Otro día más en la Plaza de los Frutos como costumbre,
Hablando del éxito de tu actuación con la muchedumbre,
Todas las personas que residen en nuestro vecindario,
Se quedaron con ganas de decirme que cuando se repetiría en el calendario.
Así que sin más remedio ni dilatación,
Tuvimos que proponernos mi hermana y yo que dos veces por semana tendrías una función,
Le dije a la cabezota de mi hermana que estaba todo pensado,
Que con la caja y todas las propinas que habíamos logrado,
Daba para incluso tener nuestro negocio más que asegurado,
Hasta me encargo yo misma si hacía falta de empapelar todas las fachadas del barrio,
Con tal de así ponerte por mi modesta parte, una especie de santuario.
Otra vez nos tuvimos que encontrar con las mujeres más cotillas y metiches,
Aguantando sus intolerancias, faltas de respeto, mentiras y reproches,
Sólo porque no les gusta que haya gente que en público las prendas se desabrochen.
A la tarde mi hermana te estaba esperando para darte el cheque que tan bien merecido te correspondía,
Te dijimos la oferta que teníamos y tú lo recibiste con una pletórica alegría,
Y tanto que por abrir el sobre con miedo lo hiciste con cortesía,
Con los requisitos de pagarte ya siempre a final de mes y las bebidas que consumías, cargaba a nuestra cuenta día a día.
Llegó el pequeño de los De La Vega,
Dando voces por culpa de beberse ya no solo ni el agua de los floreros, sino todas las reservas de vodka que había en la bodega,
Le interrumpiste tú cuando veías que me hablaba de muy malas maneras,
Tanro que también se aprovechó de ti porque quería tener una noche si se podía más fiestera,
Al final te lo llevaste a dormir,
Porque era lo único que en su estado se podía permitir,
Yo me marché por la puerta porque la última palabra él lo tenía que decidir,
Si seguir ahogando las penas en alcohol para su vida resentir,
O dejar que acabara el día para que a la mañana siguiente, pese a tener una resaca de caballo siguiera con el camino de mirar hacia delante y con su vida seguir.