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Las risas provenientes de la habitación de Nancy me estaban volviendo loca

Me dispuse a dormir, cuando la puerta se abrió.

—Ups, lo siento. Puerta equivocada.

Me levante confundida, viendo al ser más idiota del planeta.

—¿Que se supone que estas haciendo aquí? —hablé enojada mientras me tapaba con una manta.

Creo que fue mala idea dormir solamente con una camiseta y ropa interior.

—Eh... Pues... Yo... —balbuceo mirándome.

—No te quedes así —lo calle—. Si mis padres se enteran que hay un chico en casa juro que mató a Nancy... —susurre para mi misma.

—Mejor me voy... —

—Si, vete. Y no a la habitación de mi hermana a fornicar, porfavor. Vete de mi casa.

Su cara estaba roja de la vergüenza, y eso me ocasionó una gracia inmensa.

—Pero... La estoy ayudando a estudiar.

—¡Pues que estudie sola! No quiero que estés en mi casa, vete.

Al ver que no pensaba irse, comencé a empujarlo hacia mi ventana.

—Aguarda, ¿Saldré por allí? —pregunto asustado.

—Por ahí entraste, ¿cierto? No creo que mis padres te dejen las puertas abiertas.

—Bueno, me iré. Solo avisale a Nancy.

—Si, iré corriendo —murmure irónica.

—Adiós, Helena Wheeler.

—Pudrete.

Una vez que se fue, y que se llevara un buen golpe al aterrizar, cerré mi ventana riendo y baje las escaleras para beber un vaso de agua, era lo único que lograría que vuelva a dormir.

Pero como esta noche era tan alocada, nuevamente escuche voces, más bien susurros, provenientes esta vez del sótano.

Abrumada comencé a caminar hacia allí, para abrir la puerta y bajar las escaleras.

—¿Lucas? ¿Dustin? —pregunte confundida, mientras hablaban de no se quien—, ¿qué hacen ustedes aquí? ¿Y quien tiene la cabeza rapada y es una loca?

Ellos se callaron al oírme.

—L-lena... —tartamudeo Dustin—, hola, ¿como estas? ¿bien?

—Dustin —advertí con la mirada severa—. Suficiente tuve con el idiota de Steve, ¿que hacen aquí? Diganmelo ahora, o les avisare a sus madres.

Se miraron entre ellos asustados, pero el sonido de una puerta abriéndose hizo que volteara a ver.

—¿Que mierda...? —mire como una niña salía, su cabello estaba rapado, y no era mayor que mi hermano y sus amigos—. No me digan que la secuestraron.

—¿Que? No —murmuraron todos al mismo tiempo.

—La encontramos cuando fuimos a buscar a Will. Estaba sola en medio de la tormenta.

Mire con los ojos abiertos a mi hermano.

—¿Qué tu hiciste que cosa? Mike, es peligroso allá afuera, y mucho más en una tormenta, ¿qué si te pasaba algo? ¿O a ustedes? —mire a Lucas y Dustin—. Olvidenlo, una cosa a la vez —suspire pesadamente—. Ustedes dos—señale a los amigos de Mike—, a sus casas. Ahora. Luego hablaré con ustedes sobre las salidas a la media noche.

—Pero... —

—Nada de peros. Mañana pueden ponerse al tanto con Mike en la escuela. Ahora vayan a sus casas.

Ellos le dieron una última mirada a la niña y a Mike, y comenzaron a subir las escaleras.

—Ahora... —suspire mirando a la niña—. Hola, pequeña.

Ella me miro fijamente y comenzó a tocar mi cabello.

—Eh, mi nombre es Helena —le sonreí—. ¿Como te llamas tú, hermosa?

—Ella no habla mucho, Len —intervino Mike.

Pero no le preste atención, porque la niña me mostro su muñeca, donde tenía tres dígitos grabados. Un cero, y dos uno. Un Once.

—¿Que significa, el once? —le pregunte confundida.

La mire y ella se señalo a sí misma.

—¿Tu te llamas Once? —pregunto mi hermano.

La niña asintió y yo le sonreí, pronto pude ver el inicio de una sonrisa en su rostro.

—Él es Mike, mi hermano —le dije.

—Exacto, Mike es el diminutivo de Michael, mi nombre. Podríamos llamarte Ce es el diminutivo de Once.

Ella asintió. Mi hermano bostezo, y yo le di la mirada de que ya debía ir a dormir.

—Eh... Bien, buenas noches, Ce.

—Buenas noches Mike.

Mi hermano comenzó a subir las escaleras y volteo a mirarme.

—¿No vendrás, Lena? —me pregunto.

—No, me quedaré aquí, con Ce —dije mirándola con una sonrisa.

El asintió y se fue a su habitación.

—¿Te encuentras bien? —le pregunte un poco preocupada.

No era normal encontrar una niña vagando sola en una tormenta.

—Si.

Le sonreí y me senté a su lado.

—Me gusta tu cabello —soltó.

—A mi me gusta le tuyo —le sonreí—, me beneficiaría mucho tenerlo de esa manera, nada de nudos o gastar en cremas y shampoos.

Ella sonrió, una sonrisa pequeña, pero igualmente me dio un alivio enorme.

—¿Tienes sueño? —ella asintio—. Duerme, yo estaré aquí afuera y nada malo te pasará.

Ella entró al pequeño fuerte que le hizo mi hermano, y yo le baje la manta, que simulaba una puerta.

—¿Puedo decirte, Len? —escuche su dulce voz cuando estaba por recostarme en el pequeño sofá.

—Claro que sí.

—Buenas noches, Len.

—Buenas noches, Ce.

❝THE BEGGINING❞ ˢᵗʳᵃᶰᵍᵉʳ ᵗʰᶤᶰᵍˢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora