Capítulo V

99 9 0
                                    

Lo primero que hago al despertar nuevamente es darme un baño relajante. Asombrosamente el Palacio está en calma y no hay señales de actividad ninguna. Una de las cosas que agradezco de haber crecido como chico es que vestirme resulta una tarea demasiado sencilla. Cualquier princesa debería ataviarse de capas y capas de telas,un corsé súper ajustado y zapatillas de tacón mediano que resultarían incómodas.

Salgo al pasillo y me dirijo a la Planta baja. Deduzco que la hora de cenar ha finalizado así que todos deben estar reunidos en el Salón Principal.

A medida que me aproximo una sensación de opresión se aloja en mi estómago. No puedo parar de pensar en lo que me espera una vez que cruce el umbral de la puerta.

Escucho risas fingidas del otro lado y respiro profundo antes irrumpir en la habitación.

—El príncipe Vincent es una joya—escucho a mi padre— ¡Oh,ahí está!

Me detengo justo a pocos metros de mi madre. En la estancia hay cinco personas. Mi madre se abanica lentamente mientras comparte una taza de café con mi padre que se encuentra a su lado. En el diván de enfrente un hombre de mediana edad y una mujer robusta se toman de la mano a la vez que mantienen sus ojos clavados en mi.

—El príncipe ama dormir—dice una señorita de la cual no me había percatado hasta ese momento.

Lleva un elegante vestido beige decorado con motivos florales. En el cuello luce un collar de perlas azules que combinan con sus ojos. El cabello rojizo lo lleva recogido en la nuca adornado con un sencillo arreglo,remarcando unas pecas casi insignificantes en su rostro de labios rosáceos y gruesos,como si se hubieran hinchado luego de ser mordidos por largo rato.

La chica me mira con una ceja alzada.

—Usted debe ser la Princesa Giliam—digo haciendo una reverencia sin apartar nuestras miradas.

—Mucho gusto,su Alteza—se levanta y hace una reverencia.

Le doy un beso fugaz en el dorso de la mano.

—Me han hablado mucho de usted Princesa—prosigo—Pero ningún comentario le hace justicia a su inigigualable belleza.

Reprimo una sonrisa. Estoy orgullosa de haberme memorizado todas las reglas de mi libro de Ética. Al fin sirvieron para algo las tediosas horas de Educación Moral.

—Querido—nos interrumpe mi padre impaciente—Es un honor presentarte al Rey Hotter,La Reina Mérida y su hermosa hija y tu prometida,La princesa Giliam.

Hago una reverencia y tomo asiento.

—¿Cómo os encontráis príncipe?—me pregunta Mérida preocupada—Me han contado que sufría una fiebre horrenda.

Miro a mis padres con el ceño fruncido. Al parecer esa es la mentira que han fabricado.Aun así,y por mi bien,decido seguirle el juego.

—Gracias a Dios la enfermedad ha desaparecido y me encuentro en un perfecto estado de salud Alteza—esbozo una sonrisa forzada.

La mujer asiente con la cabeza y disimuladamente le da un codazo a su hija. Giliam hace una mueca molesta.

—Me alegra que mi prometido esté en perfectas condiciones—me dice sin la menor pizca de entusiasmo—Un príncipe descompuesto no serviría mucho en la cama.

Mi padre se atraganta y da el último sorbo de su café.Mi madre baja la vista ruborizada. Yo me muerdo el labio con tal de no echarme a reír.
Se hace un silencio incómodo en la estancia. Luego de tanta formalidad fingida y de comentarios fuera de lugar es lógico no saber qué decir.
Aún así,siempre me ha gustado jugar con fuego.

A Tomboy PrincessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora