32 | Como las parejas normales

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No hicieron nada más que abrazarse en silencio, respirando el aroma del otro, dejando caricias, limpiando algunas lágrimas de alivio que aparecieron un par de veces, dando sonrisas, así pasaron horas que para ellos no fue tanto.

Elsa estaba acostumbrandose al tumulto de emociones en su pecho, intentaba no agobiarse, por más que eran las mismas que ella tenía, de alegría, de alivio, de amor, parecía que podría desbordar.

Era como si todas sus emociones se hubieran multiplicado, corriendo en su interior.

Por otro lado, Jack intentaba permanecer tranquilo, por más que quería casi gritar de felicidad, podía sentir la ligera inquietud de Elsa por tanta carga.

Cuando cayó la noche, alguien golpeó la puerta del cuarto.

Jack miró a la omega.

— ¿Esperabas a alguien?

Elsa negó.

— Si es Hamada no abras.

— No necesitaba que me lo dijeras para no abrirle.

Jack se separó un poco de Elsa para no aturdirla con el grito de "¿Quién es?" que propinó desde la cama.

La puerta se abrió y una mujer joven les dedicó una sonrisa amable, al ser beta, no tenía olor que pudiera molestarlos.

En las primeras horas del lazo, las parejas tenían la necesidad de permanecer juntos y solos, compartiendo su aroma y compañía, creando un espacio único para los dos. Y cualquier otro aroma alteraría bastante la tranquilidad de ambos.

La mujer cargaba una bandeja de comida.

— Me ha comunicado el joven Hamada que Elsa Arendell no ha comido bien— dijo, y la omega se ganó una mirada seria por parte de Jack —. Quizás ahora que está usted pueda hacerlo.

Jack asintió, dándole permiso a la mujer al pasar.

La beta acomodó una mesa de cama junto a ellos antes de dejar la bandeja en esta, hizo una reverencia y se retiró, cerrando la puerta.

Jack vió varios cuencos con comida, desde sopa de fideos, hasta ensaladas y pollo, acompañado de pequeñas botellas de salsa de soja y aceite, con palillos y cubiertos para ambos.
Se sentaron, aún bastante cerca del otro, pero lo suficientemente apartados para comer cómodos.

Jack comenzó a regañarla por no comer, con lo que Elsa sólo bajó la cabeza, concentrándose en su sopa y sus fideos.

— Jack... — lo cortó, el otro dejó de hablar, la omega tragó duramente—. Estoy embarazada...

El volumen de su voz había ido bajando estrepitosamente en esas dos palabras, y Jack tardó un momento en pensar que había escuchado bien.

Una mirada insegura, acompañada por ese sentimiento en su pecho, hicieron a Jack reaccionar.

Jack sonrió amplíamente, mostrando sus encías, haciendo desaparecer sus ojos, comenzó a reír.

Elsa sintió toda la felicidad de Jack, por lo que sonrió también.

El más pálido miró a Elsa con gratitud, besó sus labios con cariño, y luego bajó sus manos hacia el abdomen de la omega, imaginando una enorme y adorable barriga que dentro de unos meses sería realidad.
Ambos sintieron el miedo de la omega descender.

— Yo... No sé si seré una buena madre— murmuró Elsa.

— Lo serás— Jack habló con seguridad—. Tampoco voy a dejarte sóla, Elsa. Es nuestro. Todo lo que no sepas hacer, te ayudaré. Seremos padres juntos.

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