ATRAPADA EN ESTE LUGAR (Cap. 4: Tormenta)

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   Rosario abrió los ojos. Un rayo de sol la golpeaba directamente desde la ventana, y le había causado despertarse. Se enderezo cuidadosamente y bostezo. No recordaba haberse quedado dormido, de hecho sabía que se había quedado dormida durante el día. Extrañada miró a su al rededor. Tenía puesto una apretada y abotonada pijama rosada. Era una pijama que ya había visto en su jefa Diane, por lo que se confundió aún más. La habitación en donde se encontraba claramente era la de Patrick y su mujer. Lo había hecho. Había hecho algo con su jefe. Acelerada y confundida comenzó a preocuparse, ya que temía a que Diane llegará a casa y al encontrará así. No quería perder este trabajo, y tampoco quería arruinar un matrimonio. No recordaba ni un carajo de lo que había pasado antes de despertar aquí, pero... sabia que deseaba mucho a Patrick. Su sueño y su pesadilla comenzaron haberse hecho realidad. La puerta entonces se abrió, y pudo ver a Patrick entrando con lo que parecían ser bolsas del supermercado. Rosario se levantó de la cama y se dirigió a la esquina de la habitación furiosa y alterada respecto a la idiotez que claramente acababa de hacer. "¿Que fue lo que pasó?", preguntó Rosario bastante confundida. Patrick le dio una sonrisa inocente y romántica cómo respuesta, para luego acercarse más; "Hola Rossy, ¿Dormiste bien?". Rosario lo miró bastante alterada, no sabía que decir ni tenía alguna idea de lo que estaba pasando. ¿Acaso su subconsciente le había ganado la batalla durante algún momento del día?... No lo entendía. Tomó una pequeña figura de la Torre Eiffel que Patrick tenía en una mesa de noche y se la apuntó a su jefe. "No recuerdo cuando caí dormida, ni que hago en esta habitación... tuve un extraño sueño en donde tu me dabas de comer hasta que...", Rosario entonces agachó su mirada. Su panza se notaba satisfecha y mucho más gordita de lo que ella recordaba. "¡Dios Mio! ¡Mi panza es...es...me veo gordisima!", Rosario comenzó a tocar sus nuevas adquiridas lonjas y miró con tristeza a Patrick, quien sonreía mientras le observaba la panza. 

   Patrick la observaba. Era perfecta. En muy poco tiempo había comenzado a desarrollar un estomago rellenito que el consideraba adorable. No era el tipo de barrigas que le excitaban, pero sabía que la podía llegar a hacer pesar el triple de lo que alguna vez peso. "¿Quieres pesarte? Créeme... hay cambios", dijo Patrick sonriendo. Rosario lo miró con odio, pero en realidad quería saber a lo que se refería. Era imposible que subiera de peso en cuestión de horas. Ese tipo de cosas no pasaban en la vida real. Camino lentamente hacía una bascula que se encontraba lado de la puerta del baño y se puso encima... "¡61Kg!", gritó Rosario impactada. Había subió 5 kilos en cuestión de horas. A pesar de que no sonaba cómo mucho, su cuerpo al no estar acostumbrado al sobrepeso no distribuía muy bien las calorías, por lo que si se notaba más rellenita de cómo lucia al llegar. Confundida toco su panza, la cual ya era suave y gozaba de lonjas algo gruesas. Patrick se le acercó lentamente y la abrazó por la espalda. Rosario se quedo paralizada. Patrick le apretó las lonjas y le susurró al odio; "Lo dices cómo si fuera algo malo". Rosario furiosa lo empujo. Patrick cayó al suelo y la miró furioso. "¡Esto es raro! ¡No me gusta! ¡Esto no es normal!", gritó Rosario confundida y con algunas lagrimas saliendo de sus ojos. Patrick se levantó furioso y la tomó por sus manos. Rosario no podía moverse, y Patrick saco un par de esposas de sus bolsillos; "Sospechaba que harías algo así". Rosario gritaba acelerada y trataba de patear a Patrick, quien le decidió poner un calcetín en la boca. "Perdón por hacerlo, pero no dejaré que todo el dinero que acabo de gastar se desperdicie. Ambos sabemos que esto te gusta, es sólo que no has experimentado lo suficiente". Rosario lo miró con odio, y comenzó a forcejearse. Patrick la hizo sentarse en la cama, y puso música. Sonaba "All Tomorrows Parties" de The Velvet Underground. 

   Rosario miraba confundida a Patrick. No quería ser golpeada, ni violada. Se estaba arrepintiendo de haber llegado a esta casa. Deseaba con toda su alma que esto sólo fuera una pesadilla. Entonces Patrick sacó una caja rosada de las compras que acababa de hacer. Rosario lo miró. No abusaría sexualmente de ella, acaso... ¿Le daría de comer? Patrick había la caja y revelo que había comprado una docena de donas. Lucían deliciosas, y su aroma incluso hizo a Rosario tener hambre. Patrick notó esto y acerco la caja más a Rosario, por lo que el estomago de esta comenzó a hacer ruido. "¿Te gusta cómo se ven?", preguntó Patrick. Rosario no contestó. Estaba muy confundida, no tenía ninguna de lo que estaba pasando. Le quitó el calcetín de la boca, y Rosario respiró agitada. Patrick se sentó junto a ella y contemplo su ahora rellenito cuerpo. La forma que estaba tomando era justo la que él imaginaba. Soñaba con ver la panza de Rosario colgar de su ropa y cubriéndole su vagina al estar de pie. Lentamente acercó la dona a la boca de Rosario, quien por instinto -pero con rostro de confusión- la comió. "¿Que estas haciéndome?", le dijo Rosario totalmente confundida. Patrick le acarició la mejilla y suspiró tratando de contenerse; "Se que esto esta mal. Pero lo debo de hacer. Eres alguien que no quiero luzca mal", dijo Patrick. Rosario pudo notar que este lo decía honestamente. Cómo si verla engordar en realidad fuera algo que debía de hacer para que ella no se fuera. Rosario dio otra mordida a las rosquillas y volvió a preguntarle lo mismo a Patrick, pero esta vez con un tono más relajado. "No pretendas que no te gusta. En la mañana lo disfrutaste, y fuiste tú quien quiso tener sexo... yo sólo quiero que esta panza crezca. Te ves hermosa cada que subes de peso", contestó Patrick. Claramente estaba conflictuado con lo que estaba haciendo en ese momento, y parecía no estarlo disfrutando tanto cómo en el pasado. Algo en él le indicaba que obviamente amarrar a Rosario y obligarla a hacer estas cosas no era algo normal. 

   Rosario lo miró y poco a poco pudo ver algo dentro de él. No quería lastimarla, pero parecía que algo lo estaba atormentando. Era raro que un hombre actuará de esa manera, y no quería decirle que todo lo de comer en realidad no le resultaba tan malo. Estaba molesta por que el hombre lo hiciera sin decirle, pero en realidad no le veía la verdadera maldad a lo que el estaba haciendo. Noto que el en realidad no encontraba el sexo como algo tan apetitoso. Esto era tener sexo para él. Parecía ser lo único que lo satisfacía sexualmente. Mientras masticaba la sexta dona, pudo ver cómo Patrick le observaba la panza nervioso. Eso era lo que le gustaba en las mujeres. Parecía ser un hombre atraído por las chicas gordas, y quería volver a Rosario una de ellas. Rosario lo pensó. No era tan malo cómo sonaba. El hombre quería engordarla y le daría casa y le pagaría por ello. No era cómo engañar a su esposa, ya que el sexo no parecía ser una de sus prioridades. Para ella si lo era, pero ese podía ser su pago extra por ofrecer su cuerpo. Con una sonrisa fingida miró a Patrick a los ojos, para pronto indicarle que podía besarle la panza. Patrick cómo perro hambriento se agachó y comenzó a besar y a lamer el cuerpo de Rosario. Rosario no lo entendía, pero aún así logro sentir cosquilleos y soltar ruidos de placer. No se sentía tan mal. "¿Lo estas disfrutando?", preguntó Patrick mientras ella lo veía sonriente. Rosario estaba muy caliente y perdió total noción de lo correcto e incorrecto. Era cómo si un demonio hubiera entrado en ella, y sólo buscará sexo. Tal vez esta era su oportunidad para tener sexo casual con un hombre que no se fijaba en su figura para tenerla cerca. Tal vez este era el momento para dejarse llevar por la completa depravación, y vivir algo que probablemente nunca volvería a experimentar en su vida. Siguió comiendo dona tras dona. Cuando por fin se terminaron las donas, Rosario se acostó en la cama. Patrick le quitó las esposas y la observó por varios minutos. Este comenzó a sobarle la panza, y ella no pudo evitar más que disfrutarlo. Era un cosquilleo único, superior incluso al del sexo. "Admítelo, esto te gusta", dijo Patrick. Rosario lo miró con una sonrisa depravada; "Debo decir que sí". Patrick entonces comienza a besarle los senos. Tal vez el sexo normal no era lo suyo, pero a ella parecía gustarle. Rosario disfrutaba cómo este le besaba cada parte de su cuerpo. Se levantó sintiéndose pesada y tomo la mano de Patrick de una manera sensual, mientras caminaba con algo de dificultad. "Vamos a mi habitación. No queremos que nos encuentren", dijo Rosario. Esta vez estaba consciente de lo que hacía, y había encontrado la manera perfecta para continuar esto y manipular a su nuevo jefe. Patrick la siguió, preparado para tener sexo por segunda vez en el día. 

Polvo Y Dietas (Reinterpretación #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora