Ama, no sea mamona

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Lejos estaba de pensar
Que serías mi penitencia
Cuánto tiempo he de llorar
Cuesta caro la experiencia

Como siempre, apenas acercarse a los edificios habitacionales, música de salsa, cumbia, banda y reggaetón inundaron el ambiente. El Peter, todo sacado de onda, siguió caminando hacia su casa a una cuadra de distancia. Subió los cinco pisos de su edificio odiando un chingo a su amá el Tony, que por hacerse el interesante había pedido que le dieran el penthouse, y como, obviamente, ese edificio no tenía penthouse, los mandaron al último piso. Lo único bueno de eso era que el espacio para subir a colgar la ropa le quedaba más cerquita.

-Ya llegué amá- Dijo entrando al minúsculo apartamento, para en seguida encontrarse con la mesa del comedor llena de productos de esos que se vendían por catálogo -No manche ¿Se compró todo Avon o que show? 

-Son los pedidos de las vecinas. Ahorita te cambias y se los vas a dejar, pero que te paguen primero y ya luego se lo das ¿Puedes creerlo? Después de una vida entera de lujos y despilfarro tener que vender Avon para...

Peter se perdió en lo que su madre le estaba diciendo. Él bien sabía que le hacía al cuento, porque de niño había crecido en Puebla, en Agua Santa para ser precisos, y era una de esas colonias no tan chidas que digamos.

-¿Me estas escuchando? Te estoy diciendo que tu padre ya se consiguió otro trabajo a demás de cargador en el mercado. Ahora también se va ha ir a trabajar a la taquería con el negro ese buenote. Si, así como coge trabajara, ya seríamos ricos otra vez.

-Amáaaaa, yo no quiero saber cómo coge mi papá.

Salió corriendo hasta su recámara antes de que su jefesita lo traumara con cosas que él no quería saber. Dejó la mochila encima del escritorio y se fue a cambiar. Antes tenía pura ropa de marcas chidas y cosas originales, pero como cuando les embargaron su otra casa sólo les dieron chance de sacar papeles importantes, de ropa buena sólo le quedaba un pantalón Levi's, y una sudadera de Abercrombie. Se puso ese pantalón, unos vans pirata que su papá Steve le había comprado en el tianguis y una playera de las usadas que vendían a diez pesos la pieza.

-Si voy a dejarle las cosas a las vecinas ¿Ya no me sigue contando cómo coge mi papá?

Preguntó con una risa, regresando a la cocina, donde su mamá estaba preparando la comida.

-Ya deja de estar chingando y vete a dejar los pedidos. Y si tu amiguito el Pietro te dice que te paga después, no le dejas ni madres. No sé como se pone a pedir y pedir cosas si el Clint trabaja de microbusero.

-Ay amá, ni le haga al cuento, que el Clint gana más que mi papá y usted se fue a sacar una SmartTV a Coppel.
Su mamá le aventó una chancla con tanta puntería que fue a darle en la espalda.

-Ay jefa, no sea agresiva, yo nomás digo la verdad- Dijo sobándose la parte de la espalda en donde le había pegado.

-Ya deja de decir pendejadas y vete a entregar eso. Te apuras porque ya va a estar la comida.

Peter echó todo en una mochila y se fue. Primero le pasó a entregar sus cosas a su madrina Loki, él y su esposo el Thor-tilla (jajajajajajajaja, que mal chiste.-.) habían corrido con la misma suerte que ellos cuando la empresa de su mamá se fue a pique. Ahora el Thor trabajaba en uno de esos lugares donde arreglan llantas y Loki vendía chicharrones preparados y chamoyadas. Después de él, recorrió tres edificios entregando productos de belleza.

-¿No puedes venir otro día por el dinero? Es que mi viejo no me ha dado la quincena.

-Nombre, seño, si se lo doy así nomás, mi mamá me mete una chinga.

Antes de regresar a su edificio, pudo ver de nuevo al grupito de marihuanos de hace un rato. El tipo que lo había albureado se le quedó viendo fijamente, y entonces se acordó que no le había mandado un whats.

Hola.
         2:54 p.m.

Mandó el mensaje al número que el vato había guardado en su teléfono y siguió caminando de egreso a su edificio. Dejó el pedido de Pietro para el final, porque era su amigo y quería pasar a echar el chisme de rápido antes de que su jefa le hablara para que se fuera a comer, a demás vivían en el mismo edificio, así que le quedaba de paso.

Nada más acercarse al departamento supo que seguramente se había vuelto a pelear con su esposo.

Me tengo que ir
y no es por mí contigo está mi corazón
tomó el amor de mis entrañas
de mi cuerpo y de mi alma
todo el fruto de este amor que queda aquí

La canción de salsa se escuchaba perfectamente en casi todo el edificio, Peter suspiro y tocó a la puerta. Cuando su amigo peliplata le abrió, confirmó sus sospechas, porque el chico tenía los ojos rojos e hinchados, indicando que había estado llorando.

-¿Qué te hizo ahora?- Preguntó el Peter acercándose a abrázalo, con cuidado de no aplastarle la panza de seis meses de embarazo.

-Dijo que si no maduraba me iba a dejar, pero mano, tengo 22 y no se bien que pedo con la vida.

-Ya sé wey- Dijo el morrito acariciándole la espalda a su amigo tratando de que se tranquilizara- pero es que sí tienes que madurar. Sé que estás morro, pero tienes dos hijos chiquitos y estas embarazado. Vato, existen los condones ¿Sabes?

-No quiero que me deje ¿Cómo voy a regresarme pa'l pueblo? Mi apá ya se encariñó con el halcón que le dio Clint en vez de un guajolote. No se lo va a querer regresar.

-¿El que se robó del zoológico de Aragón?

-Ese mero.

Peter se pasó un rato consolando a su amigo, al menos hasta que llegó su esposo.

-¿Otra vez estas llorando, flaco? No lo decía neta, al chile te quiero harto y no te voy a dejar, aunque sigas siendo un morrito inmaduro.

El Peter se fue un poco preocupado, porque sabía que a pesar de que el Clint quería a Pietro, a veces le metía sus chingadazos.* Regresó corriendo a su departamento cuando se dio cuenta de que ya eran las 3:30, y que seguramente su papá ya había regresado del mercado y lo estaban esperando para comer.

-Ya vine amá- Dijo entrando al departamento y dándole el dinero de sus pedidos- Nomás me faltó entregarle sus cosas a Pietro. Es que se volvió a pelear con su señor y como me puse a consolarlo ya no le entregué sus cosas, además llegó el Clint, y vez que se lo madrea cuando se endeuda.

Tony lo miró con mala cara, pero aun así lo mandó a lavarse las manos para sentarse a comer. En su camino al baño Peter se encontró con Steve.

-¿Cómo te fue en la escuela?

Le preguntó mientras el Peter se metía al baño a lavarse las manos.

-Bien, aunque casi me asaltan de regreso. Apá, los marihuanos de la esquina me dan miedo.

-Pues haz que sean tus amigos, así el barrio te respalda y ya no te van a asaltar por aquí.

Peter se quedó pensando en lo mucho que le ayudaría hacerse amigo del vato que le había pasado su número. Aun pensando eso se fue a sentar a la mesa junto a sus papás para comer sopita de fideo y tacos dorados de papa y queso con agüita de limón.

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*La primera vez que publiqué este fic sólo solté esto así y lo dejé como una incógnita para después. Pero no, a Pietro no le pegan, él y Clint estan bieeen pendejos y les gustan las cochinadas rudas, por eso luego tienen golpes mutuamente.

Quien le pega a su pareja merece irse a la cárcel.

El vato de la esquinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora