Anna no se despego de ella por el resto del día.
La reina Elsa siguió con sus deberes reales siendo seguida por su guardián a cada lado que fuera. Como si de su sombra se tratase; al estar considerando la sentencia para el cometido hacia su persona con su Corte Real, ella se quedo parada en una esquina, inmóvil, sin decir una sola palabra, haciendo su presencia casi inexistente en el salón.
La sentencia final para el cometido fue, claramente, ejecución pública. Su Corte no permitiría que un crimen de esa magnitud quedara impune y los hiciera parecer débiles. Elsa sabía que era la decisión correcta, pero no por eso hacía que fuera fácil para ella el asimilarlo, después de todo sería la primera ejecución que haría siendo ella la reina de Arendelle.
Continuando con su deber, en su oficina fue exactamente igual, solo que con ligeros cambios de persona. Al encontrarse ambas solas, sin ojos sobre ellas que las miraran, Anna se tomo la libertar de sentarse en una de las sillas cerca de una ventana con libro en mano.
No sabía que a su hermana le gustara la lectura, sobre todo porque siempre era ella quien le leía en las noches para dormir. Su presencia era tranquilizadora, ambas mujeres trabajando en silencio, haciéndose compañía e, inconscientemente por parte de Elsa, protegiéndose mutuamente.
Siempre que Elsa necesitaba algún documento o algún libro que la ayudara con alguno de los pergaminos que tenia frente de ella, Anna eficazmente se los proporcionaba con una pequeña sonrisa en el rostro.
No comprendía que era, pero cada que esa sonrisa aparecía su corazón latía desbocadamente en su pecho. En ese corto tiempo que la había estado acompañando en su deber, el rostro de Anna parecía serio y cauteloso de cualquier persona que se acercara a ella a menos de unos metros. Pero cuando ambas se encontraban solas, esa pequeña sonrisa hacia acto de presencia, como si solamente le perteneciera a ella...
Como si solo su existencia pudiera iluminar el rostro de Anna de esa forma...
Los días continuaron de esa forma; Anna acompañándola a todos lados como su sombra, ayudándola cada que lo necesitaba, protegiéndola de cualquier persona y acompañándola siempre que trabajaba en la oficina.
Un día antes de que la ejecución se hiciera, la reina mando a Anna por la familia del criminal. Al deberse de una orden directa de la reina, y el motivo del mismo, Anna iba con su armadura completa.
A diferencia del resto de los soldados, la armadura de Anna era diferente.
Su color no era el normal gris que veías en los demás, sin importar el puesto que estos tengan en la milicia. El de Anna era rojo, del mismo color de la sangre. En su pecho, el Crocus era visto por todos al igual que en las hombreras del mismo.
Iba montada en un hermoso caballo negro, su pelaje brillaba bajo la luz del sol, su crin estaba trenzado dándole un aura igual de digna que su jinete.
Anna tenía una postura regia, su vista fija al frente con el mismo filo que tuvieron cuando Elsa estuvo en peligro. Su sola presencia imponía respeto al igual que temor para cualquier persona que la viera, sabían que el guardia personal de la reina era alguien que no dudaría en dar su vida por su reina.
Al principio se rehusó a hacer el trabajo, no quería alejarse demasiado de Elsa por miedo de que algo le pasara mientras no se encontraba cerca. Después de media hora de discusión, y de usar su tono de autoridad para que entendiera que era una orden, acepto.
No más de dos horas después, Anna estaba de regreso con la familia del acusado detrás de ella.
Su familia consistía en la esposa y dos hijos no mayores de 15 años. Pudo notar en sus rostros el temor y la duda, quizás preguntándose por que la misma reina los citaría para verla en el castillo.

ESTÁS LEYENDO
Behind the Crown
Fiksi PenggemarNada es lo que parece en este lugar. No siempre lo que esta frente a tus ojos, es la realidad absoluta.