DELTA › JELSA

008 | Nido |

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Maratón

Jack entró a su departamento, haciendo silencio al notar que no había ninguna luz encendida, que no se escuchaba ningún ruido.

Miró hacia la cocina para encontrar todo tal como lo había dejado, en la mesa del comedor no había rastro de que alguien la había utilizado.

El lugar estaba tranquilo, demasiado.

- ¿Elsa? - llamó el peliblanco, en su pecho, la idea de que se la habían llevado, de que la habían encontrado, creció y se convirtió en miedo.

Arrojó el bolso de la universidad al suelo, lanzando las llaves a la mesa, mientras un 'No' murmurando se repetía en sus labios.

Entró a su cuarto, para, de nuevo encontrar todo tal como lo había dejado, al menos los primeros segundos, hasta notar las sábanas desordenadas y el bulto que de escondía bajo estas.

- Elsa... - se acercó a paso acelerado a la cama, levantando las sábanas con brusquedad.

El olor a tristeza y melancolía, que tapaba el olor propio de la chica, lo golpeó como si fuera una cachetada.

La omega se irguió en la cama para intentar tomar las sábanas, pero Jack las arrojó al suelo al ver lo que quería.

- ¡Elsa! ¿Qué...? ¿Haz hecho un nido?

La omega no contestó, sin siquiera mirarlo, se volvió a girar para volver abrazar la almohada, dándole la espalda mientras escondía el rostro en la misma.

- Elsa yo...

Jack esperaba que ella dijera algo, no sabía cómo reaccionar.

Dentro de su pecho, su lobo estaba preocupado.

De nuevo, se dió cuenta de cómo Elsa podía hacer volver su subconsciente animal.

Él no sabía cómo actuar, y su lobo interior le pedía tomar el control.

Decidiendo hacerle caso a su lobo, por primera vez en mucho tiempo, tomó a Elsa por la cintura, alzandola un poco a tiempo que esta soltaba la almohada para forcejear con él para que la liberara.

Jack se sentó en la cama, haciendo que Elsa se acomodara sobre sus piernas. Quedando frente a frente, Jack acomodó a la omega para que este apoyara el rostro en su pecho, y él llevara los labios entre el cuello y el hombro de la omega, el lugar donde, algún día, habría una marca de mordida.
Aún con el collar entre medio, el gesto logró calmar a Elsa, era un punto bastante sensible para los omegas, donde se conectaba más, de una forma física, a su lobo interior.

Y Jack lo había aprendido con el libro de cómo tratar omegas que creía casi inútil.

A pesar de que tenía lo que quería, Elsa no quería disfrutarlo, no quería conformarse con la idea de que eso era sólo momentáneo, y que dentro de un rato, Jack volvería a ser el idiota que la había lastimado horas antes.

Aunque su loba se sintió un poco más consolada.

- Lo siento, Elsa- dijo Jack, apenas despegando los labios de donde estaba-, como siempre, hago las cosas mal.

Elsa no dijo nada.

- Lo único que hice bien fue llevarme una cachorra asustada de un callejón mugriento.

El comentario logró sacar una sonrisa en Elsa.

Jack acarició los cabellos, de ese color platinado cálido, casi rubio, de la omega, notando que estos estaban algo grasosos.