Parte 24

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Tras pasar la noche entre sábanas con Sara y en ella metida,
Salí corriendo ya que mi alma estaba arrepentida y despavorida,
Intenté no hacer ruido al salir de la habitación,
Pero mi escaso silencio que provoqué fue en vano,
Da igual que lo hiciera a mi manera, para no darle a Sara disfrutar de otra noche de pasión,
Porque sabía que me gustaba otra y ya no estaba en mi mano,
Darle falsas esperanzas de una leve ilusión.
Me encontré a Jesús en el rellano, me preguntó que si lo hubiera sabido me había acompañado,
Le dije que fui a tomar el aire en un paseo que necesitaba por mi parte ser improvisado,
Quería salir por patas con todo el interrogatorio que él me tenía por cuestionado,
Y aparte con la cita que en su mente tenía ya planeado.
Así que sin más aclaración ni remedio,
Le tuve que contar por mis propios medios,
Que lo que quiere él de mí no está en mis manos darle ese premio tan merecido,
Que es darle mi amor, cuando ya tengo a otra persona que me ha conmovido.
Irremediablemente le tuve que contar mi secreto mejor guardado,
Y por lo consiguiente que mantuviera el pico cerrado,
Porque por ese cometido, podría quedar como un pájaro enjaulado.
Esa misma tarde vino a buscarme para hablar la que por ella bebo los vientos,
A contarme las pesadillas más grandes que estaban pasando ella y su familia como si fueran imaginarios cuentos,
Me contó de los ensayos de la obra que iba a tener como una única función.
Por la tarde nos encontramos en el King's yo con Jesús, ella con su compañero de reparto,
Y me dieron unos incomprendidos celos,
Hasta cuando él cariñosamente te tocaba las manos, me producía en mi interior, escarcha, frío y cúmulo de hielos,
Hasta que Jesús dio en el clavo
De quién era la dueña de mis pensamientos y sentimientos más esclavos.

Luimelia en verso #Wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora