Me arrestaron por escándalo público en medio del algarabío,
Aunque fueron pocos testigos de mi ocurrencia del despelote,
Pero me daba igual hacer más que un papelote,
Solo al saber que entre ellas estaba la que me tenía la cabeza hecha un lío.
Llegó a la cárcel a verme la que me causaba un revuelo en mi corazón,
Disfrazada de abogada en prácticas, cumpliendo un papel que fue una gran lección,
Aunque yo no quería verlo, porque pensé que iba a estar conmigo,
Y ella erre que erre diciéndome que lo que tenía que hacer era que me fuera al barrio consigo.
Aun así, le dije todo lo que me provocó verla en la Plaza de los Frutos in situ,
Y saber que al final no se fue a la ciudad de Roma a pedir más que un per favore piú,
Al final se tuvo que ir por donde había venido,
Porque mi cabezonería y orgullo entre esa batalla no habían perdido.
Pasaron unos días y todo había terminado,
Y aprovechando que llegó a recoger sus ropas de la anterior función,
Quisimos hablar para pedirnos perdón y que todos los malentendidos se quedaran en una gran explicación.
Que al final todos los líos enrevesados que terceras personas nos provocaron con incomodidad,
Se fueron al sentir con nuestras palabras en nuestro interior, un pellizco de seguridad,
Pero también con unas palabras en un diario que mostraban la vivencia de mi estancia en la cárcel con la más pura realidad.
Y que todo acabó con un beso entre más de una mitad,
Por una parte, sorprendente y por otra correspondida,
Que hubiera sido más largo, si no fuera porque María sin querer fue entrometida,
Y que a mí me provocó un manojo de nervios y huí del despacho despavorida.
En la noche en vísperas con la celebración de la Navidad,
Mi cabeza no estaba in situ hasta que mi hermana me notó mi estado de humor tan malhumorada,
Que cuando me hizo entrar en razón, fue cuando en la Plaza con los villancicos vi a la mujer de la que estaba perdidamente enamorada,
Para pasar juntas un pequeño rato de alegría y felicidad en estas fechas tan señaladas.
Al día siguiente quise darte una explicación,
Porque sabía que te lo merecías,
Que todo termino bien y al final pesó más el gran abrazo que te di como ración,
Porque al fin y al cabo era lo único que pensaba que como consuelo de no tener a tu madre, yo te debía.