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¡HOLA! De nuevo yo. Aquí les dejo esta pequeña idea que tuve hace unos días, en mis tantas noches de insomnio. La idea no salía de mi mente, así que comencé a escribir y... eso salió.

Aclaro que no tengo en mente hacer de este trabajo con más capítulos, aun. Solo fue algo que surgió y quería compartir con ustedes.

Como siempre, los personajes aquí mencionados no me perteneces. Son propiedad de Disney.


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El día por fin llego...

El día de la coronación; el día que dejaría de ser Princesa y pasaría a ser Reina de Arendelle.

Elsa se encontraba parada enfrente del espejo de cuerpo completo de su alcoba, contemplando su reflejo en el. Gerda, su sirvienta personal y encargada de supervisar a las demás sirvientas, había mandado a hacer un vestido especial solo para esa ocasión.

Consistía en un vestido con los colores del emblema de la corona, verde con dorado, que llevaba hasta el suelo con un escote en forma de corazón. Sus brazos, hombros y cuello estaban cubiertos por una tela color negra que se pegaba a su blanquecina piel, ocultándola del mundo. De sus hombros, colgaba una capa color morada con el Crocus en medio de color dorado, sujeta de una joya Azul Zafiro en la base de su cuello.

Sus manos estaban juntas enfrente de ella, dentro de unos finos guantes de seda. No tenia frio, eso nunca le había molestado, pero al tenerlos puestos le daba un sentido de seguridad y confianza. Subió su vista hasta su rostro, observando cómo sus cejas marcaban en su rostro como realmente se estaba sintiendo en el momento.

Decir que estaba nerviosa era poco. Al estar encerrada en su habitación por 13 años en soledad y de pronto salir y conocer a todas esas personas... era una sensación intimidante.

Pero esa no era la mayor razón de su nerviosismo. No, solamente era una pequeña parte del gran iceberg de la emoción. Sus nervios eran algo más cercanos, más entendible, más anhelado...

Estaba nerviosa porque vería a su pequeña hermana después de 13 años de separación.

No había día en que Elsa no pensara en ella. Escuchaba como corría por los pasillos del castillo, su angelical risa resonando en las paredes, tocando su puerta para que salieran a jugar. Deseaba con todas sus fuerzas salir con ella, deseaba sentir esos amorosos abrazos que le daba, deseaba mirar esas adorables pecas en su rostro... pero sabía que no era posible. No quería que algo le pasara a Anna por su culpa, no de nuevo.

Rey Agdar y Reina Idunn descubrieron pronto que su primogénita era especial, que tenia poderes para controlar el hielo y la nieve. Al principio se asustaron que eso pudiera lastimarla de alguna forma, pero al saber que no era peligroso para ella, se tranquilizaron.

Su poder, al principio, no era grande; podía descender un poco la temperatura de un cuarto, crear un poco de escarcha en sus manos o crear unos pequeños copos de nieve. Pasaba horas jugando con sus poderes mientras los reyes estaban ocupados.

Comenzó a sentirse sola. Sabía que estaban ocupados, no los culpaba por ellos, pero el sentimiento de soledad siempre estaba cerca de ella. Quería tener a alguien con quien jugar, con quien platicar, con quien pasar su tiempo libre, con quien compartir sus intereses.

Nunca imagino que sus deseos se cumplirían tres años después, cuando los reyes le informaron que tendría una hermanita. No lo podía creer, pronto tendría con quien estar siempre y poder jugar con sus poderes, alguien a quien amaría y protegería sin importar que.

Behind the CrownDonde viven las historias. Descúbrelo ahora