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El sol salio, brillante como siempre, o quizás más por ser tan temprano. Solo dios sabe porque motivo esa mañana desperté incluso antes de que amaneciera. La puerta de mi habitación se abrio y entro Adrian sigiloso.
-¡Oh...estas despierta!
-Si.
-Vine a buscar unos documentos.
Él consigio lo que entro a buscar y se dispuso a salir. Era tan raro verlo y no discutir.
-Adrian espera.
Se detuvo y volteó la cara para verme.
-Que pasa?
-¿Crees que te pueda acompañar?
Lentamente sus celas se unieron y su mirada se volvió confusa.
-¿Al campo?
-Bueno, quizás me haga bien salir un rato, me puedes llevar al poblado del que tu tía hablaba ayer y me puedes enseñar tus tierras, como funsionan.
-¿Por que te interesa?
Me encoji de hombros quitándole importancia.
-Simplemente estoy aburrida. Si no tienes tiempo puedes pedírselo a alguien más.
Él me miró por unos minutos y yo le mantuve la mirada. Luego de un rato finalmente hablo.
-No, yo tengo tiempo. Podemos empezar ya y estaremos de regreso antes del desayuno. Además no quiero que renuncie ninguno de mis empleados por tus malos tratos.
-Yo no maltrato a nadie.
-A Gloria si.
-Porque es...es...bueno, me cae mal.
-Si, eso ya me lo dijiste. Mejor vamonos ya.
No se porque, pero una sonrisa se busco un lugar en mi rostro.
-¡Genial!, ya estoy lista.
Me deshice de la manta que antes me protegía del frío y Adrian se  sorprendio por verme ya preparada.
-Se ve muy bien en ti la ropa de montar.
-En mi todo se ve estupendo.
El hizo girar sus ojos y yo nuevamente sonrei.
-Me queda claro que también eres vanidosa.
Yo me encoji de hombros y luego salimos de mi habitación. Una vez en la sala nos abordo Gloria.
-Adrian estoy lista, ya mande a ensilla...
Se detuvo en sus palabras cuando me vio tras Adrian.
-Buenos dias.
Le dije aun sin dejar de sonreir, pero no respondio.
-¿Ella también va?
Le preguntó a Adrian haciendo un gesto despectivo.
-Gloria no creo que podamos ir a montar hoy. Llevare a Emmilly  a dar un paseo.
-Pero...
-Perdona, te juro que te lo recompensare. De todas formas gracias, usaremos los caballos que mandaste a ensillar.
-Adrian yo no se montar a caballo.
Le dije apartando la mirada de Gloria y borrando la sonrisa de mi rostro.
Él me dirigio una mirada llena de burla.
-Es normal en una chica de ciudad.
-Bueno...supongo que no podrás ir.
Dice una muy sonriente Gloria.
-Te equivocas...Adrian puede enseñarme.
-Claro...entonces nos vamos. Gloria nos vemos en el desayuno.
-Gloria asegúrate de que el desayuno este servido para cuando lleguemos.
Ella me lanzó una mirada llena de rabia.
-Ya te dije qu...
-Muchas gracias querida. Estoy segura de que este paseo me dejara hambrienta.
Salí de la casa tras Adrian dejando a una muy molesta Gloria en la sala mirándonos como si quisiera matarnos.
-Ya te dije que no es necesario que la trates así.
-El día está radiante, tu sola presencia ya lo empaña, no termines de arruinarlo con tus comentarios.
-Pudiste quedarte para que tu día siguiese siendo perfecto.
-Nop...no pienso quedarme encerrada. Ya me acostumbrare a tu presencia.
-Más te vale acostumbrarte.

Durante el reto del camino no pronunciamos palabra hasta que llegamos al establo.
-¿Porque encillaron a Dama? ella aun es muy...arisca.
Pregunto Adrian molesto con los empleados que habían cometido el error.
Yo por mi parte quede embelezada con la belleza de la majestuosa yegua. Acaricie su cabello blanco y le dedique una mirada, ella me miraba a los ojos como si quisiera decirme algo.
-Hola..
Le dije bajito para no asustarla. Parecia muy nerviosa, en sus ojos negros había miedo.
-Ella se llama Dama.
Dijo Adrian tras de mi.
-Es muy hermosa.
La seguí acariciando y ella parecía estar relajandose.
-Hace unos meses la compramos pero aún es arisca, nadie ha podido montarla, ella no deja que nos le acerquemos mucho. No he tenido tiempo de adiestrarla por todo lo que ha pasado.
Lo mire unos segundos y luego la mire a ella.
-¿Estas asustada cierto? Yo también tengo mucho miedo a estar aquí. Pero tranquila, lo haremos juntas, los cambios asustan pero si lo hacemos juntas da menos miedo.
-¿Tienes miedo?
Me pregunto Adrian ya subido a su caballo negro.
-Panico...pero...Dama...me ayudara.
El miedo en los ojos del caballo se iba disipando. Le di un beso en la frente.
-¿Le podrían quitar todo esto?
-No puedes montarla sin encillarla, te caeras.
-¿Podrían quitarle todó esto?, solo la están asustando más.
Adrian resoplo pero finalmente se bajo del caballo para quitarle la silla. Solo dejo una manta gruesa para que yo no me lastimara.
Ella se empezó a relajar, sus ojos ya no se veían temerosos.
-¿Contenta?
-¡Si!, ahora amiga, me montare y daremos un paseo. No debes temer, yo te cuidaré y tu me cuidaras.
-Es increible lo que estás haciendo.
-¡Callate!
Me subí en ella y me sujete de su cabello. Adrian me explico lo que tenía que hacer y en segundos salimos para comenzar.
El paseo no fue para nada incómodo o molesto. Cabalgar era incluso más fácil de lo que yo había pensado. La hacienda tenía además de plantaciones, tierras libres llenas de animales. Un río precioso con una cascada. Y el poblado a pesar de ser humilde era sin dudas fantástico, las personas muy amables y todos parecían querer mucho a Adrian.
-Te agradezco que no los tratases mal.
Me dijo a Adrian en el camino de regreso.
-No se porque piensas que yo trato mal a las personas por su condición económica.
-Por lo mismo que lo piensas tú.
-Bueno, mi opinión esta cambiando. Toda esta gente te adora, imagino que por algo sera.
-Yo también comienzo a creer que tu problema con Gloria es otro.
-Quizás es porque me comienzas a conocer un poquito.
-Y tú a mi.
Los dos reimos por la tonta platica que llevábamos pero yo en el fondo, me sentí bien.

Llegamos a la Casa y después de dejar a Dama en el establo fuimos a la entrada donde había un auto parquiado.
-¿Esperas visitas?
-Es tu regalo.
-Te dije que no quería ningún regalo.
-Entra a la casa, ve lo que es, y si no te gusta, lo envío de regreso.
Lo mire dudosa, pero la curiosidad fue aun mas grande que esa duda y acepte. Después del paseo matutino Adrian ya no era tan malo como yo lo imaginaba.
Entre a la casa corriendo y mi rostro de confusión se relajo en cuanto vi a mi hermana sentada en el sofá mirando todo con curiosidad.
-¡¡¡Winnie!!!
Exclamé contenta y ella sonrio al verme.
-¡¡Milly!!
Las dos nos fundimos en un efusivo abrazo. Dios no hacía ni una semana que nos habíamos separado pero parecían meses.
-Creo que no tendré que enviarla de regreso.
La voz de Adrian interrumpió el momento pero por primera vez desde que lo conozco no me pareció molesto ni insoportable.

Cambio De VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora