Era un día soleado. Rosario se levantó de la cama y se dirigió hacía su closet, para colocarse su uniforme. Podía escuchar "A Day In The Life" de The Beatles, proviniendo de alguna parte de la casa. Habían pasado dos semanas. Rosario comenzaba a acostumbrarse a vivir en la nueva casa. Había notado que la dinámica entre Patrick y Diane era rara, con Diane ocupada trabajando casi todo el día y Patrick haciendo su trabajo desde casa. Había ocasiones en las que Patrick traía clientes laborales a la casa, y Rosario tenía que prepararles bebidas. Fuera de eso, la casa le resultaba un lugar demasiado grande y solitario. A pesar de su tamaño, a Rosario le parecía un lugar bastante fácil de limpiar. Había sólo un problema, y este se debía principalmente a Patrick haciéndole "limpiar" los platos de una manera no convencional. Rosario se sentía mal por el hombre, y con el poco tiempo que llevaba conociéndolo, le parecía diferente y más lindo que el resto de los chicos que conocía. Le resultaba muy raro que esté siempre le diera montones de comida y le rogará que se los terminará, pero ella siempre obedecía. No es que fuera estúpida, pero realmente necesitaba ese empleo. Sus padres le habían ya dejado de enviar dinero, y sabía que no tenía una casa. Era momento de ser independiente, y si algunas comidas excesivas eran parte de ello, no le importaba bastante. Al terminar de arreglarse para salir de su habitación y comenzar su rutina, decidió observarse por unos segundos en el espejo. Notó que su falda se denotaba un poco más apretada en la parte media. "Supongo he subido un poco de peso", pensó para si. Recordó que algunos días antés, durante una limpieza del ático había encontrado una pequeña bascula. Salió de su habitación apresurada. Subió al ático y tomó la bascula. Nunca había notado un aumento de peso en su cuerpo, por lo que se encontraba curiosa en saber cuanto había engordado. "56Kg", leía la bascula. No era mucho, pero Rosario siempre había pesado 45Kg. Miró unos segundos el número. Sabía que este aumento de peso se debía a Patrick, y a pesar de esto no se sintió del todo mal. Toda su vida había creído que era muy delgada, y de cierto modo eso siempre la había acomplejado. Había subido un poco de peso, pero no era tan grave. Lo único que le molestaba era el hecho de que la mayoría se había ido a sus piernas y su panza. Suspiró, se apretó un poco la panza y notó que esta ya tenía movimientos gelatinosos.
Mientras contemplaba su nuevo peso adquirido, la puerta de la habitación sonó. Apresurada, y algo avergonzada, decidió abrir la puerta. Era Patrick, quien se denotaba algo desvelado y sonreía de una manera adorable. "Rosario, ¿Puedes bajar a la cocina?, necesito ayuda en algunas cosas", dijo Patrick. Rosario odiaba que su jefe hiciera esto. Cuando este subía a pedirle algo, se debía probablemente a que la quería hacer comer hasta explotar. No pasaba todos los días, pero al menos cuatro veces a la semana debía de devorar todo lo que Patrick preparaba para ella. Era confuso y realmente no entendía cual era la razón por la que Patrick hacía este tipo de cosas, pero realmente necesitaba el trabajo. A parte de que Patrick era probablemente el mejor cocinero que conocía (A pesar de que no vivía de ello). Rosario obvio no le negó a su jefe el bajar a la cocina, y lo hizo tras unos minutos de pensarlo y prepararse mentalmente. Estaba preparada para comer y luego afrontarlo. Ella sabía que esto no era normal, y que de cierta manera debía de terminar antes de que Rosario se convirtiera en una mujer gorda. Ya había subido de peso, y a pesar de que no le molestaba bastante, no quería subir más. Mientras caminaba notó que su panza se movía más. La falda ahora era mucho más apretada que cuando había llegado, y permitía que se viera mucho más la textura y todo lo que envolvía el aumento de peso por el que estaba pasando. Caminó hacía la cocina, y se encontró a Patrick con diez pedazos de tocino, seis brownies, ocho huevos revueltos con queso y unos veinte hot-cakes bañados en jarabe. "Hice demasiada comida, y creó ya no tengo hambre. ¿No quieres comerlo cómo lo haces usualmente?", dijo Patrick con una sonrisa. Rosario miró su nueva crecida panza y luego miró a Patrick. Era todo lo que una chica soñaba, pero aún así le perturbaba un poco que fuera tan solitario. "No lo se, creó que he estado engordando desde que me haces comer de esta manera", le contestó Rosario algo sonrojada. Patrick la miró sonriendo. Era cómo si ella fuera su verdadera esposa. Sentía fuertes cosas por Rosario, y quería decírselo, pero sus impulsos siempre le ganaban. "No digas eso. Te ves perfecta...", contestó Patrick y luego un silencio los inundo. Rosario temía que sus sentimientos por Patrick fueran más allá de lo imaginario, pero parecía que él probablemente se sentía igual.
Con obvios nervios Patrick se sentó junto a Rosario. Esta comenzó a comer, iniciando con los deliciosos brownies. Patrick la miraba con su cabeza recargada en su mano. Ella era hermosa, y realmente parecía que le interesaba verlo feliz. Tenía mucho tiempo que no se sentía querido por alguna persona, y la situación de ella comiendo las cantidades que el le daba le hacía simplemente estar enloquecido por ella. Cuando los brownies se terminaron, Rosario comenzó a comer el tocino. "¡Dios! ¡Amo este tocino! Eres un gran cocinero", dijo Rosario sonriente. Pensó que tal vez dándole halagos el hombre se sentiría mejor consigo mismo y dejaría de obligarle a hacer este tipo de cosas. "Tomé algunas clases de cocina cuando era más chico", contestó Patrick con una sonrisa honesta y enamorada. Rosario continuaba comiendo, tratando de pensar la manera en la que podría abordar toda la situación. Debía aclararlo de mejor manera. Ella era la dueña de su cuerpo, y debía de demostrarle que ella misma pondría limites en cuanto a sus comidas. Patrick en cambio, no podía evitar más que mirar a la chica comer. Su panza ya se notaba algo gruesa, y eso le entusiasmaba enormemente. Rosario terminó el tocino y se dirigió a los hot-cakes, preocupada de que el jarabe los hubiera ablandado por completo. A pesar de esto logra terminar el plato con éxito. Pronto se dirigió a los huevos revueltos con queso. Ya no lo soportaba más, y quería detener todo, pero pronto comenzó a volver a sentirse completamente aturdida. Estaba -una vez más- por caer desmayada. Era mucha más comida de la que antes se le había dado. Los pensamientos de querer dialogar comenzaron a disiparse. No sabía que decir, estaba realmente cayendo en una especie de coma por comer tanto. "Vamos, no renuncies Rosario. Déjame ayudarte", dijo Patrick y comenzó a alimentarla directamente. Miró la inflada panza de Rosario, y no pudo evitarlo pero tuvo una erección. Rosario no lo notó, ya que estaba tan llena que se encontraba completamente aturdida y mareada. Todo lo que podía hacer era abrir la boca y tragar.
Patrick no pudo contenerse más, y comenzó a acariciar la panza de Rosario. Su panza se sentía más dura de lo normal, pero aún así lograba tocar y sentir toda la suavidad que la nueva grasa comenzaba a generar en su cuerpo. Podía ver que esta chica tenia un futuro siendo gorda. Era hermosa. Lentamente Rosario lo volteó a ver. Ambos se miraron a los ojos. Entre su confusión, Rosario se enderezó y comenzó a besar los labios de Patrick. Patrick pudo sentir la grasa de las comidas que había preparado entre los labios de la chica. Ella se dejo ser ella. Entre su confusión abandonó toda convicción de querer afrontarlo, y simplemente le reflejó lo que ella deseaba desde que había llegado. Patrick la tomó, y comenzó a apretarle el trasero mientras se besaban. "Creó que me falta una comida...", dijo Rosario mientras comenzaba a acariciar el bulto de Patrick. Ambos se besaban, y besándose caminaron hacía el elevador. Ya en el segundo piso entraron a la habitación de Patrick. Rosario se lanzó a la cama y Patrick comenzó a besarle los senos, mientras escuchaba como la mujer eructaba y hacía retachar su panza con su abdomen marcado. "Mr. Williams, ¿Que estamos haciendo?", dijo Rosario mientras Patrick se dirigía a su vagina y comenzaba a hacerle un oral. Por toda la casa se podían escuchar los gemidos de la mujer.
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Polvo Y Dietas (Reinterpretación #3)
RandomUna joven delgada llamada Rosario es contratada como sirvienta para el matrimonio de Diane y Patrick. El problema será que Patrick tiene una pequeña obsesión con Rosario y su pequeño cuerpo de porcelana. Basada en la Novela "Dusting and Diets (maid...