©ℒA ℬAIℒᗅℛINA Dℰℒ ℛℰY

Si Realmente

La cabeza del rey yacía echa hacia atrás, tratando de disfrutar la felación que le hacía ese Omega de cabellera dorada, pronto su celo llegaría y el calor comenzaría a ser insoportable.

Pero no podía disfrutarlo, no cuando no se trataba de ese gitano quien lo hacía.

Había estado durmiendo en su alcoba real, en su cama. Lo observaba mientras estaba en el mundo onírico, veía la piel canela a través de esa bata color perla de seda y satín, olía el perfume de su dermis, escuchaba con claridad la respiración calma que salía de esos labios rosados, y el tiritar de esas largas pestañas castañas le provocaban querer tomarlo con violencia, cogerlo y destrozar toda su cordura hasta ser sólo un manojo de súplicas segadas por el placer y el deseo.

— ugh, basta Armin.– ordenó incómodo, siempre era así, cada que estaba en un encuentro sexual y estaba a punto de culminar, se le venía la imagen celestial de ese Omega en su cama.

El chico se detuvo justo cuando iba a montarlo, sentado en sus piernas ladeó la cabeza en confusión y la vez un poco preocupado.— ¿he hecho algo mal, majestad?.

Levi lo agarró de las caderas, haciendo círculos con sus pulgares en la suave y tersa piel, él negó con la cabeza.— tengo que hacer algo.

— ¿desea continuar en un rato más?.

— no lo creo, estaré.. ocupado con mis consejeros.

Armin apretó ligeramente los hombres del mayor.— miente.

El rey le dedicó una mirada perdida.— qué?.

— usted miente mi rey, lo conozco muy bien.– dice con una sonrisa, inclinándose para dejar un casto besó en la comisura de sus labios.— desde hace mucho conozco sus gestos, e incomodidades, lo que le gusta y lo que no.

— eres muy perceptivo.

Armin se bajó de su regazo, abotonó la camisa del alfa, y comenzó a vestirse.— me importa el estado de mi gobernante, es por eso que tengo que conocerlo.– observó cómo el pelinegro acomodaba su ropa y tronaba su cuello, algo que hacía cuando cargaba con mucho estrés.— algún día le dará un feo calambre si sigue haciendo eso.

— lo siento por esto, has perdido tiempo aquí.

El rubio negó y se acercó para acomodar el dobladillo del cuello de la camisa.— yo sirvo cualquier orden, para mí no hay nada mejor que servirle.

— siendo así, necesito que hagas algo.

Armin entró a la alcoba real, observando como ese chiquillo estaba acostado en el lugar que él hubiese querido estar.

— ¿Dónde está ese soberano cruel?.– pregunta arrogante el castaño, poniéndose de pie, vestido con las únicas prendas que le habían permitido cargar, las cuales eran extrañas para el rubio.

Tenía un vestido color esmeralda, y un velo tinto con borde dorado, pendientes rojos con dorado al igual que un collar.

Armin arrugó la cara en total molestia y desacuerdo, él no quería hacerse cargo de ese niño, pero no podía oponerse ante las órdenes.— él tiene cosas más importantes que venir a verte.– dicho eso se dió la vuelta.— ahora sígueme, sólo que quieras seguir quedándote aquí, contando tus tristes suspiros.

Eren no dijo más y siguió en silencio a aquel Omega lindo pero de carácter feo, y es que la verdad ya se había hartado de estar encerrado.

Caminaron por largos pasillos, atravesaron algunas puertas y finalmente llegaron a un enorme y hermoso jardín, allí habían una empleadas que tenían listo en una mesita, té, galletas, dulces y panecillos.

— el rey dijo que tenías que distraerte.

— si cree que con ésto puede ganarme, está equivocado.

Armin se molestó aún más, su tolerancia hacia aquel chiquillo se estaba acabando.— sólo quiere que te sientas cómodo aquí.

Eren rió con sarcasmo.— cómo podría estarlo, cómo podría estar en el mismo lugar que ese despiadado rey que me arrebató todo.

Su paciencia se acabó.— él no fué quien devastó tu pueblo, ni siquiera sabía de su existencia.

— no puedo creer en otra víbora mentirosa. Una qué forma parte de su harem, si, hasta aquí me llega el aroma de ese alfa.

Armin se extrañó al escuchar eso último, pues había tomado un baño.— sabes, me importa un carajo si lo haces. Al fin y al cabo, yo no pierdo nada, todo lo contrario. Siéntete afortunado y con la mayor de las suertes que el rey sea bondadoso con tu miserable existencia.

— ja, bondadoso?. ¿Porqué le tienes tanta lealtad a ese cerdo?.

Una bofetada fue a parar a su mejilla izquierda, tornándose roja de inmediato, las empleadas que estaban ahí se quedaron sorprendidas ante el actuar violento del rubio, era inusual cuando algo podía provocarle rabia al  chico, alterarlo, siempre era amable y atento, pero no en esta ocasión.

— tú no sabes nada de él, ni de mi. Ese "cerdo" que dices tú, me salvó la vida cuando era sólo un niño, cuando mataron a mi familia, cuando me quedé solo, él estuvo conmigo. No juzgues si no tienes los fundamentos para demostrarlo.

Se marchó, dejando al gitano con muchas cosas que pensar y analizar.
Habían iniciado con el pie equivocado.