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-Quizás yo sea un idiota por creer que una mujer como tú valía la pena. Te compre, sí, y me saliste muy cara, carisma diría yo. Pero tú, muñequita, no tenes excusa, te vendiste y encima quisiste estafarme. ¿Quien es peor?
-¿Nunca te cansas de insultatme?
-Así como tú no te cansas de fingir que eres una blanca paloma cuando no lo eres.
-Chicos yo les aconsejo que se calmen, que se tranquilicen y que dejen de pelear. Vivirán juntos mucho tiempo, la hostilidad solo trae hostilidad.
Adrian paso sus manos por su cabeza y se sentó sin dejar de mirarme.
-Tienes razón mamá, Emmilly esta es tu nueva casa, por lo tanto ahora será tú responsabilidad manejarla, hazla funcionar.
Lo mire y sonrei, me daría el gusto de quitarle el aire de victoria con el que se había sentado.
-Te corrió carño, tu compraste una esposa como se compra a un jarron, para eso estoy aquí, seré el lindo adorno que deseabas, eso no implica que tengo que manejar nada, esta es tu casa, yo no tengo nada que ver con este lugar. Que lo haga tu amiga, Gloria.
Salí de la sala insultada y aún muy molesta. Tantas discusiones acabarían con mi sistema nervioso.
Me encerré en el baño dispuesta a relajar todas mis articulaciones, estaba tensa y adolorida. Una vez estuve sola en la bañera sentí que mil años desaparecian, mi cabeza viajo muchos días atrás, al momento en el que todo en mi vida había cambiado.
Esa noche me acomode en la gran cama e intente dormir pero los recuerdos volvieron a mi, aquel último beso tan lleno de ternura aun lo tenia gravado en mis labios. Los toque intentando sentir el calor de aquel beso pero cuando cerre los ojos mi mente me jugo una mala pasada, fueron otros labios los que recorde, fue otro beso el que me vino a la mente como si lo estuviese reviviendo. Las mejillas se me pusieron coloradas y tuve que ponerme de pie e ir a la ventana para que me diera el aire fresco.
-Me puedes decir porque no bajaste a cenar.
La puerta había sido abierta y Adrian estaba llenando la habitacion con su presencia.
-¿No sabes tocar una puerta?
-No tengo ningún interés en hacerte sentir comoda, ahora responde.
-No se me dio la gana, comere cuando quiera y donde yo quiera soy una persona libre, la esclavitud ya no existe.
Adrian camino hacia mi desafiante y me apresó entre su cuerpo y la pared.
-Quiero que algo te quede muy claro, no eres libre, eres mia, yo te compre ¿lo olvidaste?, así que deja de reventarme las pelota y responde de una maldita vez.
Su rostro estaba a milímetros del mio, podía sentir su respiracion, su aliento con olor a alcohol y a menta. Una convinacion muy exquisita, pense y me reprendi a mi misma por mis pensamientos.
Sus ojos grises estaban oscurecidos y no se porque eso me despertó cosas que yo no sabía que existían.
-Aléjate de mi.
Le dije e intente escabullirme. El noto mi nerviosismo y lo utilizo en mi contra.
- ¿Te pongo nerviosa?
Una sonrisa se dibujo en su rostro, una que yo ya había visto pero por alguna razón por primera vez note que esa sonrisa lo hacía ver malditamente bien.
-Yo...quiero que te apartes y me dejes ir.
Él se acercó más a mi, las manos me sudaban y el calor iba aumento. Deposito un beso en mi cuello, poniendo todos los vellos de mi cuerpo en punta y haciéndome soltar un gemido. Dios que diablos me estaba pasando. Sentí un frío recorrer todo mi cuerpo, una corriente envolvente que me dejo confundida.
-Vaya, creo que tu cuerpo no piensa como tú.
-Yo...- Me volvió a besar el cuello, y las palabras se quedaron en mi garganta y luego me beso un hombro, sus manos masajearon mi cintura y comenzaron a subir y bajar por mi espalda. Sus manos grandes adueñando se por completo de mi diminuta cintura. Podía sentir su toque a quemaropa porque el conjunto de dormir era en exeso pequeño y de seda encima, me maldije por habérmelo puesto. Sus caricias me fueron relajando y por un momento me olvide de quien me tocaba, me olvide que era él quien me tocaba. Aunque en realidad, nunca había sido tocada de esa forma.
Cuando me solto y nos miramos a los ojos sentí el impulso de huir, de escapar de él y correr sin mirar atras, pero el vio la duda en mi mirada y me beso, me beso como la ultima vez, demandante, agresivo y fogaz, yo no me pude resistir, su lengua se colo en mi boca y comenzó a insistir a la mía a combatir en un duelo de pasión que me llevaría a la perdicion, yo lo sabia, mi cabeza sabia que estaba cometiendo un error pero mi boca respondio, muy a pesar de lo que me decía mi cabeza. Ella tal y como si tuviese vida propia se comenzó a pelear con la suya en un juego de poder que nos tenía a los dos encendidos. Bajo sus manos y de un tiron me quito la pequeña bata de seda, dejándome solo con las bragas. Su boca fue bajando hasta que llegó a mi pecho.
-Son hermosos, tú eres hermosa.
Masejeo mis senos y lego se metió uno de ellos en la boca, yo me curve y solté un gemido de placer. El chupo, mordio, jalo, y con cada acción yo llegaba más al extremo.
Mi cabeza estaba nublada, oscurecida por el deseo.
Detuvo su tortura para someterme a una peor.
Sus manos se metieron por entre mis bragas para introducir un dedo en mi interior haciéndome soltar un gemido de sorpresa y otro de satisfaccion, luego otro de placer y así uno tras otro hasta que no pude más y comencé a gemir como loca entregandome a sus expertos dedos que me estaban haciendo ver las estrellas.
Él me cargo y me llevo a la cama y ahi si, ya no tuve manera de escapar. Cuando sentí la invasión de su miembro solté un largo gemido de dolor, Joder el era muy grande y para nada delgado.
Pero me adapte rápido y el comenzó a moverse con mayor velocidad. Mi piel estaba roja por sus dedos enterrandose en mis hombros y mi trasero.
El ritmo de sus embestidas era duro y rápido y mis manos se pasearon por su musculosa espalda. Sentí que estaba en otra galaxia, era una sensación tan exquisita que aún me parecía imposible. Algo poderoso comenzó a crecer en mi vientre, un potente orgasmo estaba a punto de estallar y lo hizo de la forma más fogosa del mundo, sin dudas el mejor orgasmo de mi vida. Enterre mi uñas en su espalda y mi grito lo ayudo a él, que finamente se liberó y callo sobre mi aplastandome con su peso.
Solo ahí fui consiente del tremendo error que había cometido y de lo caro que me costaría.

Cambio De VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora