Back in Beacon Hills (Teen Wolf)

Regalos.

Pasadas unas horas salgo del loft de Derek y veo que Scott ya se ha ido. Subo en mi moto y voy al apartamento.

Como un sándwich y me echo una siesta en el sofá. Me despierto en la noche sin poder respirar bien. Alguien está en la puerta de mi casa. La abro y hay una caja enorme.

En la caja, saco un arco, muchas flechas, una ballesta con más flechas, una pistola potente con muchas balas y una nota al fondo del todo.

Protegete en todo momento, no dejes que los lobos se te coman.

No entiendo la nota, en California no hay lobos. Cojo el arco y apunto a un abujero en la pared. Respiro profundanente y disparo la flecha dando en el blanco.

Vuelvo a meter la mano en la caja y saco una planta amarilla. Acónito especial. Me da miedo tener todo eso en casa. Hay unos maletines al lado de la puerta, con las medidas para cada arma. Guardo todo en los maletines y los meto bajo la cama.

Al día siguiente, me salto las clases y me paso toda la mañana practicando con el arco, con él me siento mejor que con la pistola.

Cuando disparo unas diez flechas, le doy a algo que estaba detrás de los matorrales donde puse la diana.

Voy corriendo con el arco colgado en la espalda, y veo que le he dado a Scott McCall.

- Lo siento -digo y se arranca la flecha de su brazo desnudo, le he acertado en medio del tatuaje. Me muerdo el labio.

- Está bien, solo ha rozado. -veo que su carne hace una cosa extraña y desaparece la herida. Me quedo asombrada.

- Se ha curado, ¿cómo? -me mira y sus ojos cambian de color a un rojo vibrante.

- Soy un hombre lobo. Si no se lo dices a nadie, te ayudaré a saber tu vida desde que eras pequeña.

- Ryder, es como tú. Pero no entiendo porque alguien me ha dado armas con el símbolo del trisquel.

- Armas -dice curioso- nos vemos mañana, sábado, a las tres en casa de Derek.

Se va corriendo a gran velocidad y recojo la flecha del suelo.

Escucho un crujido detrás mío, me giro y veo una especie de animal. Me ataca y me hace muchas heridas. Grito y cuando está apunto de morderme en la cara le disparo una flecha al corazón. Me quedo tumbada en el suelo en un charco de sangre.