Rosario se encontraba algo impresionada con el tamaño de la casa. Ella viviría en el tercer piso, y la sola idea de una casa con un tercer piso le parecía algo descabellada y extraña. Cuando el elevador se detuvo ella bajó de este. El tercer piso era oscuro, y tenía una apariencia similar a la de un ático. Entre la oscuridad distinguió diversas puertas en el piso, la mayoría que parecían pertenecer a closéts y habitaciones vacías. Pudo distinguir la de su habitación, ya que esta tenía una letrero que indicaba que era para la servidumbre. Se sentía nerviosa, ya que temía a que su habitación luciera igual de oscura y misteriosa. Se sorprendió cuando al abrir la puerta vio que esta habitación era gigantesca y preciosa. Era definitivamente más grande que la habitación de su casa. Miró asombrada toda la habitación, y lentamente recargó sus maletas encima de la cama. Se agachó y comenzó a acariciar la cama. Era suave, y poseía sabanas con un sensual y romántico color rojo. Le encantaron. Había algo colgado del lado de la puerta que apuntaba a su habitación, lo notó y se levantó para tomarlo. Cerró la puerta. Era una falda corta blanca y negra, acompañada de unas largas medias y unos zapatos negros sencillos. Notó que había una nota pegada al plástico que protegía al vestido de la humedad; "Ponte la falda una vez que veas la nota. Queremos estar seguros de que cabes en ella", Rosario sonrío y olio la nota. Tenía el aroma del perfume de Patrick. En ese momento se encontraba negando el hecho de que se sentía atraída por su nuevo jefe, quien tenía un matrimonio. No quería ser el tipo de mujer que separaba familias, así que trataba de eliminar ese pensamiento de su cabeza. Trató de visualizar más a Patrick cómo un simple amor platónico. A pesar de ello dio una sonrisa y suspiró mientras se lanzaba a la cama.
El techo de su habitación tenía una especie de mural que no había notado. Era la figura de una mujer gorda desnuda, bailando en medio de un círculo de hombres vestidos de criaturas míticas, al lado de estos se podía notar un lago con botes repletos de pasteles y golosinas. Era una pintura particular, y realmente le pareció extraña. Se preguntó el cuál era su significado, pero parecía que era un mensaje difícil de descifrar. A pesar de esto le pareció interesante el estilo renacentista que tenía esta pintura. Todas las características de los personajes dentro de la pintura se veían detalladas y bastante significativas. La mujer gorda era probablemente la que más captó su atención, ya que el detalle en su cuerpo era fenomenal. Rosario se levantó de la cama y se puso la falda que ahora sería su uniforme. Era una chica pequeña, con un físico delgado y petite. Mientras se observaba en el espejo, y notaba que su uniforme podía resultar algo sensual dos golpeteos en la puerta la interrumpieron. Se apresuró corriendo y abrió la puerta. Era Patrick. "La comida de bienvenida esta lista, ¿Vas a bajar?", dijo el hombre con un rostro confidente. Rosario se negó un poco al principio, ya que creía que ella debía ser la que preparará la comida. "No, eso no será tu trabajo. Me encanta cocinar, y sólo te llamé por cuestiones de limpieza", Rosario lo pensó por unos segundos y luego aceptó. Ambos salieron de la habitación y se dirigieron al ascensor. Patrick comenzó la conversación, comentándole que odiaba que no hubieran escaleras en su casa. Rosario no había notado esto, y le pareció muy raro, pero le siguió la corriente a su jefe. No quería decepcionarlo. Cuando el elevador se detuvo y salieron, Patrick notó que Rosario tenía puesto el uniforme. "Me queda algo grande, pero no cuelga ni nada por el estilo", le comentó Rosario. Patrick suspiró y le dio un par de suaves palmaditas a en la espalda.
Ambos llegaron al comedor, el cuál para ser de una casa gigantesca resultaba bastante pequeño. Patrick le explico a Rosario que este no era el comedor principal, y que era el que usualmente usaban cuando estaban sólo el y su mujer en casa. "Siéntate y ponte cómoda. Recuerda que esta es tu nueva casa", le comentó Patrick a Rosario mientras está tomaba asiento en una elegante y cómoda silla roja. Patrick se dio la vuelta y se dirigió a donde parecía ser la cocina. Rosario se quedó sola por unos segundos. Era un comedor solitario. Tenía ese tipo de aura. Distinguió que Patrick era probablemente la única persona que comía aquí, ya que -a parte de su silla- sólo había una silla desacomodada ligeramente. Las otras se podía notar que no habían sido movida en bastante tiempo. Era cómo si sólo viviera una persona en esa casa. Una vez más sus pensamientos fueron interrumpidos por Patrick, quien llegaba con una bandeja repleta de Palitos de Mozarella y un pastel de queso mediano. Rosario no estaba acostumbrada a comer demasiado, ya que su cuerpo era pequeño. En aquel momento supuso que Patrick guardaba para él y para Diane. "Es todo para ti", dijo Patrick con una tierna sonrisa en su rostro. Rosario lo miró con un rostro confundido y amable. Obvio quería darle a entender que todo eso no cabría en su cuerpo. "Por favor. Significaría mucho para mí... Tómalo como lavar los platos". La mirada de Patrick era inocente y linda. Rosario no pensó en comerlo todo pero supuso era decencia el decir que sí, por lo que comenzó a comer. "Si necesitas algo, estaré en mi oficina", dijo Patrick y dejó la habitación.
Rosario comenzó a comer los palitos de mozarella, uno por uno. Eran deliciosos. No podía negar que Patrick era una gran cocinero. Sin importancia alguna se terminó todos. Al fin y al cabo su jefe se lo había pedido, y limpiar en una casa tan grande probablemente le causaría bajar todas las calorías que consumiría durante su estancia. Obvio no esperaba comer tanto todos los días, sabía que esto era cosa de un solo día. Se sentía muy llena por los palitos, pero aún así tomo una rebanada del pastel de queso y comenzó a comerla. No pensaba en terminárselo, pero quería degustarlo para comprobar que Patrick era en realidad un buen cocinero. Este entró regresó al comedor mientras ella comía la mitad de su rebanada. "Dios, esto es delicioso...", le dijo Rosario sonriente, "Pero la verdad ya estoy bastante llena". Patrick dio una sonrisa alegre y se recargó en la silla de Rosario; "No te preocupes Rosario", le contestó y volvió a darle palmaditas en la espalda. Rosario lanzó un eructo gigantesco, que pronto la hizo sonrojarse por completo. Patrick la miró en silencio por unos segundos. "Lo siento... No era mi intención", dijo Rosario completamente avergonzada y con su mano cubriendo su boca. Patrick se quedó en silencio y pronto votó una pequeña risa coqueta. "No te preocupes, sólo termínate eso", Rosario lo miró en confusión. "Yo te ayudo", dijo el hombre y tomó asiento al lado de Rosario. Tomo la rebanada de pastel y se la dio en la boca a Rosario, quien sonreía algo confundida pero anonadada. Era un hombre guapo, y a pesar de que se sentía a punto de explotar, no podía evitar más que perderse en su mirada. Pronto la segunda rebanada vino. Luego la tercera. Rosario comenzó a sentirse mal. Sabía que estaba a punto de desmayarse, y se sentía completamente mareada. "Me...ugh...me siento muy...agh...muy...llena", dijo Rosario completamente atontada por las cantidades de comida que ya había consumido. Prontó agacho su mirada para mirar su panza. Era obvio que la comida se estaba yendo ahí. Patrick se levantó apresurado y se dirigió a la cocina una vez más.
Rosario miraba todo confundida. No sabía que pasaba, y sentía que en cualquier momento podía caer desmayada por toda la comida que había consumido. Quería vomitar, pero era incapaz. Todo daba vueltas y se sentía completamente confundida. Patrick regresó a la sala con un vaso de leche y se lo puso a Rosario en frente. Rosario apresurada lo tomó, y pronto sintió cómo la comida comenzaba a bajar. Seguía sintiéndose llena y pesada, pero los mareos se habían comenzado a detener. Pronto terminó el vaso, y miró a Patrick confundida. "¿Porque me hiciste comer todo eso?", Patrick la miró confundido. Rosario pronto se enderezó en la silla y miró a Patrick con ojos de venganza; "¡Contesta!", le gritó. Patrick no sabía que decir. Había hecho algo que deseaba desde hace años, pero la persona no había resultado tan sumisa cómo el lo imaginaba. "Só... sólo quería darte la bienvenida con algunos de mis platillos favoritos", contestó Patrick con los ojos llorosos, "Lo siento si te lastime". Rosario notó que Patrick estaba devastado, y volvió a una posición menos intimidante. "Puedes irte si quieres", dijo Patrick agachando la mirada. Rosario sintió el dolor de Patrick. Sólo había tratado de impresionarla dándole de comer cosas que el mismo había hecho. No era nada raro. No era nada fuera de lo común. Rosario siempre había sido una chica muy noble, y ver a Patrick con ese rostro le pareció triste. Era un hombre incomprendido y solitario. No era su culpa no saber actuar ante visitantes. Supuso que su mujer lo controlaba mucho, y que nadie iba a casa a verlos. "No...eh...era broma", dijo Rosario sonriente y aún haciendo ruidos por tener el estomago repleto de comida, "Estuvo muy rico". Patrick alzó su mirada y le dio una adorable sonrisa a Rosario. "Esperó te sientas bienvenida. Mañana inicias tu trabajo", contestó Patrick. Rosario le dio un sonrisa coqueta y pronto este dejo la habitación. Su caminar denotaba que aún estaba algo shockeado por lo que acababa de pasar. Rosario se quedó en el comedor, sentada. Recargó su espalda en el respaldo de la silla y sostuvo su hinchado estomago. Pudo escuchar el tema "Amor De Mis Amores" de Agustin Lara proviniendo de la oficina de Patrick. Nunca había comido así en toda su vida.
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Polvo Y Dietas (Reinterpretación #3)
RandomUna joven delgada llamada Rosario es contratada como sirvienta para el matrimonio de Diane y Patrick. El problema será que Patrick tiene una pequeña obsesión con Rosario y su pequeño cuerpo de porcelana. Basada en la Novela "Dusting and Diets (maid...