Las risas murieron en cuanto ambas comenzaron a caminar por los pasillos del castillo a la sala donde el Salón Real se encontraba. El aire de complicidad y camaradería se esfumo por completo, reemplazándolo por uno de severidad y profesionalismo.
No se escuchaba nada más que los pasos de ambas, el ruido que producía la ropa que usaban al rozarse y los sonidos externos que producían los sirvientes que pasaban cerca. Aun cuando no se decían ni una sola palabra, la sola presencia de Anna detrás de ella era tranquilizadora.
No sabía cómo describirlo, pero era como si tuviera a su querida hermana abrazándola protectoramente por la espalda en todo momento. Sabiendo que cualquier persona que fuera remotamente sospechosa no pondría ni un solo dedo en ella gracias su querido protector.
Al llegar a un par de puertas cerradas, se encontraba Kai y Astrid esperando por ellas con algunas cosas en sus manos.
Kai tenía entre sus manos una almohada de color morada con una tiara encima. Cada vez que un monarca tenía esas sesiones, debían de usar la corona como símbolo de autoridad. En cuanto estuvo frente suyo, inclino un poco su cabeza para que lo colocara como era debido.
Por su parte, Astrid traía en sus manos una tela de color morada. No comprendía bien que podría ser eso hasta que Anna se acerco un poco a ella. Se coloco detrás de Anna, pasando lo que ahora pudo ver, era una capa sobre los hombros de Anna, deteniéndolo en donde los epaulettes comenzaban y llegando a sus tobillos.
Estaba por agradecerle a ambos por su trabajo, pero al mirar de cerca el rostro de Astrid, una extraña sensación invadió su cuerpo. Mientras Anna tenía su pose regia y su vista fija al frente, Astrid tenía las mejillas sonrojadas y se movía un poco torpe de cuando estaba atendiendo a Elsa hace unas horas atrás.
Esto hizo que un molestar se almacenara en su pecho. Por alguna razón, ver a Astrid con el rostro de esa forma estando tan cerca de Anna la hacía sentir enojada e incómoda. Empuño sus manos, controlando la magia que sentía en sus dedos pidiendo ser liberado.
- Andando. - Su voz fue autoritaria, absoluta, y tan fría como el mismo hielo que ella podía crear.
Ambos sirvientes se inclinaron, haciéndose a un lado para permitir a ambas continuar con su camino.
Las puertas fueron abiertas por dos guardias vistiendo su armadura y una lanza apoyada en el suelo, inclinaron la cabeza en cuanto su majestad hizo acto de presencia.
El Salón Real era enorme. De la pared colgaba el símbolo de Arendelle con orgullo, a la vista de todos: El Crocus. Al fondo se alzaba su trono, hecho completamente de oro; el asiento donde sus ancestros habían reinado antes que ella y el cual ahora le pertenecía.
Elsa se dirigió al lugar que por derecho le correspondía. Se sentó con la gracia que la caracterizaba y su espalda recta, lista para comenzar con la sesión.
A su lado vio a Anna, pero en el momento en que se posiciono a su lado derecho, sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Eso le sorprendió; Elsa al ser capaz de controlar el hielo y la nieve, no tenía ese tipo de reacción muy frecuentemente.
Discretamente, busco con la mirada la causa de esa sensación. Busco en cada rincón del salón algo que fuera remotamente peligroso, imaginando que esa pudo ser la causa de semejante sentimiento, pero no encontró absolutamente nada fuera de su lugar.
Volteo para preguntarle a Anna si ella había sentido lo mismo, pero su cuerpo se congelo en cuanto su mirada cayó en ella.
Su mirada, que antes era amigable y con algo de tristeza, ahora era afilada como la espada más peligrosa del mundo. Su cuerpo estaba en guardia, con su mano en el pomo de su espada preparada para sacarla de su guarida si era necesario.
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Behind the Crown
FanficNada es lo que parece en este lugar. No siempre lo que esta frente a tus ojos, es la realidad absoluta.