....El próximo rey es coronado, tras un par de meses después de que su padre muriera, Levi es el siguiente en la sucesión del trono.
En la fiesta del nuevo rey donde se presenta desde la plebe, la servidumbre y los más refinados duques y princesas...
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Han pasado dos días, en los cuales Eren busca evadir a toda costa al rey, no por miedo, sino por algo casi igual de grande, vergüenza. Tenía vergüenza de haber compartido un momento tan íntimo, porque al día siguiente había tenido algunos rayos de memoria, recuerdos que su Omega le daba para propia satisfacción, igualmente su cuerpo estaba aún adolorido y eso le terminaba por confirmar sus últimas dudas.
Mientras tanto, el rey se mantenía lo más alejado posible para no incomodar a su gema esmeralda, aunque no negaría que iba a verlo dormir por las noches. Al igual que el gitano, el alfa le había mostrado entre sueños lo que había pasado aquella noche. Sintiendo por extraños motivos, algunos lapsos de felicidad y complacencia.
Pero el más afectado era Eren, quien no podía sacar de su mente todas esas imágenes, donde el rey está desnudo y muestra esa piel blanca con algunas cicatrices de guerra, pero que lo hacían lucir prepotente, fuerte. Incluso puede sentir sobre su piel la calidez ajena, tanta que los escasos vellos de sus brazos se erizan.
Se da un leve golpe en las mejillas al sentirlas calientes y está dispuesto a avanzar hacia el chico rubio que está a algunos metros de él, pero se detiene al verlo allí. Perdido en un alfa de ropajes finos y demasiado alto para su gusto.
Los ojos del rubio se quedan estáticos en aquella persona, y Eren puede jurar que el rostro de aquel noble, se refleja completamente en los azules de Armin con una añoranza inalcanzable.
Entonces, el noble al sentir la mirada de aquel delicado jóven, también voltea en la espera de hacer impacto con sus ojos, pero no es así, el joven de cabello dorado simplemente la esquiva y tristeza puede reflejarse en su mirar.
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— Es bastante triste, no?.
Eren se exalta y voltea a ver a una chica de baja estatura y cabello castaño a mitad de los hombros, con las manos entrelazadas detrás de su espalda y una cara seria.—... sobre qué?.– interroga algo confundido.
Ella señala con su barbilla la escencia frente a ellos.— que el destino te haya emparejado con quien jamás podrás estar, porque tú sangre no es "azul".– recalca con perfectos paréntesis y algo molesta.— Porque existen esas tontas leyes de la realeza.
