Estaba en un lugar cálido del que no quería salir, me sentía tan cómoda y en paz que si alguien se atrevía a molestarme lo más probable es que esa persona acabase muerta.
No supe cuanto tiempo estuve en ese estado de letargo hasta que sentí que algo rompía mi pequeña burbuja llena de felicidad. Algo me estaba empujando fuera de mi lugar especial. No pude hacer mucho para resistirme. En lo que parecieron segundos fui sacada a la fuerza de mi comodidad. De escuchaban unos gritos muy cerca, que yo supiera Penny, mi vecina, no tenía hijos. Pronto tenía que despertar para ir al trabajo, una lástima pies quería seguir en ese ambiente confortable.
Abrí los ojos poco a poco y veo a una mujer que me observa seriamente, cuando voy a gritar del susto me doy cuenta que los gritos histéricos de un bebé provenían de mí.
Aumento el volumen de mi llanto y la mujer me acuna y me tapa con una gruesa manta como si fuese un bebé.¿Quién demonios es?Por favor quiero estar soñando, abro y cierro los ojos y nada, todo sigue igual. No puedo parar de emitir esos gritos de loca. Me miro las manos y veo que son minúsculas. ¡¿Por qué soy un bebé?! ¡¡Que alguien me explique algo!! ¡¡¡Helloooo!!!
Nada, de mi boca no salía ni el más mínimo de los sonidos a excepción del llanto, seguí gritando de frustración.
La mujer que me acunaba se dirigió a una gran cama que hasta ahora no había visto, acostada en ella había una mujer hermosísima, parecía un ángel. Mis gritos cesaron en cuanto mi mirada quedó atrapada en las profundidades violetas de sus ojos.
-Es una niña mi señora - dijo la mujer que me acunaba, su voz estaba algo triste.
La mujer de la cama sonrió con tristeza, no me enteraba de nada pero sólo con mirar a esa mujer me calmaba. Intenté liberarme de los brazos de la señora que me sostenía, quería darle consuelo a la mujer hermosa que lloraba silenciosamente en la gigantesca cama.
-Dámela Sophi, yo la sostendré.
La mujer que me sostenía me entregó sin rechistar y la señora hermosa me abrazó. Lloraba mientras me abrazaba, yo estaba calladita, no entendía nada, todo me superaba. Por alguna extraña razón ayer me había acostado a dormir siendo Ava Flynn, una empresaria común y corriente de treinta años y, al día siguiente había despertado cuando me estaba dando a luz una mujer que definitivamente no era mi madre ni en sus mejores años.
-Tu nombre será Viola, te queda como a un guante pequeñita.
Su voz rebosaba amor, aquella mujer era mi madre, pero en realidad no era mi madre. No entendía nada, lo único que de pasaba por la cabeza era una reencarnación, pero yo no había muerto y esto no era un sueño.
La mujer... mi... madre, se hacía extraño llamarla así en mi mente, no paraba de llorar. Nunca he dado a luz pero creó que es un momento bastante feliz para la mayoría de las madres y, la mía estaba entre la felicidad y los deseos de suicidarse. Me acariciaba la nariz mientras reía y lloraba. Levanté un brazo y también toqué su nariz, me costó trabajo mantener la mano en alto. Cuando toqué su nariz abrió mucho los ojos y me apretó contra su pecho.
-Viola, no te preocupes por nada, mamá no dejara que nadie te haga daño.
Me dio un beso en la frente lleno de cariño, no entendía nada de lo que sucedía desde que había abierto los ojos, pero la presencia de mi "madre" me calmaba y en hacía olvidar la gravedad de mi situación.
El sueño me atacó sin piedad y mis ojos se cerraron sin que pudiera evitarlo. Envuelta en el calor y perfume de mi "mamá" descansé en paz.
Cuando volvía a abrir los ojos estaba sola y metida en lo que parecía una cuna, estaba acostada boca arriba vestida con un pequeño camisón rosa pastel lleno de suaves vuelos.
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¡Voy a librarme del bad ending!
CasualeAva despierta solo para encontrarse que está dentro de su novela de romance favorita. Encontrándose de repente en otra época rodea de personas desconocidas y algunas leídas Ava intentará hacer frente a su nueva situación. Sin embargo, para empeorar...