Katja se había repetido mil veces que lo que hacía estaba mal, le había dado mil vueltas, sopesado los pros y los contras, ganaban claramente los contras, pero aun así, aunque todas las alarmas de su interior le decían que no debería hacerlo, allí estaba.
Había soltado su cabello, dejando que sus ondas cubrieran sus hombros y enmarcaran su rostro, pero no lo veía suficiente, por lo que pensó en llevar gafas de sol, pero usarlas por las noches llamarían mucho la atención, algo que estaba esperando evitar, por lo que se decidió por unas lentillas de color marrón.
El bar donde se encontraba estaba lleno, la música era agradable, nadie parecía haberla reconocido y disfrutaba de su bebida, algo en su interior le decía que todo eso, podía conseguirlo en la seguridad de su hogar, pero por una noche quería olvidarlo todo, quería olvidar que era la persona más odiada de la ciudad, que habían intentado matarla, por una noche, quería sentirse normal.
—¿Has visto a Elia?
Katja se giró hacia la persona que se había posicionado a su lado, su voz le había sonado familiar y de forma inconsciente giró su cabeza hacia la recién llegada, sorprendiéndose de encontrar a la última persona que esperaba ver allí.
—Inspectora, usted por aquí, que milagro —se burló la camarera al verla.
—Muy graciosa Helga —Kristen negó con la cabeza mientras sonreía.
—Elia no ha venido hoy, ¿te pongo algo de beber?
—Como me haya dejado tirada la mataré —amenazó Kristen mientras asentía con la cabeza.
—Aquí tienes —Helga le puso una coca cola con hielo a Kristen; la camarera conocía a Kristen desde hace años y desde que la conocía nunca la había visto beber, era fácil saber lo que pediría porque siempre pedía lo mismo—. Así que hay una Müller en la ciudad
—Veo que los rumores se extienden como la pólvora —Kristen dio un sorbo a su bebida.
Katja miró hacia abajo, girando su vaso haciendo entrechocar los hielos de su bourbon, perdiéndose en el color ámbar de la bebida, ni siquiera en aquel lugar iba a dejar atrás su apellido.
—Es una Müller, ya sabes que todos están muy pendientes cuando tiene que ver con esa familia —dijo Helga, hizo un gesto con su cabeza hacia un grupo que jugaban a los dardos—, incluso me han decorado la máquina de dardos.
Tanto Kristen como Katja se giraron para mirar las máquinas de dardos, en algunas de ellas había una foto de Katja llena de agujeros por culpa de los dardos clavados en ella.
—¿Es cierto que fingió el ataque a su empresa solo para que todos hablasen de ella? —la pregunta de Helga hizo que ambas chicas volvieran su atención a la camarera.
Katja se bebió su bourbon de un solo trago, estaba cansada de la conversación, no iba a quedarse para ver cómo la calumniaban en su presencia, para eso se hubiera quedado en su casa viendo las noticias. Katja quería levantarse, pero una parte de ella quería saber si Kristen pensaba eso, ella había estado presente en el tiroteo, no se le había pasado por alto el vendaje que llevaba en su brazo, quería preguntar, pero sabía que no podía, no sin descubrirse. ¿Kristen también pensaba que era la que había tramado todo? ¡Había habido muertos! ¿Cómo podían pensar que estaba detrás de eso?
—¿De dónde sacas eso? —preguntó Kristen—. Ten cuidado con hacer falsas acusaciones, así es como se termina echando a perder la reputación de la gente.
—Vale, calma, es lo que comentan —se defendió Helga—. Aunque Katja Müller no necesita que yo diga nada para que su reputación esté por los suelos, es una Müller.
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Víctimas del pasado
Mistero / ThrillerKristen lleva años intentando dejar atrás su pasado, ha construido una nueva vida de la que se siente orgullosa. Pero su pasado parece encontrarla, la empresa Müller que durante años ha creado el terror, ha abierto sus puertas una vez más. La ciudad...