Capítulo 1: La invitación

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Arthur refunfuñaba mientras juntaba ramas esparcidas por el bosque, eran muchas las personas que decian que jamas habia que entrar solo en el bosque al anochecer, que podrían perderse en el y jamas volver, aquel lugar era un contenedor de mitos y leyendas de todo tipo y que todo el mundo creía y temía, excepto Arthur, a pesar de su corta edad el deambulaba constantemente entre los árboles, observaba su reflejo en el río y de vez en cuando reflexionaba.

A veces fantaseaba con la idea de perderse totalmente en ese bosque para nunca jamás volver, seguro nadie lo extrañaría y seguro que podria valerse perfectamente por sí mismo, o solo dejarse morir en aquel ambiente lleno de paz y belleza, ambas opciones eran igual de tentadoras. ¿Cuanto tiempo llevaba alli? Cuando había llegado todavía era de dia, y ahora era la luz de la luna la que bañaba todo el paraje. ¿Sus hermanos estarían preocupados? Sonrió amargamente al pensar aquello, claro que no lo estaban.

Al pasar cerca de una pequeña laguna, se mantuvo unos segundos contemplando su propio reflejo y por un fugaz momento, en la imagen que se formaba en el agua cristalina pudo ver algo extraño junto a él, dos brillante y esplendorosas luces blancas que se movía a su alrededor, más en menos de un segundo, aquel extraño fenómeno había desaparecido.

Arthur se dio la vuelta rápidamente, examinando todo su entorno, con tal de dar con la extraña luz. Finalmente, tras un arbusto, pudo escuchar agudos susurros.

—¿Crees que nos haya visto?— Decía una voz preocupada.

—Claro que no— Respondía la otra entre risitas. —Es un humano, los humanos no pueden vernos.

—Pero no es cualquier humano... es un NIÑO, es diferente de los adultos.

—Hablando de eso ¿Viste lo hermosos que son sus ojos? Tan verde como el mismo bosque.

—No lo se... no los vi bien.

Y luego de eso más risas, lo que sea que estuvieran haciendo las personas escondidas detrás del arbusto logró que este se sacudiera levemente.

—¿Quien anda ahí?— Preguntó Arthur preocupado retrocediendo unos pasos hasta que sus pies descalzos se sumergieron en el agua helada. Quienes estaban tras el arbusto, al escucharlo, callaron abruptamente y así permanecieron en total silencio por unos segundos que al niño se le hicieron eternos.

—¡Idiota, te dije que si podía vernos!— Volvió a decir una de las agudas voces evidenciando su enojo.

—No hables tan alto, quizá se vaya si no le respondemos— Sugirió la segunda.

—Puedo escucharlos perfectamente, salgan ahora— Exigió el niño cruzándose de brazos, y caminando al frente, tanto con sus pies como el borde sus pantalones totalmente empapados.

Nuevamente hubo silencio, entonces, no de atrás, sino desde el mismo interior de aquel arbusto, lenta y cautelosa, casi de forma tímida, una de las luces blancas comenzó a brotar y moverse hasta quedar frente al niño, seguida por su compañera segundos después.

—¿Lo ves? Yo tenía razón ¿No son hermosos sus ojos?— Preguntó una de las luces mientras daba rápidas vueltas alrededor de la cabeza de Arthur, el cual al tener una de las luces posada sobre su nariz y la otra revoloteando en su cabeza no sabía a dónde mirar.

—Pues sí, lo son— Confesó la pequeña luz con un tono bajo de voz.

—Hu...¿U-ustedes son hadas?— Preguntó Arthur inseguro, sintiendo un poco de miedo.

—¿Cómo lo supiste? ¡Que niño mas inteligente eres!— Exclamó alegremente la segunda luz mientras seguía revoloteando a su alrededor.

—Bueno es que... se mucho sobre ustedes— Respondió el niño rascándose la nuca un poco avergonzado, intentando ocultar su sonrisa.

—¡Eso es genial! ¿Cómo te llamas? Yo soy Light, y mi hermana en tu nariz se llama White

—¡Light!— Exclamó White furiosa volando de desde la nariz de Arthur a la altura en la que su hermana se encontraba. —¡No hables tanto con el, es humano!

Y tras ese regaño, White siguió sobrevolando adentrándose mas y mas en el bosque, cortando la oscuridad con su luz, hasta que la perdieron de vista.

—No le hagas caso— Susurro Light acercándose a Arthur. —Ella siempre es así, levanta tus manos por favor.

Al escucharla Arthur rápidamente le hizo caso levantando sus manos juntas a la altura de su pecho.

—Me duele pedirte esto, pero necesito que cierres esos hermosos ojos tuyos Arthur

El niño volvió a hacer caso omiso, y tras asentir varias veces cerró sus ojos con fuerza. Inmediatamente sintió un pequeño peso, junto con una cálida sensación, en sus manos.

Al abrir los ojos, Arthur tuvo que parpadear varias veces para acostumbrarse a aquella luz, sus ojos no podían dar crédito a lo que veían. Parada sobre sus manos había una pequeña y bella señorita con una sonrisa de oreja a oreja, dos hermosas y transparentes alas brotaban de su espalda y tanto su cuerpo como su dorado vestido emanaban una fuerte y hermosa luz, tal como su nombre.

—Todos los seres mágicos vivimos en una colina en medio del bosque, si das nueve vueltas alrededor de esta la puerta aparecera magicamente frente a ti ¡Ven a visitarnos cuando quieras!— Exclamó alegremente Light dando un pequeño salto en las manos de Arthur.

—¡¿Realmente puedo ir?— Pregunto el pequeño emocionado, acercando su rostro al hada, y haciendo que esta sea invadida por el calor de su aliento.

—¡Claro que si! ¡Me enojare si no lo haces!— Respondió Light para luego depositar un pequeño y tierno beso en la nariz del niño. —Te esperamos Arthur.

Y tras decir eso el hada levantó vuelo, perdiéndose en el bosque dejando al niño allí parado, con la boca entreabierta, los ojos brillosos y un leve sonrojo en sus mejillas, dudando de que todo lo que le había sucedido ese día fuese real ¿Las hadas le habían hablado? ¿Realmente lo invitaron a su reino? No podía ser cierto ¿Y si solo era su imaginación? ¿Y si solo eran espíritus malvados que intentan engañarlo para llevarlo a su guarida? ¿Que tal si había muerto sin saberlo y por eso ahora pertenecía al reino de los seres mágicos? Miles de posibilidades se amontonaban en la cabeza del niño, haciendo que ya no pudiera pensar con claridad.

—Por hoy, solo por hoy, volveré a casa, pero prometo que mañana los visitare— Dijo Arthur en voz alta, tan fascinado como asustado, entonces se dio la vuelta para volver a la casa de su hermano mayor, prometiendose a si mismo que volvería a aquel lugar lo antes posible.






Fairytale (usuk)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora