©ℒA ℬAIℒᗅℛINA Dℰℒ ℛℰY

A Dar Mi Corazón

Eren es el primero en despertar, se siente jodidamente pesado y muy exhausto, como si una carroza le haya pasado por encima de ida y vuelta.
Lo más curioso es que no sabe el motivo, pero cuando ve las marcas en él, se aterra como nunca antes.

— ¿q-Qué pasó?.– murmura para sí mismo, poniéndose de pie con todo el dolor del mundo y enrollandose en una sábana azul cielo. Y lo ve, ve al rey desnudo de su torso mientras una sábana cubre la parte inferior de su cuerpo, su rostro totalmente apasible y algunos mechones oscuros caer en su frente.

Unos toques en la puerta le alertan los sentidos.— Eren, aquí te traigo..– el rubio cruza la puerta con el desayuno en una charola de plata, sin embargo se queda mudo al ver la escena frente a él.

Los ojos de Eren comienzan a ponerse cristalinos, siente que ha cometido el peor de los errores.— y-yo..no sé..no sé qué pasó..no lo recuerdo.— entonces las lágrimas salen sin poder retenerlas.— Armin.. ayúdame.– se deja caer en el suelo, tapando su boca para evitar sollozar fuerte.— por favor Armin.

El ojiazul no puede reaccionar, no sale de su asombro y de ese dolor en el pecho, también quiere llorar, pero lo soporta, como siempre lo ha hecho.
Se acerca a Eren y lo ayuda a ponerse de pie.— ven conmigo, te llevaré a mi habitación.

Sabe lo que se avecina, hay feromonas de celo, el celo de esos dos.
Y no quiere estar cuando el rey despierte y no encuentre al Omega.

El rubio observa al castaño dormir, le había dado una medicina herbolaria, la cual sabía totalmente amarga pero que ayudaba a calmar el estado de calor, al igual que los cólicos en el gitano.

Se acababa de presentar como un Omega completo así que en estos momentos sufría por todos los cambios en su cuerpo.

— alfa.– susurró dormido, con las mejillas rojas, sudando y tiritando por la fiebre de vez en cuando.

En su azulina mirada solo hubo tristeza. Pero había algo que Armin no se explicaba, el rey no lo había marcado, sólo dos mordidas con sangre seca habían en ambos hombros del menor.
Al parecer Eren se había resistido un poco inconscientemente.

Sintió algo de lastima por el niño, había tenido su primera vez, y sin el consentimiento de él mismo, y justo en el primer celo. Lo cual no era bueno, pues sus órganos no estaban totalmente desarrollados o adaptados para el coito o un embarazo, sólo daba gracias a eso y a que la lubricación si se hubiera hecho presente, sino, el Omega habría sufrido aún más y hubiese tenido una posible fecundación.

— ¿Cómo sigue?.– preguntó una beta de cabellera castaña, entrando sin hacer mucho ruido, usaba lentes al igual que ropa de varón y una bata gris, era la doctora y científica del castillo.

— Hanji.– le sonrió sin ganas.— sigue llamándolo entre sueños.

La fémina se sentó a un lado del Omega dormido, y acarició su frente para luego poner un paño húmedo.— pobre criatura, incluso se le fue negada la elección de un compañero.

La incógnita se reflejó en el rostro de Armin.— ¿Qué has dicho?.

— veo que tú amor y celos por el rey son más grandes que tú inteligencia.– el rubio se molestó ante aquello, así que Hanji procedió a hablar.— un Omega se presenta a los 16 años, ¿Recuerdas su edad al menos?.

— 15..15 años.

— el celo del rey estaba más cerca de lo debido, por él.– señaló con su mentón al castaño.— un niño con un celo prematuro, un niño que fue sugestionado a convertirse en un adulto.– suspiró con pena.—..¿Has oído hablar de las parejas Destinadas?.

El rubio chasqueó la lengua.— es un viejo cuento para los niños.

— pero de lo realista proceden los cuentos, bueno, mucha de las veces.

Armin se levantó de un salto, con el ceño fruncido en molestia y algo incrédulo.— me estás diciendo que éste Omega, es el destino del rey.

— eso mismo.

— por favor Hanji, somos adultos deja de creer en cuentos de hadas.

Ella se puso de pie haciéndole una seña para que bajara la voz.— sé que lo amas, pero él no es para ti. Es él.– apuntó con su índice a Eren.— también sé que sufres demasiado al no ser correspondido como tú quisieras, pero debes de entender, que jamás, por muy cruel que se escuche, el rey jamás te amará.

Armin bajó la mirada, el nudo en su garganta le impidió retarle, sin embargo hizo un último esfuerzo.— lo sé, pero... Él no es de la realeza, aún si es verdad lo que dices, Eren no podrá ser del rey.

— bueno, todo en esta vida es posible y..

Un estruendo le hicieron exaltarse a los dos, así que salieron para ver qué es lo que pasaba en el pasillo.

Era el rey, venía con un pantalón y una camisa a medio abotonar, descalzo y emanando un aura de los mil demonios, gruñendo y devastando lo que estuviera en su paso.
Ambos volvieron a meterse totalmente alarmados.

— está siguiendo su aroma.– habla la pelicastaña alterada.— pero no puede tenerlo, está en descontrol por habérselo quitado.

— ¿q-Qué hacemos?, si lo dejamos posiblemente lo lastime.

— ¡no lo sé!.– exclama con las manos en la cabeza.— ¡es el alfa quién lo controla ahora!

— alfa, alfa.– Eren lo llama aún inconsciente y pronto unos puños impactan contra la enorme puerta de roble, con la única intención de abrirla y tomar lo que le pertenece.

Hanji busca desesperada algo en su bata, hasta que saca un roceador con un químico verde musgo en su interior.

Los ojos de la rubio se abren de par en par al ver esa rara y posiblemente venenosa sustancia.— ¡¿Qué vas a hacer con eso?!.

Hanji se prepara para abrir la puerta.— echarselo encima, esto lo va a noquear y evitará que nos mate– ¡Mierda!.– gruñe cuando un nuevo golpe impacta con la madera, incluso se ha escuchado un crujido en la misma.— ¡él y su monstruosa fuerza me van a infartar!.

— ¡ABRAN!.

Ante la voz de mando y la orden, los dos se asustan, sobre todo el Omega quien se sienta temblando y tapando sus oídos, gracias a la Diosa luna, Hanji era beta, por lo tanto no le había afectado tanto, pero si lo suficiente como para sentir debilidad en sus piernas y tener miedo.

— claro que voy a abrir, pero no para dártelo.– en cuanto abrió le roció todo el frasco en la cara, el alfa gruñó y retrocedió, para luego en unos segundos desplomarse en el suelo.— pobre de mí cuando despierte.