Capítulo 39: Ultima oportunidad

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—Alfred—. Repitió en un susurro casi espectral, sumido en una especie de profundo ensueño tras lo acontecido. Nuevamente, sus ojos se llenaron de lágrimas, pero estas trajeron consigo un enorme nudo en la garganta y la horrible sensación de pérdida. El dolor que embargaba su corazón era tan intenso que apenas le permitía respirar.

No era como las otras veces, donde al menos podía llorar en silencio; en esta ocasión, el dolor y la tristeza que sentía eran tan fuertes que no pudo evitar soltar un alarido, como si todo aquel sufrimiento fuese ya demasiado para contenerse dentro de su cuerpo. Cayó de rodillas al suelo, y con la vista nublada por las lágrimas observó al cielo.

"Alfred" Ese nombre no había sido más que la llave maestra que abrió la oscura y fría puerta donde yacían aquellos recuerdos involuntariamente enterrados.

¿Cómo podía haberlo olvidado? ¿Cómo no recordaba siquiera cuando ese niño enternecía su corazón con cada uno de sus gestos? ¿Cómo había olvidado aquel dibujo de la nave espacial a la luna con aquella infantil firma con una estrella sustituyendo la "A" y la "F" escrita al revés, o las infinitas noches observando estrellas desde el telescopio? ¿Cómo olvidó también al maravilloso adulto en el que se convirtió? ¿Cómo olvidó aquella mágica noche en el mirador? Todo estaba regresando, y cada nuevo recuerdo era una nueva lágrima.

"Existen muchos tipos de dolor."
Le había dicho una vez su hermano mayor tras la muerte de sus padres. Ahora, Arthur pensaba que tal vez estaba sintiendo todos los tipos existentes de dolor al mismo tiempo.

¿Cómo había podido olvidar? Se preguntaba una y otra vez, odiándose a sí mismo por ello. No obstante, cuando el último de aquellos recuerdos afloró en su memoria, todo fue muy claro.

Vladimir, con aquella conocida chispa en sus ojos, obligándolo a olvidar, mientras que Lukas observaba toda la escena, por no mencionar sus terribles confesiones... Arthur siempre había considerado a sus amigos aquella familia que el destino jamás le otorgó. Ahora, no podía sentir otra cosa más que asco hacia ellos.

¿Cómo fueron capaces de algo así? Lo que habían hecho no podía llamarse de otra forma más que traición, por no mencionar la enorme falta de empatía hacia Alfred, lo habían lastimado de forma irreparable... y en cierto modo, Arthur se sintió culpable de aquello, pensar que todo esto podría haberse evitado si jamás se hubiese metido en la vida de Alfred. ¿Que sería del muchacho si sus caminos jamás se hubiesen cruzado? Seguramente habría sido adoptado junto con Matthew, tendría una bella familia que lo amara; crecería sano y feliz para convertirse en... ¿En qué? Iba a decir una maravillosa persona, pero eso ya lo era.

Aquello no tenía perdón, Arthur tenía claro que debía enfrentarlos, no obstante, no tenía idea de cómo haría para mirarlos a la cara.

***

Sentado a orillas del lago, observando en melancólico silencio el estrellado cielo y la luna reflejados en las apacibles aguas, Lukas rememoraba los momentos más felices de su vida, sabiendo que nunca nada volvería a ser igual; en sus violáceas pupilas permanecía el espectro de lágrimas derramadas hasta hinchar sus ojos; le dolía el pecho, casi impidiéndole respirar. No esperaba el perdón de nadie, pero tampoco estaba preparado para el desprecio que, ya daba por sentado, recibiría.

Incluso para alguien con su carácter, debía luchar con tal de no desbordarse nuevamente en lágrimas.
Se merecía lo peor, el noveno círculo de los infiernos sería poco castigo para sus crímenes. Le contaría, como pudiese, toda la verdad a Arthur, sabiendo que de esta forma no sería otra cosa más que acreedor del odio eterno de quien hasta entonces había sido su más querido amigo.

No temía ser juzgado, puesto que ya se juzgaba a sí mismo desde hacía mucho tiempo, si había algo que le atemorizaba, era el hecho de saber que de ahora en más, Arthur, y Vlad que hasta ese momento habían representado gran parte de su día a día, dejarían de formar parte de su vida para siempre, ¿Cómo actuar sabiendo que al día siguiente te levantarás totalmente solo, sabiendo que las personas con las que compartiste toda tu vida no volverán a estar ahí para ti? Una vez, tiempo atrás, Lukas había conocido el dolor que la pérdida de un ser querido podía causar, y lo asoció con un puñal clavado en el centro del pecho; ese puñal nunca había salido, simplemente era él quien se había amoldado a este; como algunas personas usan lentes desde siempre y se acostumbran a ellos, Lukas cargaba silenciosamente con aquel sufrimiento que se había vuelto casi una parte de él, tanto que sin dejar de doler, podía llegar a disfrutar de la vida junto a sus amigos o su hermano, pero ahora, centenios después, ese puñal que seguía incrustado en su pecho comenzaba a girar, abriendo aquella herida.

Fairytale (usuk)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora