslizó suavemente las manos bajo la camiseta de James, por su abdomen y subió hasta su pecho. Bajó lentamente, sintiendo cada músculo, perfectamente marcado. La respiración de él se aceleró cuando Natasha incluyó las uñas en la caricia y sin poder evitarlo, la sujetó de la cintura y la sentó en la isla de la cocina, acomodándose entre sus piernas.
Él rompió el beso para mirarla, llevó sus manos al botón de los jeans de Natasha y lo desabrochó. Sujetó el borde del suéter que ella llevaba y lentamente se lo quitó, haciendo que su cabello se despeinara. Ella era hermosa, igual que hace años. Estaba ahí, sentada frente a él, sólo con el sostén y los jeans, su abdomen y su pecho se movían al ritmo de su respiración levemente rápida. Llevó sus manos a su cintura y la piel de ella se erizó.
Él notó que su mano de metal era la que generaba lo que él suponía era incomodidad, así que la retiró inmediatamente. Natasha notó el movimiento y con su mano sujetó la izquierda de Barnes y la llevó a sus labios. Lentamente besó cada uno de los fríos dedos, y cuando llegó al dedo medio se detuvo en él y lo metió en su boca, mientras miraba fijamente a James que sólo atinó a abrir un poco la boca, y tal como ella quería desde un principio, imaginó esa misma maniobra sobre otra parte de su cuerpo.

- Quiero que me toques con tus dos manos - y repitió el movimiento de su boca en la mano derecha de él - me gustas entero, cada parte de ti.

Y eso fue suficiente para él.
Se quitó el suéter y la camiseta al mismo tiempo, quedando expuesto su torso. A cada movimiento que hacía, los músculos se le marcaban. Una hermosa vista para Natasha.
Volvieron a besarse, esta vez con el deseo a tope. James trazó besos desde su boca, por su mandíbula y su cuello hasta que llegó a su hombro. En ese lugar comenzó a morder, suave y lentamente, desde el cuello hasta el hombro. Mientras con su mano izquierda acariciaba el muslo de Natasha y con la otra le quitaba una de sus botas.
Natasha estaba en las nubes. No quería que eso terminara jamás. Llevó sus manos al pantalón de Barnes y lo desabrochó. Él por su parte le desabrocho el sostén y se lo quitó. Sus manos cubrieron sus pechos desnudos y Natasha sólo pudo gemir y cerrar los ojos. Volvió a sentir los labios de Barnes en su cuello mientras la levantaba suavemente del mesón para quitarle los jeans.
La boca de él siguió en descenso hasta uno de sus pechos y ahí se quedó. Pero no hubo succión, solo sacó la lengua y depositó pequeños lametones en el pezón. Los gemidos de Natasha se incrementaron y automáticamente llevó las manos al cabello de James. Él tenía ambas manos apoyadas a los lados de Natasha, pero ante esos gemidos no pudo evitar llevar una mano a su pantaleta. La recorrió de arriba a abajo, lentamente, percibiendo la humedad de la prenda.
Natasha rompió rápidamente el contacto entre ambos y lo empujó con ambas manos, para luego inmovilizarlo contra la pared con su propio cuerpo. Él se sorprendió momentáneamente, pero a su mente vinieron todas esas veces que estuvieron juntos después de las misiones. Siempre estaba presente el forcejeo, la pelea por el control. Y nuevamente se estaba dando lo mismo.
Una de las manos de Natasha bajó hacia el pantalón de James, y bajando el cierre, la introdujo sólo para comenzar a acariciar la más que evidente erección que tenía él. 
Un gemido, dos, tres. Y seguían aumentando. Le sujetó el brazo metálico contra la pared y comenzó a besar su cuello. Besos humedos, deliberadamente lentos que siguieron por sus pectorales.
Él la sujetó del cabello, con más fuerza de la que en realidad quería aplicar, sólo por el deseo y la excitación.
Natasha dejó salir un gemido mezcla de dolor y placer y James ya no pudo soportarlo más.

Instinto 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora